Partimos de la base de que su trabajo es totalmente esencial para que usted pueda leer este periódico (o cualquiera de la competencia) todos los días del año. Sin ellos, el trabajo de las redacciones no serviría para nada, ya que el mecanismo de la prensa escrita, que atesora siglos de historia en España y también en Palencia, es una cadena en la que, si se rompe un eslabón, se malogra.
Hablamos, en este caso, de los vendedores de periódicos, personas que, en la mayoría de los casos, tienen que acudir a su punto de trabajo sea lunes, sea domingo, un festivo local o el Día de la Constitución, por poner algunos ejemplos. Solo hay tres excepciones en todo el ejercicio: Año Nuevo, Sábado Santo y Navidad. Nadie puede dudar, por tanto, de que es un trabajo duro y sacrificado en el que además se suma otra circunstancia en contra que no se puede obviar: el cambio de hábitos de la población, cada vez más pendiente de lo digital.
Siete kioscos sobreviven abiertos en la capital y uno de ellos, salvo cambio de última hora, tiene ya puesta la fecha de caducidad. En estos pequeños espacios situados en plena calle, entre revistas, coleccionables, diarios y chucherías para los más pequeños, se encuentran estos tenderos de la actualidad, que, pese a tener que madrugar -y mucho- para empezar a colocar el género diario que llega aún caliente de las diferentes imprentas para informar a todos los palentinos, esperan a los clientes con una sonrisa. Más de uno ha leído el periódico mientras desayunaba y, para ello, tiene que estar abierto un punto de venta antes de que se tome el café.
«Es una labor de lunes a domingo y antes que abrir hay que repartir a algunos vecinos y bares», remarca Recuerdo Alonso, que se hizo cargo hace diez años y medio del kiosco de la zona peatonal de la calle Becerro de Bengoa tras administrar el punto de venta de prensa del centro comercial Las Huertas. Por su parte, Ana María Gordo, del negocio de la avenida de la República Argentina, también habla del esfuerzo que supone estar todos los días al pie del cañón, pero hace hincapié en que es un trabajo que «he mamado desde pequeña», ya que le viene de tradición familiar. Lleva casi 18 años como responsable, pero en total suma 37 ejercicios en el sector porque previamente ayudó a su padre.
Ambas admiten que el público mayoritario que consume actualmente prensa escrita es de avanzada edad, una afirmación en la que coinciden también en otros puntos de la ciudad. Los jóvenes suelen decantarse por algunas revistas orientadas a su edad -«que compran especialmente por los regalos que vienen», según apunta Gordo-, mientras que a los más pequeños se les va la mirada a otros artículos, como cromos, bolsas de pelotazos o chucherías. Los escaparates que rodean estos puestos, que son elementos que forman parte de la ciudad como las estatuas o las terrazas, ofrecen mil opciones para que los palentinos puedan leer, prácticamente, lo que quieran, desde revistas de moda y estilo de vida a cabeceras de humor, de historia y deportivas. Las cabeceras Retrogamer, Motor 16, Autopista, InStyle, Elle o Women son algunos de los títulos que aparecen junto a Diario Palentino y el resto de rotativos que se venden diariamente en Palencia.
Pero si hay un aspecto que destacan en los kioscos es el contacto humano, lo agradable que es hablar con el vecino, con los amigos y con los clientes que se acercan a estos negocios que, frente a viento y marea, aún no han sucumbido.«La gente viene todos los días y al final hay cierta relación», detalla Alonso. Más explícita es Gordo. «A mí me gusta el kiosco, me gusta mucho el trato y si no me gustaría no estaría aquí», subraya la vendedora, una de las que podrían llamarse últimas supervivientes. De hecho, lamenta que cerrara el cercano puesto del parque del Salón, junto al colegio Modesto Lafuente, ya que tenía una buena relación con su gerente.
Por desgracia, este kiosco no es el único que ya no se abre todas las mañanas. Por poner algún ejemplo, el de la bocaplaza, junto al monumento a Jerónimo Arroyo, hace ya tiempo que no cambia las revistas de sus escaparates, al igual que el que hace esquina frente a la fachada principal del Cine Ortega o el que está situado junto al Servicio Territorial de Sanidad de Palencia, en la avenida de Casado del Alisal. «Puesto que se cierra ya no se abre», señalan.
FUTURO. Tanto la dependiente de Becerro de Bengoa como la de República Argentina explican que les apena ver kioscos cerrados a su paso por Palencia. El de Cardenal Cisneros sigue abierto tras hacerse con él Francisco Blanco, que recibió la concesión hace casi cinco años. Para ello, tuvo que estar vinculado un año antes al negocio, que es lo que marca la ordenanza para poder hacerse cargo de este punto de venta. «Tienes que ser colaborador o ser familia del anterior concesionario», manifiesta el vendedor, quien admite que, en este momento, «o se hace de esta forma o es complejo» administrar uno. «Es una normativa de hace años y quizá tendrían que actualizarla un poco a las circunstancias de hoy», detalla. En este caso, ocurre lo mismo que en otros puntos de la ciudad. Lo mejor, el trato con vecinos, asegura Blanco. Eso sí, de edad avanzada.
Esta situación se observa claramente en los kioscos porque están cerrados en el medio de la calle, pero en el resto de puntos de venta la situación es similar. En el año 2000 había más de 100 establecimientos que vendían prensa en la provincia. Ahora se mantienen 56, de los cuales 19 están situados en la capital. De todos ellos, no hay que olvidar que prestan un servicio diario, pero diario de verdad. 362 (o 363) días al año.