Remó (casi de forma literal) el Palencia Cristo Atlético para llevarse un vital triunfo que le permite quedar empatado con La Virgen del Camino y el Júpiter Leonés en el quinto puesto, que da derecho a jugar play-off. Rubo y Romano allanaron el camino y Charly espantó los fantasmas del pasado.
Se palpaba un ambiente distinto, de partido trascendental, desde antes del pitido inicial. «Una ilusión nos persigue… la Segunda Federación», rezaba una pancarta colocada en la Puerta 0 del estadio por la peña Gate 8. «Déjense el alma», se leía en el fondo de la agrupación dentro de La Balastera. El sábado, estaba claro, era de pasión. La pasión de (Palencia) Cristo.
Repetía la formación de Almazán Álex Izquierdo, con la única variación de Rubo por Adeva en la punta de ataque. Consciente de lo que se jugaba, el Palencia Cristo Atlético salía mordiendo, sumando su primera buena oportunidad a los seis minutos, con un disparo desviado de César. Mucha movilidad de los morados en el césped, buscando algún resquicio liberado en el último tercio para hacer daño al Ciudad Rodrigo. Encontró la ocasión Hugo de Bustos, pero su remate tocó en un defensa y se marchó a saque de esquina.
El balón parado es un registro que el Palencia Cristo sabe explotar, gracias, en parte, al guante en el pie derecho que tiene Romano. La ponía el leonés y Rubo metía la cabeza para el 1-0. Era el momento de seguir golpeando al rival. Lo sabía Dani, que se internaba en el área y caía derribado. Era penalti. Asumía la responsabilidad Romano. Para dentro, 2-0. La Balastera recibía el segundo tanto con un aguacero. Se ponía la cosa para ir cerrando, a la media hora, el encuentro. Estaba cerca del doblete Rubo, que cabeceó un centro de César muy cerca del poste. La Balastera era una auténtica piscina, aparecían grandes charcos en el tapete y el esférico desistía cada vez más en su intento de rodar. El juego combinativo se hacía prácticamente imposible, así que entre unas cosas y otras no pasó nada más.
La lluvia era menos densa, pero constante en el inicio de la segunda parte. Incluso el Ciudad Rodrigo cambiaba su camiseta local, blanca, por la visitante, naranja, más visible ante las translúcidas cortinas de agua que arreciaban. Debía llevar a su favor el Palencia Cristo el irrealizable estado del campo para certificar una victoria que se antojaba sustancial. Ambos conjuntos renunciaban a su plan de partido. Era imposible ejecutarlo con precisión. Así que de lo que se trataba era de intentar no cometer ningún desacierto y aprovecharse de uno del contrario. Cerca estuvo César de hallar esta solución tras una confusión de José Manuel, pero David achicó el espacio.
Doble cambio morado. Hombre por hombre arriba, Adeva por Rubo. Y cemento para el centro del campo. Se marchaba César y saltaba Navarro, futbolista de un corte mucho más defensivo. Izquierdo había terminado de aclarar la intención. Aun así Albertito estuvo a punto del 2-1. Suerte que el balón se frenó con el agua y llegó manso a la bota de Guille. Había sido muy clara. Pero insistían los visitantes, que acabaron encontrando el premio del gol en un penalti cometido por Dani, transformado por Albertito, muy protestado por los morados. Se ponía serio el asunto y aparecían los fantasmas del pasado. Los capitalinos han perdido demasiados puntos en los últimos 20 minutos esta temporada.
Último cuarto de hora, instante para defender todavía más el botín con la entrada de Anderson por Romano, deslizándose Pablo al centro del campo. Ese era el propósito, cuanta más gente de perfil defensivo mejor. La trama no aceptaba invenciones de otro tipo. De Bustos se encontró con el guante de David cuando se vislumbraba el tercero. Fue lo último que hizo antes de marcharse con Dani al banquillo. Ivi y Charly, al césped. El aguilarense tardó segundos en dejar su sello, engendrando el 3-1 definitivo. Sábado de pasión morada.