«Examinada en conjunto esta quincena, no puede pedirse más borrascosa y perturbada, viniendo a ser como una anticipación del otoño. El viernes, 17 del corriente dará principio con persistente y duro temporal que dominará hasta el 28 inclusive». En tiempos en los que cualquier aplicación del teléfono móvil permite conocer o hacerse una idea de qué tiempo hará dentro de una semana o 15 días, esta previsión puede no salirse de lo convencional. Tampoco era algo excepcional para Noherlesoom, pero, en su caso, a finales del siglo XIX. Algo que sí llamó la atención en su época.
Con ese parte para dos semanas inauguró en agosto de 1888 su Servicio Meteorológico que más tarde derivaría en el Boletín Meteorológico. Una publicación quincenal a la que estaban suscritas numerosas instituciones y que era para los agricultores y pescadores un manual de supervivencia, por resultar «claro y preciso». También «osado y hasta temerario al atreverse a dar predicciones con varias semanas de adelanto cuando, incluso en la actualidad, es complicado», aseguró Alejandro Polanco en diciembre de 2008 en Historia de Iberia Vieja.
«El astrónomo americano Noherlesoom predice...», decían los periódicos que se hacían eco de las «acertadísimas» previsiones que realizaba para El Siglo Futuro desde 1886. Su estreno fue en el mes de mayo y en su primer Ensayo anunció una fuerte tormenta en Madrid para el día 10 de mayo. El incidente ocurrió y provocó, según ABC, 24 muertos y más de 400 heridos. Noherlesoom lo había previsto y plasmado en las páginas de El Siglo Futuro el 28 de abril.
Aquello hizo que los ojos de España se fijaran en los vaticinios de aquel misterioso hombre que, por lo general, acertaba, aunque no siempre como lo atestiguó Diario de Tenerife el sábado 18 de junio de 1887: «El astrónomo señor Noherlesoom anuncia una tempestad que, procedente de las islas de Madera y Canarias, llegará a España el día 11 (…). Pues al menos, en lo que a estas islas se refiere, se equivocó el Sr. Noherlesoom, y de ello nos alegramos».
Sin embargo, la mayoría de los periódicos alababan la precisión del «norte-americano». «La predicción del meteorologista americano señor Noherlesoom se cumple por lo que respecta a esta isla» (El Liberal de Menorca, julio de 1887); y «una vez más ha demostrado que no se equivoca el Señor Noherlesoom, que en tiempo oportuno anunció el temporal» (El Meridional de Almería, en febrero de 1888), son dos ejemplos.
Tal era su alto nivel de infalibilidad que en El Porvenir de León llegaron a proponer, de cara a sus fiestas, que «ya bueno o malo, debemos señores hacer un regalo en esta semana al gran Noherlesoom. Si no le obsequiamos con más o con menos nos manda una de aguas y lluvias y truenos y se queda sin fiestas el pobre León». Era una celebridad sin rostro que consiguió fama con rapidez gracias a lo afinado de sus predicciones y al parapetarse tras un enigmático seudónimo.
Su identidad. Hasta que en febrero de 1888 El Liberal desveló su historia. «¿Y si Noherlesoom no fuera extranjero como ustedes creen y él se finge?» No era ni americano, ni británico, ni nórdico… sino, sorpresa, castellano. En un primer momento se dijo que procedía de Valladolid, pero él se encargó de publicar que quien estaba detrás de Noherlesoom era un palentino de Santa Cecilia del Alcor: Francisco León Hermoso, nacido el 17 de septiembre de 1843, es decir, el lunes hizo 175 años.
Y estudios de meteorología, pocos. De hecho, esta ciencia estaba, como quien dice, en pañales. En España apenas existía el Observatorio Astronómico de Madrid con unos resultados limitados y que años más tarde cedió el testigo al Instituto Central Meteorológico (actual Aemet).
En realidad, Francisco León Hermoso cursó Derecho en Valladolid y estudios teológicos en Salamanca. Pero las borrascas y los temporales constituían su pasión. Además, León Hermoso era un gran observador y gracias a esa cualidad podía predecir o acercarse a lo que ocurriría. Todo, pese a no tener estudios canónicos, haber desistido de entrar en la Cátedra de Astronomía de la Universidad Central y ser español.
