Fueron coetáneos pero no hay evidencias de que se conocieran en persona, tan solo de oídas, pese a que fueron los grandes maestros de la escultura policromada del siglo XVII en España. Y es que los escultores barrocos Gregorio Fernández y Juan Martínez Moñtañés fueron los grandes genios de la imaginería, cada uno en su ámbito de influencia como eran Valladolid y Sevilla, y compartieron su espiritualidad para plasmar lo sagrado en madera. De ahí la importancia de la exposición que acoge la Catedral de Valladolid hasta el 2 de marzo, que reúne 68 piezas de ambos autores, mentores y discípulos para ofrecer un diálogo entre los máximos exponentes de la escuela castellana de escultura y la sevillana de imaginería.
Fernández y Montañés, pertenecientes a una misma generación y unas mismas coordenadas de pensamiento, llevaron el arte escultórico a uno de sus momentos más brillantes, impulsando el paso desde la estética del manierismo final al barroco naturalista en las décadas iniciales del siglo XVII. En definitiva, «dos colosos» de la imaginería policromada.
La muestra 'Gregorio Fernández - Martínez Montañés: El arte nuevo de hacer imágenes' -organizada por la Fundación Las Edades del Hombre, respaldada por la Junta y que cuenta con la colaboración de la Archidiócesis de Valladolid- se articula a través de un preámbulo y seis bloques temáticos que acercan al visitante a las biografías, los trabajos, los talleres y al legado de estos artistas, que marcaron un antes y un después en el arte escultórico del Siglo de Oro español y cuya fama se extendió por toda Europa y hasta América. No en vano, su legado a la Historia del Arte universal queda patente, cuatro siglos después, durante un recorrido por la exposición.
Comisariada por René Payo y Jesús Palomero, catedráticos de Historia del Arte de la Universidad de Burgos y de la Universidad de Sevilla, respectivamente, la muestra de esculturas, pinturas y obras documentales pone de manifiesto los rasgos comunes que comparten ambos maestros, que provienen, en gran medida, de los criterios ideológicos y estéticos impuestos por la Contrarreforma, pero que cada uno plasmó con una impronta propia. No en vano, la exposición trata de profundizar en las semejanzas y diferencias entre los dos artistas.
Los comisarios mostraron su satisfacción al ver hecho realidad un proyecto surgido en 2019 con el objetivo de «compaginar» y «contraponer» la creación que se hacía en dos referentes del inicio del Barroco, como Valladolid y Sevilla. Una idea que se reafirmó con la gran exposición de Montañés en la capital andaluza en 2020.
Por su parte, René Payo se centró en las diferencias de los escultores en acercarse en el intento de hacer real lo sagrado. Citó el uso de los paños acartonados que utiliza Gregorio Fernández, hasta parecer telas encoladas, pero también el uso de la sangre para mostrar el sufrimiento de los crucificados, los azotados y los yacentes.