El año pasado la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) se cebó con los ganaderos de toda la Península. Arrancó en el suroeste, pero se extendió rápidamente por el resto del territorio, llegando incluso a saltar los Pirineos. Aunque la mortalidad no fue alta, enfermaron muchos miles de animales y a día de hoy se siguen viendo los efectos en aquellos que sobrevivieron en forma de nodrizas o sementales estériles, partos complicados, terneros con malformaciones… Además, los ganaderos se sintieron completamente abandonados por las administraciones: el Ministerio de Agricultura directamente no hizo nada, y las comunidades autónomas se comportaron de manera desigual y las que actuaron lo hicieron tarde. Así, con la primavera ya avanzada, el sector tiembla.
Y esto es porque la llegada de las altas temperaturas hace prever que la incidencia de la EHE se eleve en el ganado vacuno y también en los ciervos silvestres, ya que el tiempo cálido favorece la actividad del mosquito que la transmite. Además se espera que la probable nueva ola sea más violenta en el norte de España, donde la enfermedad llegó más tarde y hay menos cabaña inmunizada. El Ministerio de Agricultura publicó su último informe semanal de actualización el 30 de noviembre pasado, dado que los contagios se estancaron con la llegada del frío (no así las secuelas en los animales que ya la habían contraído). Pero ahora, previsiblemente, tendrá que volver a informar cada siete días.
De hecho, el profesor asociado en el Departamento de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y experto en ganado rumiante, Alberto Díez, ha informado de que, a pesar de ser una patología «poco» estudiada, es «previsible» que cuando suban las temperaturas repunte su incidencia porque se transmite por un mosquito. «Por el conocimiento que tenemos de este tipo de virus y cómo se comportan es previsible que con la llegada de las altas temperaturas vuelva a haber circulación del vector (mosquito) que lo contagia», ha insistido. Eso sí, el ganado que ya haya pasado la enfermedad se encuentra inmunizado por lo que la reaparición de la enfermedad será «mucho menor» en las zonas que se vieron muy afectadas respecto a las que aún no han tenido elevada prevalencia, especialmente la zona norte de España y nombra, en concreto, Galicia y Cataluña.
Una manera de conocer a ciencia cierta qué áreas son las que cuentan con su cabaña menos protegida es con estudios de seroprevalencia, pero aún no hay ninguno en el conjunto del país. No obstante, está a punto de publicarse uno liderado por el Ministerio de Agricultura, según ha avanzado Díez. Lo que sí se conoce es alguna seroprevalencia en áreas concretas, como el norte de Madrid, donde trabaja y donde han constatado que «entre el 60% y el 70%» del ganado vacuno ha estado ya expuesto a este virus. Un porcentaje «alto» que es una «buena noticia» para los ganaderos de la sierra de Madrid, porque se «presupone» que pasar la enfermedad genera «una inmunidad potente».
Por lo demás, este experto en rumiantes ha confirmado que hay otros estudios en desarrollo para conocer mejor la enfermedad hemorrágica epizoótica, qué secuelas puede dejar en los animales, el impacto socioeconómico para el sector primario, además de investigaciones para conseguir vacunas que hagan frente a la enfermedad. Son informes que «llevan su tiempo» por lo que «no es algo sencillo», ha advertido.
Medidas preventivas.
Precisamente, y a falta de una vacuna contra la EHE, la pregunta que cabe hacerse es si hay otras medidas preventivas que minimicen los riesgos de contagio entre el ganado. En ese sentido, Díez ha remarcado que las acciones preventivas eficaces son «complicadas» porque «luchar» contra los mosquitos es «muy complejo». No obstante, pueden tener una eficacia «relativa» en las explotaciones intensivas, pero en las extensivas «se complica muchísimo». Ante ello, ve fundamental que los ganaderos estén atentos a la «detección precoz» de síntomas en su cabaña e intenten que su ganado esté en «buenas condiciones» para que tengan «una buena respuesta inmune».
La EHE tiene una ampliación distribución mundial, de la que Europa había estado a salvo hasta finales de 2022. La relevancia real radica en la variedad de cepas existentes y en el comportamiento de cada una de ellas. En España ha circulado el serotipo 8, «pero a las puertas, en zonas de Argelia y Marruecos», hay casos de EHE con el serotipo 6, que también afecta al vacuno. El «problema» es que «no hay inmunidad cruzada», por lo que la ganadería española que ya pasó el serotipo 8 no tiene protección frente al 6. Una cepa, la 6, que por cierto ha tenido una afectación a vacas «relativamente importante» en esos países.
Por comunidades autónomas.
Por comunidades autónomas
Según la organización agraria Unión de Uniones, teniendo en cuenta los censos autonómicos de nodrizas y machos mayores de 24 meses en julio de 2023 -no se dispone de los datos provinciales- y el incremento de animales retirados respecto a años anteriores, en las seis comunidades más afectadas la mortalidad asociada a la EHE podría haber llegado a suponer en la Comunidad de Madrid 772 cabezas muertas (1,58%) solo de nodrizas y machos reproductores, el segmento de animales que se ha visto más afectado; en Castilla-La Mancha se habría alcanzado el 1,05% (1.385 cabezas); Cantabria, 0,91% (1.072 cabezas), Extremadura, 0,9% (4.348 cabezas); Castilla y León, 0,89% (5.931 cabezas) y Andalucía el 0,52% (1.112 cabezas). En términos absolutos, es Castilla y León la que se ha llevado la peor parte, con casi la mitad de las pérdidas de toda España. Otras comunidades como La Rioja sufrieron los primeros casos relativamente tarde y 2023 no fue un año especialmente malo (solo 679 animales contagiados), pero eso significa que la cabaña está menos inmunizada para la campaña que comienza.