El fenómeno del eating jet lag hace alusión al desequilibrio que produce en el cuerpo de una persona mantener un horario de comida irregular entre semana y durante el fin de semana, un hecho que se habrá convertido en rutina para más de uno ante el estrés de la jornada laboral de lunes a viernes y el mayor tiempo libre disponible los sábados y domingos. Pues bien, este desfase horario podría favorecer un mayor índice de masa corporal (IMC), es decir, estaría tendría relación con el hecho de engordar.
En 2020, un estudio de la revista Nutrients, elaborado por la Universidad de Barcelona, ponía sobre la mesa esta teoría. La principal investigadora del estudio y firmante del mismo, María Fernanda Zerón Rugerio, revela que hace casi 10 años se empezó a estudiar el social jet lag, una analogía entre el jet lag que hay entre los horarios que mantenemos a lo largo de la semana y los fines de semana.
De lunes a viernes, las personas están marcadas por los horarios del trabajo o la escuela de los niños, y los fines de semana tienen una mayor flexibilidad. Esto hace que entre semana estén cortos de sueño y los sábados y los domingos aprovechen para dormir más y para recuperar el sueño perdido durante la semana.
«Si te despiertas más tarde, comes también más tarde. Con este conocimiento de base estudiamos este eating jet lag, y si se retrasan las horas de la comida se puede saber cuál es el impacto que puede tener sobre la obesidad», explica la investigadora.
¿Por qué centrarse en el estudio de los horarios de las comidas? Zerón Rugerio aclara que son los que ponen el modo día a los relojes periféricos del hígado y del tejido adiposo. «Todos tenemos un reloj biológico, en el hipotálamo, que es el que controla todas nuestras funciones y les dice a nuestros órganos y tejidos si es de día o de noche. Este reloj va sincronizado con los ciclos de luz y de oscuridad, y así todos los órganos se preparan para comer o hacer actividad física, por ejemplo», detalla la firmante del estudio.
Ahora se sabe que estas horas de la comida también le dicen al hígado que debe gestionar la energía y los nutrientes.
El desayuno, fundamental
En este sentido, el desayuno se destapa como la comida más importante a nivel cronobiológico, ya que es la primera ingesta y la que pone en marcha todo. «A nivel de cronobiología, el desayuno es fundamental porque es la primera comida, es la que sincroniza al hígado y al tejido adiposo, y les avisa de que ha empezado el día y, en consecuencia, la actividad. Por eso diseñamos una serie de marcadores y se vio que cuanto más cambiamos los horarios de comer entre la semana y los fines de semana hay un mayor impacto en el IMC; una huella que, además, se vio que era independiente del social jet lag», agrega Zerón Rugerio.
También se apreció que el eating jet lag no solo afecta al IMC, sino también a otros marcadores de obesidad, como una mayor circunferencia de cintura.
«Cuando tenemos esta irregularidad o desfase de horarios de comer, le damos alimento a nuestro cuerpo a una hora que él no la espera, y esto genera hasta cierto punto un conflicto o problema para gestionar los nutrientes en general, y sobre todo la glucosa. Por eso el comer a horarios irregulares o cenar tarde se relaciona con problemas de resistencia de insulina, entre otros», añade la científica, que aconseja comer antes de las 15,00 horas y cenar dos horas antes de irse a dormir.