Por San Blas, la naranja rodarás

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Cientos de personas veneraron ayer las reliquias del santo en Carrión para después ceder el protagonismo a los niños y sus frutas

Los niños rodando sus naranjas. - Foto: Fotos Eli

Con las cosas de comer no se juega, salvo cuando la tradición lo requiere. Y si en Carrión de los Condes hay un día en el que eso es así, es el día de San Blas.  Para los niños de la localidad esa fecha no está vinculada a eso de Por San Blas la cigüeña verás... sino a por San Blas, la naranja rodarás.

Y así hicieron varias decenas de menores, eso sí, después de cumplir con la otra tradición, casi ancestral, de venerar las reliquias de San Blas, en la  iglesia del Real Monasterio de Santa Clara.

«Ha habido una gran afluencia de personas a venerar las reliquias del santo, con una cola de cerca de media hora», constataba el alcalde de Carrión de los Condes, Javier Villafruela recién salido del templo de las Claras.

Cientos de personas veneraron las reliquias de San Blas.Cientos de personas veneraron las reliquias de San Blas. - Foto: Fotos Eli Tanto tiempo de espera por el elevado número de personas que, aprovechando la coincidencia del fin de semana, se acercaron hasta la localidad jacobea para besar la reliquia de San Blas -en una mano del párroco- y recibir el roce de otra en la garganta ya que según la tradición «ayuda a prevenir los problemas de garganta», apuntó el primer edil carrionés.

Es tras pasar por delante de los vestigios del santo (se dice que es la muñeca), cuando los niños salen a la calle con la intención de hacer rodar la fruta por la calle.

Una tradición que viene de lejos, aunque el escenario de la misma haya cambiado puesto que hace años se ejecutaba en las Eras -ahora urbanizadas y construidas-  y ahora en los entornos del convento de las Claras.

Una reliquia se besa y la otra se pasa por la garganta.Una reliquia se besa y la otra se pasa por la garganta. - Foto: Fotos Eli El origen de esta fiesta, tanto la veneración a San Blas como las naranjas rodando, poco se conoce, aunque la tradición oral la vincula con el Cid Campeador, su regreso de Valencia y un enfado monumental que le dejó sin voz y con las frutas por los suelos y los niños persiguiéndolas.

Pocos de los menores que ayer corrieron tras sus naranjas conocen esta historia, como tampoco los que a buen seguro, el  próximo 3 de febrero, volverán a hacerlo tras poner sus gargantas bajo la protección de San Blas.