Mantener vivo el recuerdo de las víctimas del terrorismo y condenar el terror que azota el mundo. Dos mensajes tan necesarios que cuesta concentrarlos en un minuto de silencio, pero que llevan en su interior un significado tan profundo como compartido.
Las autoridades palentinas se concentraron ayer, al mediodía, a los pies del Consistorio y del Palacio de la Diputación para condenar la lacra del terrorismo. El acto, convocado por la Federación Española de Municipios y Provincias en todos los ayuntamientos y diputaciones del país, tuvo una doble reivindicación: recordar el atentado del 11 de marzo de 2004, el mayor en la historia democrática española, y conmemorar el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo. «La memoria colectiva necesita mantener en el recuerdo que, hasta hace poco, en este país, había terrorismo, y que incluso a día de hoy el yihadismo sigue latente como estamos viendo en otros puntos de Europa», manifestó la alcaldesa, Miriam Andrés.
El 11 de marzo de 2004 es una fecha que nunca desaparecerá de la memoria de los españoles. Aquel día, del que ayer se cumplieron 21 años, alrededor de las 7,40 horas, estallaron diez bombas en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid casi de forma simultánea. Las estaciones de Atocha, El Pozo, Santa Eugenia y la calle de Téllez se convirtieron en el escenario de la tragedia. Entre los 192 fallecidos, (193 con Francisco Javier Torronteras, el GEO de la Policía Nacional que falleció en un piso de Leganés durante una operación policial días después para capturar a los terroristas cuando uno de ellos se inmoló) hubo dos palentinos: Donnino Simón, de Guardo; y Félix González, de Guaza de Campos.
Minuto de silencio en el Ayuntamiento - Foto: DPETA. El terrorismo de ETA dejó durante su más de medio siglo de barbarie diez víctimas naturales de la provincia. Siete de ellas eran guardias civiles, dos militares y otra agente del Cuerpo Nacional de Policía.
Todos ellos fueron homenajeados por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) de Palencia, que quiso mantener vivo su recuerdo con una ofrenda de flores en el monumento a los que padecieron esta lacra, en la glorieta de la avenida de Cuba.
A estas diez víctimas mortales se suman aquellas vidas que cambiaron drásticamente por culpa de la banda criminal, que dejó a sus espaldas más de 850 asesinatos en todo el territorio nacional y, al menos, 4.000 heridos.