"La CPOE tenía una deuda muy grande y costó mucho bajarla"

J. Benito Iglesias
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Roza las ocho décadas de edad y mantiene intacto su perfil vitalista y dialogante. Los 21 años en la secretaría general de la patronal CPOE marcaron un intenso trabajo de apoyo a las empresas, sumado a las gerencias de Simago y Las Huertas

"La CPOE tenía una deuda muy grande y costó mucho bajarla" - Foto: Óscar Navarro

El día a día frenético de la gestión en el ámbito empresarial, el contacto con el mundo sindical, las gerencias, despachos y, cómo no, las relaciones públicas, comerciales e institucionales, han marcado el devenir laboral de Jaime Villagrá, siempre cercano en el trato y, especialmente, dialogante, «algo que ha ido incluido en el sueldo», explica, al tiempo que esboza una sonrisa cómplice.

Nacido el 15 de diciembre de 1944 en Paredes de Nava -pueblo en el que residió 10 años en el marco de una infancia «absolutamente feliz»- este licenciado por la Escuela Superior de Gestión Comercial y Marketing de Madrid (ESIC) mantiene esa impronta ligada a quien se ha curtido en mil batallas hasta que llegó una merecida jubilación en enero de 2015. Su primer contacto con la empresa lo tuvo en casa, ya que su padre, Emiliano, fue un ejemplo a la hora de emprender negocios en la época. Tuvo fábricas de curtidos dedicadas a transformar pieles y lana, junto a otra de harinas y, también, contaba con algunas tierras de labor.

«Estudié primero en el colegio que las monjas de la orden de las  Hermanas de la Caridad tenían en Paredes. Allí había dos clases, una para las niñas y otro para los niños, y sor Cristina era nuestra profesora. Es donde yo aprendí y me enseñaron que la P con la A se  pronunciaba PA y que uno más uno sumaban dos. Mi primera infancia fue en el pueblo y la segunda ya en Valladolid», recuerda.

"La CPOE tenía una deuda muy grande y costó mucho bajarla" - Foto: Óscar NavarroComo había que formarse bien y el apoyo del entorno familiar así lo permitía, siendo aún un niño, con solo diez años ingresó como interno en el colegio San José de los Padres Jesuitas en Valladolid hasta que concluyó la enseñanza secundaria, el Bachillerato Superior y el Preu. «Entonces en las casas vivíamos de una forma bastante disciplinada y en el internado no era especialmente distinto, volviendo a casa en vacaciones. Era un estudiante normal, cumplía y sacaba tiempo para practicar baloncesto», señala.

 De esta etapa, apunta que su posición en la cancha era la de escolta, primero el club Olímpico en infantil y luego en el equipo junior, llegando a jugar en el pabellón WiZink Center de Madrid, antiguo Palacio de Deportes de Madrid, en la calle Goya. «El baloncesto no tenía nada que ver con el de ahora, aunque aprendíamos mucho y logramos quedar campeones nacionales en categoría escolar. Como tenía otro compañero mío de colegio en el Real Valladolid, me ficharon para irme allí hasta que un día fueron mis padres a verme un fin de semana. Mi hermano Fernando también fue interno conmigo y, al ver que yo no estaba en el colegio, preguntaron qué había pasado y él les contestó que estaba en Bilbao jugando. Hablaron con el cura responsable y le dijeron que debía centrarme solo en estudiar y ahí se acabó todo», dice frunciendo el ceño.

Luego llegó la etapa universitaria en Madrid, en la que surgió su primera experiencia laboral en una empresa hispano-finlandesa en la que, a modo de anécdota, cuenta que su jefe era el padre de la actriz  Ana García Obregón -Antonio García Fernández- dueño a su vez de la constructora Hotsa. «Cuando empecé en esta empresa, Norpe Ibérica, que entre otras cosas fabricaba saunas y tenía la factoría cerca de Helsinki, me llevaron allí un tiempo. El idioma no fue un problema, dado que de los consejeros de la empresa uno era el delegado comercial de la Embajada de Finlandia en España, en Madrid, y otro delegado de las líneas aéreas finlandesas y ambos hablaban en español perfectamente. Estuve tres años y fue primer trabajo y el último que tuve en Madrid», desgrana.

ETAPA PROFESIONAL FORÁNEA. El devenir profesional de Jaime Villagrá siguió fuera de su tierra natal y, cuando tuvo una buena oferta económica, dejó la capital de España para irse a la cadena de supermercados Simago, que entonces tenía un gran crecimiento en todo el país. «Empecé en el recinto comercial en Madrid, y luego pasó por Logroño y Bibao. La idea era terminar en Palencia y finalmente fue así», especifica, para añadir que esta firma abrió una tienda que, a día de hoy, ocupa Carrefour Market en la calle Pedro Romero  y ya son 50 años de historia vinculada al comercio.