Así criticaba Diario de Córdoba, el 26 de febrero de 1888, la situación que había sufrido el palentino: «León Hermoso presentó las primicias de su observación, de su ciencia astronómica, en algunas redacciones de periódicos: -Aquí tenemos un astrónomo. -¿Cómo se llama? -Hermoso. -¿Español? -Sí, por cierto. -Valientes tonterías dirá. -Anuncia temporales. -El que estará corriendo él mismo. -¿Se publicarán sus pronósticos? -Qué se han de publicar. ¿Para que se rían de nosotros? Hartas planchas hacemos ya en la tierra». Le ocurrió en dos rotativos, y comprendió que como castellano en algo tan novedoso no se iba a ningún sitio. «Con ese nombre que podría usar cualquier español ignorante en materias astronómicas, su fama no hubiera llegado a dar autoridad de artículos de fe a sus predicciones», apuntaba El Resumen, al poco del descubrimiento.
Utilizando las letras de sus apellidos León Hermoso creó un anagrama que todo lo cambió: Noherlesoom. Gracias, primero, al anuncio del ciclón madrileño con días de antelación y a las siguientes predicciones acertadas, su popularidad creció como la espuma… «Sus artículos se han leído con curiosidad primero y luego con notorio interés por la repetida comprobación de sus vaticinios y, por último, en el actual invierno, tan cruel por sus accidentes infinitos, Noherlesoom ha logrado fama completa y fe ciega en sus anuncios», mantenía El Resumen a finales de febrero de 1888.
No en vano, hasta toreros como Frascuelo, con quien le unió una gran amistad, le preguntaban sobre el tiempo para tal o cual festejo.
El anuncio de su identidad no le restó un ápice de credibilidad y popularidad y se aceptó con alegría general (salvo por los sectores más liberales) que fuera producto patrio, como mostraba Diario de León a finales de febrero de 1888: «El último ciclón anunciado por el célebre castellano Noherlesoom (León Hermoso) ha afectado a toda España». O el Diario de Córdoba, unas semanas después: «Celebramos que sea español el que ha conquistado una reputación envidiable».
A pesar de su popularidad y respeto social, se le cerraron las puertas del Observatorio Astronómico de Madrid, adonde solía acudir. Escoció mucho que Noherlesoom fuera español y sin estudios reglados en la materia. Miguel Merino, director del Observatorio, aseguró en una carta dirigida a El Globo que «el popular meteorólogo no alcanza en materia de cálculos matemáticos un puntito más de las cuatro primeras reglas, trabajosamente aprendidas por la rutina» y que era hombre de quien no le constaba «que sepa distinguir, bien distinguidos, un barómetro de un termómetro». La carta se reprodujo en multitud de periódicos.
León Hermoso contestó y propuso a Merino un debate sobre sus métodos que no se llegó a concretar. Sus desencuentros y pullas desde El Siglo Futuro al Observatorio le ganaron una reprimenda de los propietarios, por lo que Francisco León y su alter ego Noherlesoom iniciaron una aventura en solitario.
beca palentina. «Ayudado por la Diputación Provincial de Palencia, y por algunas otras personas, Noherlesoom ha establecido un servicio meteorológico, no tan perfecto y completo como debería serlo pero sí suficiente al objeto que se propone de continuar sus trabajos sobre la prognosis del tiempo». De esta forma anunciaron decenas de periódicos de todo el país la iniciativa privada y particular de Noherlesoom.
En la sesión de la Asamblea Provincial del 3 de julio de 1888 se abordó y, posteriormente, se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia del 11 de julio, el acuerdo de la Diputación para auxiliar a un paisano tan notable como Francisco León Hermoso con una ayuda de «990 pesetas durante el término de tres años a fin de que pueda atender con ella a la publicación del Boletín Meteorológico y para que sirva de estímulo en el estudio de la astronomía».
Lo curioso es que, para muchos periódicos, el servicio meteorológico era de la Diputación de Palencia, quien solo puso una condición: que se enviaran varios números del Boletín a la Asamblea Provincial, a la escuela de Segunda Enseñanza y a la Normal. Aún hoy la Diputación custodia un ejemplar, dedicado por León Hermoso a la institución.
