Últimas rondas en el Casero

César Ceinos
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Julio Casero y Loli Villameriel, los propietarios del céntrico bar capitalino que alcanzó este año su centenario, se jubilan este sábado tras décadas de trabajo detrás de la barra. Se despiden agradeciendo la confianza a sus clientes

Últimas rondas en el Casero - Foto: Sara Muniosguren

Las tapas, los vinos y los cafés del bar Casero tienen fecha de caducidad, al menos como los conocemos en estos momentos. Sus actuales propietarios, Julio Casero y Loli Villameriel, cierran el próximo sábado 30, víspera de Nochevieja, las puertas del centenario negocio hostelero de la calle Mayor de la capital para disfrutar de una merecida jubilación después de décadas atendiendo a palentinos y visitantes. 

«Había que marcar un día.Si no te tiras toda la vida trabajando y en algún momento había que jubilarse», explica, no sin mostrar antes cierta pena por el adiós, Julio Casero, que lleva 55 años detrás de la barra del bar, que empezó a funcionar en el corazón de la capital en 1923 de la mano de su abuelo y posteriormente pasó a su padre. Junto a Villameriel, con la que decidió comprar el negocio familiar y acometer diversas obras de reforma, ha trabajado 43 años y medio, de los que guarda recuerdos y anécdotas buenas y menos buenas «para escribir tres Quijotes», aunque ambos prefieren guardar silencio y no decantarse por ninguna. «Ha pasado mucha gente famosa y nos conocen en toda España por las tapas y por el lugar donde está ubicado, junto a muchos comercios», resume el propietario.

Por su parte,Villameriel hace hincapié en que han llevado por bandera el lema «esfuerzo, constancia y paciencia». «Estas son las cualidades con las que mi marido y yo nos hemos levantado todos los días. Además, es un negocio muy duro y para hacer tapas como las que hemos hecho aquí se necesita paciencia. Hay que elaborarlas y las personas no saben el trabajo que lleva cada una de ellas», asegura antes de explicar que estos valores también se los han transmitido a sus hijos, a los que en ocasiones, según admite, tuvieron que dedicar menos tiempo del que deberían.

Seguidamente, la propietaria da las gracias a los clientes «de todas las épocas», ya que sin su confianza no hubieran podido llegar hasta donde han llegado. Además, destaca el apoyo familiar en momentos de mucha carga laboral. «Desde que se abre entra gente. Hace falta mucha constancia», añade Casero.

El gran cambio del local se produjo en 1996, cuando derribaron el edificio antiguo y, tras su reconstrucción, el bar se transformó en un establecimiento hostelero con restaurante, por lo que las tapas de toda la vida, el café, el almuerzo y el vermú pasaron a compartir protagonismo con los menús. Los gerentes, en los últimos tiempos, han contado con dos empleados, pero en el pasado llegaron a ser ocho.

Durante todo este tiempo, los propietarios se han adaptado a los hábitos de la sociedad. «Antes poníamos huevos fritos con chorizo de almuerzo y tortilla de atún. Ahora es diferente y se toman un café con un pincho», declara Villameriel. Por su parte, Casero explica que antes únicamente se utilizaba la cerveza de barril en verano y se bebía más vino.

Por último, citar que este local, que está disponible para quien quiera el traspaso, también traerá recuerdos a muchos aficionados al CFPalencia, pues allí se celebraron las Tertulias Moradas promovidas por el propio Casero. Otros palentinos, por su parte, recordarán las tapas, algunas de las cuales comieron en fiestas.