Con los hábitos episcopales, el báculo y la mitra, Guillermo Doyague González -alumno del Blanca de Castilla y miembro de la Escolanía de la Catedral- se convirtió ayer en el Obispillo de Palencia, en una tradición recuperada en 2009 y que se remonta a la Edad Media.
El estatuto fundacional de los Niños de Coro de la Catedral de Palencia de 1366 menciona como obligación especial la fiesta del Obispillo, ya que la ausencia o falta a ella por parte de los canónigos se penalizaría con la máxima pena, restando 15 días de retribuciones.
Tras una celebración eucarística en la Seo, Guillermo Doyague salió a lomos de Alfaraz, una yegua blanca que recorrió el centro de la ciudad junto a Chopin, un caballo sobre quien montaba un paje etíope, ambos cedidos por el Club de Hípica Paraíso. La tradición de esta fiesta se remonta al siglo XIII y el sentido era el de representar a San Nicolás, que repartía regalos, juguetes y dulces a los niños, ayudado de este paje.
Lo que ayer se repartió, gracias a la colaboración de los niños de la Escolanía de la Catedral -ataviados con capelina malva y blanca-, fueron mandarinas y caramelos entre el público más joven.
El resto del séquito lo integraban los danzantes del Grupo Zascandil y los miembros de la Banda de Cornetas y Tambores del Cristo de la Misericordia, que amenizaron todo el recorrido con música y bailes.
proyectos. Al llegar el Ayuntamiento, el Obispillo bajo de su yegua y se dirigió a los palentinos, a quienes recordó el derecho de todos los vecinos de acudir a las autoridades cuando se necesite. Entre sus peticiones dirigidas expresamente al alcalde destacaron las de más iluminación en los parques y jardines, la instalación de una pista de hielo en la ciudad durante las fiestas de Navidad, más conciertos infantiles y que se planten más árboles.
El regidor Alfonso Polanco aseguró que seguirá trabajando para atender todas esas peticiones y se comprometió a colocar la tan solicitada pista de hielo el año que viene «si su instalación es viable».
A pesar del frío que hacía ayer en la capital, cientos de personas acompañaron a estos pequeños en procesión, un recorrido que prosiguió hasta El Salón para después volver a su origen.