Del Tratado de Anatomía de Juan Valverde de Amusco, publicado en 1556, debemos destacar las siguientes aportaciones como las más publicadas de la obra. En primer lugar, una serie de aportaciones importantes relativas al descubrimiento de los músculos oculomotores, faciales, de la garganta y de la palma de la mano, algunos de ellos omitidos en el tratado de Vesalio e incorporados por el amusqueño, como el músculo ciliar, el elevador del párpado superior, la polea del oblicuo mayor y el aparato lacrimal. Por otro lado, describe perfectamente la intersección con el nervio óptico de los músculos oculares y completa en su estudio la cantidad y densidad del humor acuoso.
Otra de las grandes aportaciones de Valverde tuvo que ver con el descubrimiento del circuito menor de la sangre. Como dijimos en otros capítulos, Miguel Servet en su obra Christianisimi restitutio podía haberlo publicado antes que el de Amusco, pero parece ser que ambos no se conocían y que la publicación de Valverde fue la de mayor repercusión en el mundo de la ciencia médica. Ambos rebatían la idea galénica de la existencia de poros en el tabique interventricular del corazón, explicando que por esos poros pasaba la sangre en lugar del considerado circuito menor de la misma. Llevando a cabo una magnífica y original descripción de la figura del tabique interventricular que marcó una época en la anatomía del corazón, intuye o describe básicamente lo que iba a ser la endocrinología, adelantándose en siglos a los conocimientos de su época.
También destacamos múltiples correcciones y aportaciones de Valverde en sus libros I y II, capítulos dedicados a la osteología (estudio del sistema óseo) y a la miología (estructura muscular), donde sus aportaciones y correcciones generaron un abanico de conocimiento importante sobre el origen correcto e inserción de músculos y huesos desconocidos hasta entonces. Por ejemplo, corrigió a Vesalio en la inserción próxima de los músculos del recto del abdomen (Vesalio llevaba la inserción a la clavícula), modificó la anatomía de las articulaciones de los dedos y de la membrana de los músculos abdominales. Además, verificó la anatomía del oído medio (en concreto del estribo) y del tabique nasal y describió también los dos músculos que mueven la garganta, el número de músculos que mueven la lengua (que son diez y no nueve como decía Vesalio) y completó los músculos de la cara y el muslo. Asimismo, sumamente interesante fue el estudio que hizo del embarazo, de la fisiología del mismo (anatomía fisiológica) y de la fecundación.
Quizás el patrón neuroanatómico de Valverde, que es mayormente subsidiario del de Vesalio, tiene que ver con las estructuras cerebrales, ya que ambos señalan su alejamiento de la teoría clásica de las tres celdillas, trasmitida durante el Medievo por los escolásticos y por el galenismo arabizado, que otorgaba el papel preponderante a los ventrículos cerebrales como custodios de las funciones cognitivas superiores. En este aspecto, es Valverde quien por primera vez en la historia describe el inicio del trayecto intracraneal de las arterias cerebrales.
MÁS LEÍDO. Pero... ¿por qué el Tratado de Valverde es el libro más leído de anatomía y uno de los mayores del Renacimiento?
En palabras de Arturo Castiglioni y de otros, el estilo de redacción del amusqueño es muy preciso, esquemático y conciso, no como la fábrica de Vesalio, que lo hace con estilo más oscuro y ciceroniano. Además, es mucho más económico (asequible) como consecuencia de la reducción del número de folios y el trabajo de impresión con mayor resolución puesto que usó planchas en cobre (de mayor calidad) sin imágenes intercaladas en textos, llevando a cabo una publicación mucho más liviana y con un tamaño muy manejable.
Como señala el doctor palentino Rafael Navarro, vale la pena destacar la obra de Valverde porque es un compendio de Ciencias y Arte, al señalar las figuras de cobre entalladas, mejorando con ello las láminas de Vesalio, corrigiendo detalles de este autor, incluso muy pequeños, lo que significaba ya un acontecimiento artístico y científico de primerísima magnitud.