Con esa ayuda, la publicación salió adelante a partir de febrero de 1890. «Tenía una novedad sobre sus colegas del extranjero. Ofrecía la predicción del tiempo nada menos que para los 15 días siguientes. No hay duda que esa audacia científica de Noherlesoom tenía un objetivo claramente comercial: El boletín, publicado quincenalmente, no tendría mucha demanda si solamente ofrecía la predicción del tiempo para uno o dos días, como hacían las publicaciones más ortodoxas», explicaron Manuel Palomares Calderón y Francisco Martín León en Francisco León Hermoso, alias ‘Noherlesoom’ (1843-1897). El primer ‘hombre del tiempo’ en España, difundido en mayo de 2005 en la Revista de Aficionados a la Meteorología (RAM).
Pero Noherlesoom se justificaba de otra forma en el primer número: «Todos los meteorólogos, aún los más optimistas, consideran que no hay, hoy por hoy, ningún principio ni fundamento sólido que científicamente pueda conducirnos a prever el tiempo que pueda ocurrir más allá de dos o tres días a lo sumo, y que todo lo demás es una quimera. Y en realidad es así; el estado de la ciencia conocida no da de sí otra cosa. Pero la Meteorología está en condiciones de realizar progresos como las demás ciencias y nadie sin evidente temeridad puede negar la posibilidad de esos progresos. Lo único que indudablemente puede ser motivo de duda, a pesar de los hechos, es que yo lo haya conseguido».
Algo muy al hilo de lo que publicó La Ilustración Ibérica de Barcelona unas semanas antes. «Noherlesoom debió comprender que si en el Observatorio había datos y elementos para predecir los ciclones (ramo de su especialidad) y allí no los predecían, sería por motivos particulares, dignos de consideración; y si no era por esto, sería porque allí no sabían utilizar los datos ni los instrumentos, y, en este caso, hacer patente la ignorancia de los demás».
siete años de ‘boletín’. El Boletín Meteorológico Quincenal se editó cada quince días, sin falta, hasta 1897. Gozó de una enorme suscripción, que pagaba cada año 5 pesetas en Madrid y 6 en provincias, lo que le permitió mantener un despacho en la calle Mayor 81-83 de Madrid, entre la Puerta del Sol y La Almudena. Con este éxito, la Diputación de Palencia optó por cortar la pensión de 990 pesetas anuales, al entender que León Hermoso ya contaba con suficientes subscriptores para sustentarse. Por otro lado, la Diputación tenía una situación «aflictiva» con «múltiples atenciones que pesan sobre los fondos provinciales», tal y como recogía el Boletín Oficial del día 21 de abril de 1891. Eso sí, mantuvo cinco suscripciones. De la Diputación de Madrid también recibía Noherlesoom una subvención de 1.500 pesetas al año.
Además de las consabidas previsiones meteorológicas, con mapas isobáricos a tinta azul sobre España y parte del Atlántico y de Europa, Noherlesoom incluía artículos con descripción de aparatos, biografías, datos, comentarios, curiosidades geográficas, actas de congresos, detalles de los astros… Con ello acercó algunos secretos del cielo a sus lectores. No resultó algo nuevo, porque en su paso por El Siglo Futuro ya escribió sobre el firmamento: «Entre (las) cinco y (las) seis de la mañana pasó el 31 por nuestro meridiano, a los 16º de latitud sud, esto es, 16º más allá del Ecuador, la hermosísima estrella Sirio, que tiene la luz y el calor de noventa y nueve soles».
el temporal de Cádiz. En el tiempo en el que estuvo en publicación el Boletín Meteorológico, Noherlesoom siguió prediciendo grandes borrascas, temporales y tormentas. Pero, sin duda, el más importante y relevante fue el anuncio de la tormenta del 10 de marzo de 1895 que afectó al golfo de Cádiz, y que ocasionó el naufragio del crucero de guerra Reina Regente, que había zarpado ese día de Tánger rumbo a Cádiz y desapareció en el Estrecho con sus 412 tripulantes. «Ningún Servicio Meteorológico español, portugués, ni francés dieron aviso alguno de lo que se venía encima», recordó José Luis Pascual durante una jornada de la Asociación Cultural Española de Cabañuelas y Astrometeorología celebrada en 2013.
Mientras, en el Boletín Meteorológico del 1 de marzo de 1895 se podía leer: «Domingo 10. Al SO de Portugal habrá un centro de depresiones en este día, que será el que más influencia ejercerá en nuestra Península (…) Desde este día adquirirá grandes proporciones el temporal». «Son de proporciones extraordinarias los elementos que van a intervenir en la formación de este trastorno atmosférico», que si «alguna vez quise equivocarme y padecer una ofuscación, es en esta ocasión».
