Acompáñenos en un pequeño viaje en el tiempo hasta el siglo XIX, concretamente hasta el año 1872. No va a necesitar ninguna máquina, tan solo la imaginación. En aquel año se dieron varios hechos relevantes que marcarían el trascender de la humanidad durante los próximos años. En Estados Unidos se forjó el movimiento sufragista, además, se publicó la más que conocida novela 'La vuelta al mundo en 80 días' y nació el explorador noruego Roald Amundsen. Mientras tanto en España comenzó la Tercera Guerra Carlista, aunque también nació una de las figuras más relevantes de nuestras letras, Pío Baroja y se dio el hecho de que una mujer (Elena Maseras) se matriculó por primera vez en una Facultad de Medicina, convirtiéndose, además, en la primera universitaria española. En aquellos días convulsos nació la primera protagonista de una historia que llegará hasta nuestros días: Perseveranda Revilla Monge.
La de Perseveranda es la historia de una familia dedicada a la docencia a través de cinco generaciones. "Con ella empezó todo, que sepamos", explica Marta Isabel Merino, profesora de Griego y Latín en el Instituto Jorge Manrique de la capital palentina y que forma parte de la cuarta generación de 22 docentes que han dado clase desde el siglo XIX hasta la actualidad.
"Gracias a nuestra familia se puede ver la historia de la educación en España a través de distintas generaciones que es algo muy interesante ya que podemos conocer cómo se impartía la docencia en aquella etapa, qué métodos existían y cómo se imparte en la actualidad y los derechos que se han ganado a nivel profesional", sugiere Marta Isabel.
Las generaciones de esta familia han recorrido buena parte de la convulsa historia de España. Perseveranda se formó en la Escuela Normal Superior de Salamanca y obtuvo su titulación en 1890. Sus hermanos también estudiarían magisterio. Uno de ellos fue Ángel Revilla Marcos, catedrático de Literatura del Instituto Quevedo de Madrid y del Instituto de Bachillerato de Segovia, que compartió cátedra con su amigo y compañero Antonio Machado, mientras que la nieta de otro de los hermanos, Carmen Sánchez Revilla, se convertiría en catedrática de pedagogía en la Escuela de Magisterio de Oviedo y se casaría con el filosofo Gustavo Bueno.
Desde el nacimiento de Perseveranda, la familia ha atravesado buena parte de la historia de España, que abarca desde el reinado de Amadeo de Saboya, pasando por la Primera República, la Restauración, la Segunda República, la Guerra Civil, la dictadura y la actual democracia. Tiempos oscuros hasta llegar a la actualidad. "Mi bisabuela ni siquiera tenía derecho a la baja de maternidad y se la tuvo que costear, además de buscar a una profesora sustituta y pagarla de su bolsillo", explica Marta Isabel. "La Guerra Civil y la posterior dictadura tampoco fueron fáciles para la familia. Mi abuelo, por el solo hecho de ser maestro, tuvo que pasar la depuración a pesar de haber luchado en el bando nacional", señala. "El maestro estuvo estigmatizado porque la profesión estuvo muy vinculada con la República. Franco le degradó y mi abuelo siempre fue muy crítico con ese hecho", añade.
Una época diferente a la que hoy conocemos y es que no siempre cualquier tiempo pasado fue mejor. "En los tiempos de mis bisabuelos había clases muy numerosas y una disciplina férrea, métodos que ahora son impensables. En la actualidad hay otros sistemas educativos y metodologías, aunque no sé hasta que punto hemos evolucionado o involucionado… Hoy en día nos confundimos ya con todas las siglas de los sistemas educativos que ha habido durante los últimos años. Es para reflexionar", señala la maestra.
A través de las distintas generaciones la familia se fue expandiendo por los pueblos de la provincia palentina. Cantoral de la Peña, Ampudia o Villamuriel, pero también en las diferentes provincias de Castilla y León e incluso más allá de los límites autonómicos. "Fundamentalmente hemos ejercido en Castilla y León, pero la familia se ha expandido a otras comunidades autónomas. Estamos dejando el reguero por muchos sitios", asegura esta profesora palentina, que ya tenía claro lo que quería ser de mayor desde bien pequeña. "Es algo que se lleva en la sangre, de hecho mi padre trabajó en el Banco Santander, en un puesto relevante y decidió dejarlo porque quería dedicarse a la docencia. El dinero le importaba muy poco", destaca.
La vinculación a la educación ha llevado a las dos últimas generaciones a coincidir en el Instituto Jorge Manrique de Palencia y es que actualmente, seis miembros de esta familia coinciden este curso en el instituto palentino: Paula Begoña Merino, Guillermo Granja, María Asunción Adán Merino, Miguel Adán Merino, la propia Marta Isabel Merino y el último en llegar Mikel Pardiñas.
"Algunos de nosotros hemos estudiado en el instituto y muchos hemos acabado como profesores en distintas especialidades. Hemos dado clase, estamos dando clase y espero que sigamos dando clase", apunta la maestra. "El de esta familia es un caso excepcional dentro de la provincia de Palencia y supongo que habrá pocos en España".
Pero no solo la historia ha cambiado la idiosincrasia del país, también el alumnado lo ha hecho en estos casi doscientos años. "Los estudiantes han cambiado mucho durante todo este tiempo. Sobre todo la disciplina. Antes el maestro llevaba por delante el título de Don, con lo que ello significaba, ahora…", explica entre risas Marta Isabel. "En el Jorge Manrique se siguen conservando las tarimas, que es el lugar destinado al profesor. La tarima imprimía un carácter al docente y eso hoy en día es impensable", señala.
"La educación es una mezcla de disciplina y cariño para llegar al alumno y eso lo he aprendido a lo largo de todas estas generaciones", concluye esta maestra que al echar la vista atrás contempla con orgullo la historia de su familia, pero también la de un país que ha visto crecer su educación exponencialmente durante los últimos doscientos años que ha pasado de un 75 por ciento de analfabetismo en la década de 1870 al actual 1,41 por ciento de nuestros días.