Su impresión fue en romance castellano, no en latín académico, lo que le hizo llegar a todos sus destinatarios como un manual verdaderamente útil. Este es un aspecto sumamente importante y uno de los grandes legados del amusqueño, ya que, así, creó un lenguaje anatómico castellano hasta entonces inexistente. Y de esta manera puso en valor y aplicó muchos de los términos de la matanza castellana a su tratado de anatomía.
Por ejemplo, la letra de morcillo para nombrar los músculos, aveñuelas (pestañas), tetas (mamas), pendejo (pubis), rabadilla (coxis), celebro (parte posterior sesos), ternillas (cartílagos), atadura de los huesos (ligamentos), flema (moco), tripas (intestino), compañones de la mujer (ovarios), pellejo (piel o dermis), choquezuela (rótula)... y muchísimos más que completarían una larga lista de ese romance que Valverde convirtió en lenguaje médico internacional.
Lo que buscó con ello y consiguió fue acercar los conocimientos anatómicos postvesalianos al ámbito del empirismo quirúrgico, vehiculándolos mediante un romance claro y expresivo.
COMPONENTE PEDAGÓGICO. De este modo, el anatomista palentino incorpora un componente pedagógico importante, tratando de explicar la realidad sin imponer el término, y lo hace más preocupado en presentar los conceptos (como en un dibujo) que en dotar de términos a estos conceptos. Lo que catapultó a su obra para ser tildada como pionera en el uso de una nueva metodología científica anatómica y de desarrollar un idioma científico español.
En cuanto a la iconografía de la obra debemos destacar que el de Amusco aporta en total cuarenta y dos ilustraciones aunque sólo quince de ellas son originarias suyas. Utiliza de Vesalio el resto y las destaca como su autor.
Las ilustraciones de Valverde serán de mayor calidad debido al uso en las mismas de buril de cobre en lugar del taco de madera utilizado por Vesalio en sus impresiones, lo que constituyó una mejora importante en la calidad y claridad de las imágenes. En estas quince imágenes destacamos las figuras del grabador lorenés Nicolás Beatrizet (de 61 años) que firma algunas con letras en mayúscula NB, y del español y coincidente en Roma con Valverde, Gaspar Becerra, al que podemos situar como seguidor de Miguel Ángel y que parece ser el autor del hombre desollado que vimos en el anterior capítulo y de laimagen de portada de la primera impresión del tratado de Valverde en 1556.
Muchos de los referentes médicos de la época describen las imágenes de Valverde como propias de una anatomía realista, elegante, serena, representativa del movimiento, lejos del estatismo y quietud clásica, asentadas sobre un breve trozo de paisaje de decoración plateresca.
Destacan por su originalidad las imágenes del esqueleto en actitud de meditación y del esqueleto con bastón, y posteriormente destacan algunas de las trece imágenes relativas y demostrativas de miología. Destacando la primera artísticamente atractiva, mostrando toda la piel del cuerpo colgando de la mano derecha, y en la izquierda el cuchillo que sirvió para su disección (desollado). Los planos de las vísceras abdominales, con piel y el epiplón sostenidos por las manos y la boca; las venas, arterias y nervios en finísimos dibujos.
Maravillosa es la imagen del desnudo femenino en actitud de pudor, con gran panículo adiposo, ocultando la mano izquierda sobre el pubis y con la derecha tapando la mama correspondiente; el vientre abierto en cruz muestra el útero gestante. Es una excelente representación de la mujer embarazada. Además, aparece una muestra destacada del instrumental anatómico del momento.
CASTELLANO. A modo de conclusión, cabe destacar que Valverde justificó así la redacción del tratado «en castellano para aquellos para quién yo escribo pudiesen gozar mejor de mi fatiga; y porque en latín han escrito largamente tantos, que no me parecía necesario nuevo trabajo».
Y añadió: «mirando por otra parte las pocas de doctrinas que en esta lengua hay escritas, y la poca autoridad que entre los españoles tienen las cosas de Roma...».
Por último, afirmó «que este libro no será más que una simple relación de lo que yo he visto en los cuerpos», lo que quiere decir que su obra es el resultado de su personal estudio anatómico del cadáver.