Hay dos componentes muy abiertos en el análisis del escenario político nacional. Uno, lo que nos depare el protagonismo del Poder Judicial con la llegada de la ley de amnistía al BOE. Y dos, el impacto de las elecciones europeas del 9 de junio en la relación de fuerzas del que gobierna (PSOE) y el que aspira a gobernar (PP).
Sin esperar a manejar esas dos variables con certezas, no con conjeturas, Núñez Feijóo ha reclamado la disolución de las Cortes y la inmediata convocatoria de elecciones generales anticipadas. Me parece prematuro e innecesario, en función de su interés por aparecer ante los votantes como un aspirante creíble a presidir el Gobierno, pues si la aplicación de la amnistía y las urnas del 9-J no le van tan mal al PSOE como cree el PP, se resentirán las aspiraciones de Feijóo a la Moncloa.
Lo inmediato es la previsible aprobación de la ley de amnistía (jueves, 30 de mayo en el Congreso), salvo sobresalto inesperado en este clima de fango y polarización. Se abre una etapa de rumbos inciertos porque ahí termina la función del Poder Legislativo (y la capacidad condicionadora del Ejecutivo) y empieza la del Judicial.
A partir del viernes (publicación en el BOE) será la hora de los jueces, los llamados a aplicar la ley. La norma no viene marcada por insalvables automatismos. El Tribunal de Justicia de la UE y nuestro Tribunal Constitucional serán requeridos por el Tribunal Supremo y otros tribunales que en su día juzgaron los delitos cometidos en un temerario desafío del soberanismo catalán al Estado. Y no es descartable que, al menos parcialmente, queden en papel mojado los mandatos del texto apadrinado en origen (proposición de ley) por el PSOE a cambio de los siete escaños de JxCat en apoyo de la investidura de Sánchez.
La otra gran incógnita del momento es el desenlace de las elecciones europeas, respecto a las que solo podemos invocar las distintas encuestas que se vienen publicando. Por cierto, con una cierta tendencia del PSOE al alza y el PP a la baja, siempre en el marco de una victoria del PP solo cuestionada por el CIS de Tezanos.
Núñez Feijóo espera un triunfo holgado en esa macroencuesta que va a suponer el resultado de las elecciones del 9 de junio, en circunscripción única, lo cual refuerza el carácter plebiscitario de las urnas que, por primera vez desde las elecciones generales, van a medir a escala nacional el grado de malestar social sobre la figura de Pedro Sánchez que, según el líder del PP, es creciente.
Más le vale que se cumplan sus optimistas previsiones, porque si al final resulta que las urnas del 9 de junio dejan vivo a Sánchez, a pesar de que gobierna sin presupuestos y con un pedestal de poder en descomposición, a Feijóo le podrían señalar el camino de vuelta a Galicia.