Jesús Martín Santoyo

Ensoñaciones de un palentino

Jesús Martín Santoyo


Facusa, club de amigos

02/06/2024

No sé de quién fue la idea. Ignoro quién sugirió tan divertido nombre. FACUSA empezó como un grupo de Facebook al que nos unimos algunos amigos hace varios años. No tuvo mucho éxito aquella etapa de iniciación digital. Años más tarde, algún miembro creó el grupo de WhatsApp FACUSA. Y allí encontramos refugio una buena colección de           conocidos. 
¡Ah! ¡Perdón! ¿Qué es FACUSA? Un sugerente acrónimo que debe leerse como Fábrica de Curas Sociedad Anónima. Todos los miembros habíamos pasado en nuestra preadolescencia unos años en el Seminario diocesano de Carrión de los Condes. 
Muy pocos acabaron consagrando su vida al sacerdocio, aunque salieron algunos excelentes párrocos de aquellas promociones. Estuve en Carrión de 1966 a 1971. La mayor parte de los facusinos es de aquella época.
Siempre, para que un grupo de WhatsApp funcione con una mínima agilidad, atracción y solvencia, es necesario que alguien capitanee y administre el club. Desconozco si es Margüello, o Cipriano o Nicasio, o Pastor o algún otro miembro fundador. Pero alguien se encarga de convocar a reuniones, a quedadas, a comidas, intentando compaginar las agendas de gente distinta, que vive en diferentes lugares y tiene ocupaciones y preocupaciones diversas. 
La primera vez que asistí a la comida anual de septiembre fue antes de la pandemia que cambió nuestras vidas y nos encerró en nuestros pequeños microcosmos.
Una experiencia muy gratificante. Me encontré con compañeros de bachillerato a los que hacía cincuenta años que no veía. Tuvieron que ponerme un guía para que me fuera presentando a los comensales. Me sonaban los nombres y apellidos de casi todos, pero no ponía cara a prácticamente ninguno. Tras el banquete que celebramos en el hotel Castilla la Vieja, después de un largo aperitivo en la plaza Mayor, Cipri nos regaló a cada uno de los facusinos unas botellas de vino de su propia cosecha. Todo un detalle de simpatía y generosidad. 
El año 2022, una vez superada la alarma del COVID, se convocó una nueva reunión. No pude asistir porque estaba realizando en esas fechas el Camino de Santiago. La casualidad hizo que me pillara esa cita en la etapa de Carrión de los Condes. 
El año pasado asistí a una nueva comida-reunión. La cita fue el 16 de septiembre, repitiendo espacios y costumbres. Había visto en la lista de comensales que asistiría Txema Bahillo, un amigo al que hace 52 años que no veo. Su familia se trasladó a Bilbao cuando acabamos bachiller y toda la vida académica y profesional del bueno de José María se ha desarrollado en el País Vasco. Con éxito, me consta. A los 15 años éramos inseparables, Descubrimos juntos la atracción que sentíamos hacia las chicas y supimos que no queríamos ser sacerdotes.
Todos los días alguien saluda por la mañana y desea un reparador descanso por las noches. Se recuerda el cumpleaños de cada miembro, provocando toda una catarata de felicitaciones y buenos deseos.
 También, por desgracia, se informa del fallecimiento de las personas que tienen que ver con el grupo. A veces son antiguos profesores y padres de alguno de nosotros. Otras, son muertes tempranas de compañeros a los que arrancó la vida un cáncer o un infarto fulminante. 
En el grupo de FACUSA sólo está vetado hablar de política. Creo que es un acierto. La ideología de los miembros del club es suficientemente dispar como para convertir las reuniones en una jaula de grillos. 
Ni una vez he oído hablar mal de los curas, con alguna puntual excepción en la que casi todos coincidimos. En el grupo hay católicos practicantes, no practicantes, agnósticos, ateos… pero nadie maldice a los maestros que nos formaron. 
En tiempos tan convulsos para la Iglesia quiero romper una lanza por los que me educaron. D. Melchor, D. Mateo, D. Agustín. D. Ursicinio, D. José María… y tantos otros buenos maestros, sencillos, honestos, cultos, que me transmitieron conocimientos, responsabilidad y valores. Sin negar que haya curas malvados, abusones, sectarios, tendré que reconocer que hay otros magnánimos, educados y solidarios. Quizás tuve suerte con los que me tocaron en suerte.