Dulzura en Clausura cerró ayer una «exitosa edición» en el Seminario Mayor, donde durante los últimos tres días palentinos y turistas de todas las edades sucumbieron a la tentación de hacerse con alguno de los manjares artesanales que elaboran con mimo las religiosas de seis conventos y monasterios de vida contemplativa de la provincia siguiendo recetas muchas veces centenarias.
Por este particular mercado pasaron desde el viernes «miles de personas», con una media de unos 150 compradores cada hora, según las primeras estimaciones del obispado. «Las monjas están muy contentas y los clientes, también», resumió el director de Comunicación de la diócesis, Txomin Pérez.
La afluencia de clientes ha sido tal que muchos artículos llegaron a agotarse, y varios templos participantes se vieron en la obligación de hornear más producto por la noche y tenerlo listo antes de volver a abrir el puesto con todo el género. En este grupo se encuentran, por ejemplo, las famosas cañas rellenas de crema de las Brígidas de Paredes de Nava (a la postre su producto más demandado) o los amarguillos de las Clarisas de Carrión de los Condes (los de mayor aceptación junto a las virutas de San José y las rosquillas de palo).
Por lo demás, entre los productos que mejor aceptación tuvieron se encuentran, las figuritas y los huesos de mazapán en el caso de las Clarisas de Calabazanos. Los empiñonados fueron el dulce estrella de las Clarisas de Astudillo, al igual que lo fueron las anguilas, los mazapanes y el turrón de chocolate de las Dominicas de Palencia o los canutillos y panettones de las Carmelitas de Carrión, las últimas en estrenarse en el noble oficio de la repostería.
«buen ambiente». Por otro lado, las religiosas destacaron el «buen ambiente» que se respiró durante los tres días en el Seminario Mayor, al tiempo que consideraron que el pasillo elegido este año como el escenario es el lugar «más idóneo» para instalarse. «Mucho mejor», afirmaron, que el vestíbulo del edificio (donde pasan frío) o el año pasado en la catedral en el marco de los actos conmemorativos del séptimo centenario del primer templo de la diócesis.
A los palentinos tampoco les debió de agradar el espacio, pues estuvo «repleto de gente» durante las más de seis horas diarias que los expositores permanecieron abiertos al público. Solo «flojeó un poco» el sábado hasta media tarde.
Para finalizar, calificaron con un «diez» esta propuesta que nació en 2016 de la mano de Manuel Herrero, por aquel entonces obispo y hoy administrador apostólico de Palencia hasta la llegada de su sucesor.