El pasado día 2, Julián Maestro tenía que haberse marchado de su casa. La suya es una de las siete viviendas que el proyecto del nuevo acceso sur del ferrocarril de Alta Velocidad a la capital palentina contempló su expropiación y posterior derribo. De todas ellas, la mayoría segundas viviendas ubicadas en la zona de Las Obispalías, en las inmediaciones de la factoría de Áridos Antolín en la salida de Palencia hacia Valladolid-, cinco ya son una montaña de escombros.
Solo las de Julián Maestro y su vecino resisten en pie, por ahora. Él asegura que quiere resistir porque «no tiene a dónde ir». «Tras mi divorcio, esta es actualmente mi vivienda habitual», deja claro.
La expropiación ha supuesto «un mazazo» para él. «Me ofrecen por 12.700 euros cuando hace 20 años compré la casa y el terreno por 70.000 euros. Pierdo mi casa y 500 metros cuadrados de terreno con varios árboles y el pozo... Y, además, ocupan los 2.000 metros cuadrados restantes de la finca para trabajar, por lo que cuando termine la obra tengo la obligación de reponerlo a su estado inicial con el dinero que me han dado», relata Julián Maestro.
Un palentino se niega a dejar su vivienda expropiada por Adif - Foto: Óscar Navarro«No pido todo ese dinero ni la inversión realizada durante estos años, pero sí al menos que me realojen en otro lado y que me den lo suficiente para reponer lo que se ha roto porque solo la puerta, la verja y el pozo valen esos 12.000 euros», sostiene ese palentino que avisa de que «hasta que no venga el Juzgado con una orden de desahucio» no se va a mover de allí.
A menos de medio kilómetro de su casa, los operarios de la empresa Vías y Construcciones, a las que Adif adjudicó este proyecto por 61,3 millones de euros, trabajan en la creación de la plataforma por la que viajarán los AVE que entren en la ciudad. Una distancia que cada día se hace más corta, y es que Julián Maestro sabe que un día de estos llamarán a su puerta para echar abajo su vivienda.