Huérfano es el que no tiene un padre o una madre que lo proteja. Es el desamparado, desasistido, abandonado. Como si su propio nombre fuera un estigma imposible de borrar, el Colegio de las Huérfanas de Ferroviarios vive estos días su condena de muerte. Víctima de la burocracia y la lentitud de la Justicia, el antiguo centro escolar para niñas huérfanas de trabajadores de Renfe, que más tarde acogería la Escuela de Educación y Ciencias del Trabajo de la UVA, anda camino de convertirse en undesecho.
Más que una ruina en ciernes, es actualmente una especie de sede oficial de un grupo de ladrones de cobre, que en el último mes han destruido la red eléctrica de la planta baja; han robado casi todo el material de valor que quedaba allí y almacenan, casi metódicamente, los objetos que todavía pueden vender: ordenadores, impresoras, grifos, lámparas fluorescentes, plafones e, incluso, una computadora central a la que aún le queda una treintena de placas.
La voz de alarma la ha dado un grupo de aficionados a fotografiar lugares abandonados, preocupados por la rapidez con la que están actuando los vándalos. «En tan solo dos semanas han arrasado con todo», comentan. De hecho, han convertido el patio interior del colegio en el horno donde queman el cable para eliminar el plástico que lo protege y podervenderlo en el mercado negro. Unas fogatas que también realizan en las antiguas cocinas y laboratorios, a riesgo de provocar un incendio en el edificio.
Este supuesto grupo de vándalos aún no ha arrasado con el cableado de la segunda y tercera planta. Por el momento, ha comenzado su trabajo por la planta baja, que acogía algunos despachos, archivos, dependencias administrativas, el bar y las cocinas, entre otros espacios.
Las personas que han podido acceder al interior del Colegio, de titularidad municipal -y cuyas ventanas y puertas están abiertas de par en par desde hace meses-, revelan que, en las últimas semanas, los vándalos han realizado un butrón junto a una puerta blindada para poder llevarse un transformador eléctrico.
También han reventado el antiguo proyector de cine que seguía en su sitio, en el teatro; han arrancado todos los grifos y destrozado los lavabos para extraer las tuberías; han desmontado los viejos televisores para quedarse con el metal y, lo que es más grave, están picando techos y paredes para extraer los lucrativos cables de cobre. De allí ha desaparecido mobiliario, archivadores e, incluso, el viejo piano de cola. En el exterior hay quien, incluso, utiliza la amplia finca del Colegio como pasto para sus caballos, que pasean a sus anchas y duermen en la antigua Casa del Jardinero.
LITIGIO. Este gran complejo, ubicado en el Camino de la Miranda, pertenece al Ayuntamiento de Palencia. Una sentencia del Tribunal Supremo, dictada en febrero de 2011, zanjaba el litigio que el Consistorio había mantenido durante dos décadas con el Colegio de Huérfanos Ferroviarios, determinando que la finca y los edificios pertenecen al Ayuntamiento, que había cedido los terrenos en 1945. Establece, además, que el Consistorio no tiene que indemnizar al Colegio con 2,5 millones de euros por la pérdida de los edificios, tal como había dictaminado la Audiencia Provincial en una sentencia anterior.
Una vez aclarada la cuestión de la titularidad, el problema es otro: ¿Quién se ocupa, ahora, de mantener las instalaciones? El Colegio de Huérfanos Ferroviarios, con sede en Madrid, retiró la vigilancia privada tras perder la finca.
Hay que recordar que fue la sede de la Universidad de Valladolid en Palencia hasta el año 2002, por lo que sus instalaciones eran relativamente modernas, aptas para diversos usos y, tal como demandan numerosos colectivos, necesarias para la ciudad de Palencia.
La concejala de Personal, Paloma Rivero, manifiesta que está abordando el problema de los robos y destrozos en el Colegio con la Policía Local y que, en fechas sucesivas, tratará también de buscar una solución coordinada con otros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. «Aún no podemos avanzar nada, pero estamos trabajando en éste y otros ámbitos para aumentar la vigilancia en la medida de lo posible», adelanta.
El problema es el de siempre: tal como está la economía hoy día, con recortes por doquier, es «impensable» poner un agente en la puerta las 24 horas del día. Y mucho menos recurrir a la seguridad privada.
También la economía es la causa de que el Ayuntamiento no tenga todavía ningún plan para darle contenido a este complejo de 50.000 metros cuadrados (otra parte de la finca no edificada, de 13.400 metros cuadrados, fue cedida al Colegio de Huérfanos Ferroviarios en aplicación de la sentencia del Supremo).
SIN PROPUESTAS. «Hemos advertido de la situación de abandono del Colegio en varias ocasiones. Las últimas noticias que tuvimos es que ni siquiera el Ayuntamiento ni siquiera había recibido la llave», advierte con preocupación el concejal de Izquierda Unida, Juan Gascón. «El caso de la Antigua Cárcel es, si cabe, más grave, porque el paso del tiempo deteriora las instalaciones sin que hayan sido abiertas al público. Por eso, ahora mismo consideramos prioritario que se abra la Antigua Cárcel».
Este grupo político proponía en su programa electoral darle un contenido al antiguo Colegio de las Huérfanas de Ferroviarios, como por ejemplo un gran Centro Juvenil, que constara de recintos para pequeños y grandes conciertos; salas de exposiciones para jóvenes artistas; locales de ensayo; oficina de ayuda para asesoramiento del arte, la cultura y la expresión joven; un Vivero de Jóvenes Artistas; albergue juvenil y espacios adecuados para acciones formativas en cine y televisión.
Es decir, una suerte de Espacio Joven mejorado que, «tras los últimos acontecimientos, es todavía más difícil de poner en marcha». En cualquier caso, «nuestra prioridad ahora es lo básico: que el Ayuntamiento, al menos, garantice la vigilancia del complejo y se evite su ruina».
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El año pasado, en el momento de las elecciones, ni siquiera era necesaria una gran inversión en obras. Pero el tiempo pasa y, cada día, le sale más caro a los palentinos no proteger el antiguo Colegio. Los vándalos actúan más deprisa que las Instituciones.