Bajo el lema Perpetuum mobile, se celebra hasta el próximo 29 de septiembre una nueva edición de PHotoEspaña, que tiene el movimiento como eje central. Son 84 exposiciones, en las que participan 293 fotógrafos y artistas visuales.
Comisariada por Alejandro Castellote, organizada por PHotoEspaña y Círculo de Bellas Artes, puede visitarse hasta el 1 de septiembre en la sede de este (calle Alcalá, 42, de Madrid) Perpetuum mobile, exposición que «propone una estructura abierta, una suerte de jardín de especies, que ilustra ese ensanchamiento de los límites de la creación fotográfica y las incesantes mutaciones que han ido transformando a lo largo de casi dos siglos el estatuto fundacional del medio: la mímesis de la realidad». Reúne obra de la generación surgida en las primeras décadas del siglo XXI , «la más madura y creativa de cuantas han existido en la historia de la fotografía española, también la mejor formada y la más numerosa». Tiene también una característica que la diferencia de las anteriores: «la masiva presencia de las mujeres en un territorio que a lo largo de la historia había estado habitado mayoritariamente por hombres».
Entre los artistas que participan en esta muestra, figura la palentina Marina Núñez, con Grieta (2013), Fuera de sí -supernovas- (2008) y Especie (2019).
Según explica la ficha correspondiente, en el video Grieta, a través de un agujero en la pared con cierta forma de ojo, el visitante accede a un mundo donde un iris, compuesto por decenas de globos oculares, se metamorfesea y prueba diferentes configuraciones. Ninguna se estabiliza, no hay identidad o visión definitiva; el proceso continúa en un flujo imparable.
También encuentra el espectador un flujo de partículas en Fuera de sí (supernovas), imagen digital sobre papel. Los rostros se despliegan como conglomerados de cuerpos celestes y forman nuevas constelaciones. Más allá del estado estable conocido y rutinario se exploran los espacios vacíos entre certezas para alcanzar otras dimensiones, para reinventarse y crear otros mundos.
Las protagonistas de Especie (cristales grabados con láser, base de luz led) son figuras femeninas cuyo cuerpo está dibujado sobre líneas arbóreas, y de las que brotan tallos, nuevas ramas. De ellas surge un paisaje. Son identidades afines con su entorno. Su piel no es una frontera, o una armadura, es poderosa, fluyente, fértil, desea la hibridación, la simbiosis.
Comparada con la que se hizo visible tras la dictadura, esta generación «sí se ha nutrido de referentes nacionales e internacionales y se ha aventurado con naturalidad a experimentar con hibridaciones formales, que desbordan la bidimensionalidad de las fotografías, y conceptuales, asumiendo la naturaleza subjetiva y polisémica que deriva del uso y lectura de las imágenes».
«Generan imágenes que se mueven en las fronteras de la ficción, se sirven de procedimientos antiguos que añaden tiempo y memoria a sus imágenes y exhiben nuevos soportes de representación, los que se han activado mediante las tecnologías digitales, para relacionarse con el presente y el pasado», señala la información general sobre esta muestra. «Se sirven de la intención intuitiva» para articular lo particular y lo universal, la materia y el espíritu desde nuevos parámetros de expresión», concluye.