"La CPOE tenía una deuda muy grande y costó mucho bajarla"Una vez asentado en la capital llegó otra buena oportunidad de trabajo con motivo de la apertura del centro comercial Las Huertas, que cuenta con tres décadas de existencia. «Los promotores me enviaron a París 20 días para formarme en una gran superficie que estaba al norte de la capital francesa en un complejo enorme que gestionaba Alcampo. Querían que yo dirigiera el centro comercial de Palencia, que tenía una gran importancia para ellos al ser primero de esas características que se instaló en una pequeña ciudad. Era una experiencia arriesgada pero estaban empeñados en que esto funcionara muy bien y así fue. Hicimos estudios previos de la zona de influencia y la atracción que podía tener en ciudades en las que no había centros comerciales. Todos los fines de semana hacíamos encuestas y contratábamos cuatro chicas para conocer la procedencia del cliente y de Burgos teníamos un montón. También llegaban desde  Valladolid, y naturalmente, el crecimiento en Palencia fue grande, al igual que en  la provincia. Fue un modelo para ciudades entre 80.000 y 90.000 habitantes y el siguiente centro similar al palentino se abrió en Cáceres», detalla.

Y, de ahí, la llegada de las dudas entre crecer  más fuera como alto directivo de una empresa en expansión o quedarse en la ciudad en la que ya estaba asentado con su mujer, Nines, y los hijos que fueron llegando: Marieta, Jaime y Cristina. 

En la compañía promotora del centro comercial Las Huertas le quisieron nombrar jefe de aperturas de nuevas superficies en otros puntos del país. «Poner en marcha una hasta consolidarla  llevaba un proceso mínimo de cinco años. Dije que no, que no podía irme fuera de nuevo, que mis hijos ya estaban cómodos aquí y que llevarlos a ellos y  a mi mujer otra ciudad suponía un inconveniente familiar serio», señala con vehemencia.

DESEMBARCO EN LA CEPOE. Y fue entonces cuando llegó el trabajo en el que se ha sentido muy cómodo y valorado durante los 21 años de su vida laboral en la antigua Confederación Palentina de Organizaciones Empresariales (CEPOE,) hoy CEOE Empresas de Palencia. El empresario hotelero Antonio Primo, al que conocía de mucho tiempo atrás, le comentó que si aceptaba ser secretario de la patronal él presentaba su candidatura como presidente . «La verdad es que llegamos en una etapa de serias dificultades económicas en la Confederación y había una deuda muy importante. Empezamos a trabajar duro y conseguimos sanearla y aumentar la plantilla. Creamos el primer servicio de seguridad laboral e impartimos numerosos  cursos de  formación en la capital, Aguilar y Guardo en locales del patrimonio sindical acumulado que se acondicionaban al efecto», indica.   

De su etapa en la organización empresarial solo tiene palabras de agradecimiento hacia sus compañeros y el que fuera muchos años su presidente, Antonio Primo. ya fallecido. «Era una persona magnífica, hecho a sí mismo, muy generoso y un magnífico conversador. Contaba con una sabiduría natural y sabía rápidamente con quién hablaba  y cómo actuar en cada situación », asevera.

Del momento empresarial que vivió como secretario general de la patronal, destaca el crecimiento de algunas compañías y la buena relación con todo tipo de instituciones. «Un ejemplo claro de éxito y magnífica gestión es el de Galletas Gullón, hoy una multinacional consolidada en poco tiempo y, otros, los de Gestamp -grupo surgido en torno al automóvil con Renault como tractora de varias empresas auxiliares- además de la papelera Europac, actualmente DS Smith. En cuanto a la relación con instituciones como el Ayuntamiento, Diputación  y la Junta, siempre fueron magníficas. También con la Cámara de Comercio, en la que estuvo 20 años como presidente mi primo Vicente Villagrá y allí fui consejero como miembro de la patronal. Con todos el diálogo fue fluido», arguye.

También tiene un recuerdo especial para el que fuera presidente de la patronal CEOE a nivel nacional, el palentino José María Cuevas.  «Mantuvimos una relación muy especial al ser palentinos como él. Venía aquí todos los años en primavera  y acudía con su mujer al cementerio. Era un tío humilde, una autoridad en el mundo empresarial y tenía la influencia de un ministro. Acompañó al rey Juan Carlos en numerosos viajes, fue consejero de la Casa Real y mantuvo una gran amistad con el monarca. Era increíblemente listo en cualquier tipo de negociación e inteligentísimo. Recuerdo ir  a muchas reuniones de secretarios generales a Madrid y Cuevas siempre me decía cariñosamente: Villagrá, cuéntame algo de Palencia y qué novedades hay.....Guardaba un gran recuerdo de su tierra y le interesaba mucho lo, que pasaba en ella», manifiesta.

NUEVA VIDA PERSONAL. Ya en la trastienda del mundo empresarial, Jaime Villagrá pasea habitualmente con su mujer, disfruta de sus  nietas que viven en Madrid cuando pasa etapas allí -Cristina y Carmen- junto a Marieta y Blanca, que reside en Palencia. «Tengo bastante más tiempo para la familia y una libertad de la que antes no disponía por el trabajo. Sigo levantándome a las 7 de la mañana y a las 11 tomo café a diario con amigos de toda la vida, mientras el lunes lo reservamos para una ronda de vinos. Leo todo lo que puedo y mantengo una gran relación con la Cofradía de la Virgen de Carejas, la patrona de mi pueblo, que en 2023 me entregó la medalla de los 50 años como cofrade», concluye.