Se pensaba que era «el rey del mambo» y que «podía con todo». En realidad, el palentino Sergio Galindo -de 21 años en aquel momento- se encontraba en hipomanía, una de las fases del trastorno bipolar que más tarde le diagnosticaron. Una experiencia que ha empleado para crear un blog de carácter divulgador que, con el tiempo, se ha convertido en grupo de apoyo con profesionales y asociativo para «empoderar a los diagnosticados, normalizar la enfermedad y contribuir a la reducción del estigma».
Estudiaba la ingeniería superior de Telecomunicaciones en 2012 al tiempo que aprendía idiomas, trabajaba y competía como deportista. El estrés fue el detonante de esa fase de energía excesiva, ánimo elevado e irritabilidad. «El castillo que había construido en el aire se cayó y entré en fase depresiva. Con el apoyo de mis padres salí, pero piensas que tú no tienes un problema de salud mental», comenta a Diario Palentino.
Al tratarse de algo cíclico, regresó a la hipomanía, un punto «en el que el cerebro trabaja tan sumamente rápido que se desborda». «Sabía que algo no iba bien y me emborrachaba para protegerme. Eran los momentos en que descansaba», recuerda. Tras sufrir un episodio de taquicardias y admitir la situación, la madre de una amiga suya, psicóloga, relacionó los síntomas. «Era de manual», añade.
En ese momento comenzó la educación psicológica y el tratamiento farmacológico con el psiquiatra. Y, tras superar nuevas fases de la enfermedad -como períodos en los que se acumularon circunstancias depresoras-, también le surgió la necesidad de compartir su experiencia de la manera que a él le hubiese gustado encontrar información sobre el trastorno bipolar.
Fue así como nació Realidad Bipolar, un blog en el que quería incluir la cercanía y calidez humana que les faltaba a otras webs y «reducir la imagen negativa que se puede tener de una persona con un problema de salud mental». Los contactos y el intercambio de vivencias llegaron pronto, por lo que decidió crear un grupo homónimo de WhatsApp para que todos pudieran hablar entre sí. Se convirtió en una comunidad internacional de apoyo a personas diagnosticadas y afines a la enfermedad, es decir, familiares, parejas o amigos.
Por el grupo han pasado más de 1.000 personas -se siguen sumando- y al menos una de cada país de habla hispana. «La gente entiende la dinámica y ha intervenido en situaciones delicadas», subraya. Además, durante la pandemia se pusieron cara gracias a las videollamadas. Sus «reuniones» de los sábados han llegado a contar con 20 usuarios simultáneos y en muchos casos son guiadas por profesionales y especialistas de la salud que se interesaron en el proyecto. «Ahí se produjo un salto de calidad enorme», señala Galindo, que transformó el proyecto hasta convertirlo en la asociación Experiencia Bipolar.
Hace tiempo que Sergio Galindo, de 31 años, no sufre descompensaciones y su ánimo varía, pero siempre dentro de la estabilidad. A nivel profesional, no le ha condicionado negativamente. «Trabajé en Alemania en el departamento de análisis de datos de una consultora, llegué en fase depresiva y lo pasé mal. No era eficiente ni resolutivo y tampoco disfrutaba de las relaciones sociales, pero seguí y recuperé la normalidad», recuerda. Ahora, se prepara para una nueva etapa en Valencia, donde trabajará en la ONGMúsicos por la Salud.