De forma algo desafortunada, La Noticia Diaria (Orihuela) titulaba el 14 de marzo, La victoria de Noherlesoom, a la información en la que hacía un repaso por la «horrorosa tempestad que ha hecho naufragar en las costas de Cádiz gran número de barcos y ocasionado otras catástrofes, dejando así tristemente cumplida la predicción de Noherlesoom».
¿Pero, cómo era capaz este palentino sin estudios aparentes de meteorología de conocer el comportamiento de los meteoros? Hay quien afirma que sus predicciones se basaban en la obra de Walter Lord Browne La luna y el tiempo, la probabilidad de la influencia de la luna (1885).
Fin del ‘boletín’. León Hermoso se llevó su secreto a la tumba, sin explicarlo nunca a pesar de las numerosas peticiones de sus detractores. Falleció el 25 de julio de 1897 y su muerte fue recogida por multitud de publicaciones. El óbito ocurrió en Lourdes (Francia), donde acudía todos los años en peregrinación. No en vano era ferviente católico, por lo que muchos bromeaban con que era la Virgen quien le daba el don de la precognición o, al menos, de adelantarse al tiempo.
Otras versiones mucho más románticas apuntaban que se «comunicaba con los astros», como defendía 26 años después de su muerte, el 22 de julio de 1933, la revista Estampa: «Él, cuando (era) chiquillo, lanzaba cometas al aire, pero era para comunicarse con los astros. Era Noherlesoom. Nos habla una sobrina, que oyó contar, en las veladas invernales, cosas del sabio».
Según otros parientes, también en esa publicación, «era frecuente sorprenderle en los altozanos, completamente solo, sin aparatos de observación, en actitud de interrogación al firmamento, leyendo en las características de una helada la seguridad de lluvia a fecha inconfundible, o en los extraños dibujos de una nube, un cierto atardecer de borrasca. Recibía inspiración de los astros», intervienen los demás parientes de Noherlesoom». Lo que parece claro es que todo se basaba en la observación, a la que luego añadía su secreto.
Tras su muerte, el Boletín Meteorologico dejó de publicarse y su último número fue el del 1 de agosto de 1897. Él y sólo él era el corazón de aquella publicación y quien tenía las supuestas las claves para adelantarse a las borrascas y los temporales.
Su nombre siguió apareciendo en los periódicos después de su fallecimiento y se hizo célebre la expresión hacerse el Noherlesoom para referirse a quien trataba de predecir el tiempo o el futuro: «No quiero ejercer de Noherlesoom, pero no es aventurado suponer que muchos jóvenes riojanos acudirán» (La Rioja, 3 de abril de 1908); «Ya lo anunció ayer El Graduador, sin ser Noherlesoom» (El Graduador, 15 de marzo de 1902) o «Insertamos aquí los números que, este Noherlesoom de la lotería, da como probables para la próxima extracción» (El Noticiero Salmantino, 6 de agosto de 1898).
Hubo quien aprovechó la fama del palentino para hacer su propio negocio, como «Escolástico, célebre meteorólogo, continuador de Noherlesoom», que desde el año 1898 publicitó así su calendario.
Sin embargo, el tiempo fue echando poco a poco tierra sobre el recuerdo de Francisco León Hermoso, de tal forma que las últimas alusiones a su figura datan de finales de la década de los años 30 del siglo pasado, y en muchos casos simplemente para recordar las predicciones que Noherlesoom realizó años atrás, algo que repetía frecuentemente El Día de Palencia en sus Recuerdos.
Así, su figura, su legado y su leyenda fueron extinguiéndose como una tormenta deviene en la calma que hace olvidar que una vez hubo tempestad. Y eso que El Diario Palentino, haciendo de Noherlesoom, aventuró a los pocos días de su muerte que su recuerdo «sería siempre sagrado para todo buen palentino».
Noherlesoom o, lo que es lo mismo, el palentino Francisco León Hermoso, el famoso astrónomo, el primer hombre del tiempo español, yace 175 años después de su nacimiento y 121 de su muerte bajo lustros de desmemoria con la amnesia, incluso, de los callejeros.