En la mañana del Domingo de Resurrección, dos procesiones distintas, una con la Virgen del Rompimiento, todavía enlutada, y la otra con el Santísimo Sacramento, bajo palio, confluyen en la plaza Mayor. La cofradía de la Santa Vera Cruz es la organizadora del desfile religioso del Rompimiento del Velo.
Las mujeres han llegado al sepulcro y está vacío. El cuerpo sin vida de Jesús ha desaparecido. Pero aunque pueda parecer una tragedia solo puede significar una cosa: Cristo ha resucitado y lo ha hecho al tercer día, tal como predijo. La buena nueva para los cristianos pone punto final a la Semana Santa que comenzó días atrás. Cristo ha vuelto de entre los muertos para confirmar que es el verdadero Hijo de Dios y redimir los pecados de los hombres. La alegría toma el relevo de la tristeza y esto se refleja en la última procesión del ciclo.
Partirá desde dos escenarios, porque en realidad son dos procesiones que posteriormente se unirán en la plaza Mayor. Por un lado, la Virgen del Rompimiento (anónimo, 1929), que saldrá a las 9,30 horas desde la sede de la Vera Cruz, desfilará cubierta por un velo negro y acompañada por cofrades mujeres, que cubren su cara con el capillo y los guantes negros, y de manolas con mantilla negra. Mientras, por otro lado, saldrá a las 9,45 horas el Santísimo bajo palio de la iglesia de San Pablo, arropado por el resto de las hermandades.
Este realizará un recorrido algo más corto, pasando por la plaza de León, calles Mayor e Ignacio Martínez de Azcoitia y plaza de San Francisco, mientras que la Virgen irá desde la Vera Cruz hasta la plaza de San Pablo, pasando también por la calle Santo Domingo de Guzmán, la plaza de las Carmelitas, las calles Ramírez y Gil de Fuentes, plaza Isabel la Católica, calle La Cestilla y Bocaplaza. Una vez en la plaza Mayor, ambos desfiles se unirán a las 10,45 horas , en lo que constituye el encuentro entre la Madre y el Hijo resucitado. Los hermanos que portan a la Virgen realizarán tres genuflexiones ante el Santísimo, a la espera de que los niños tiren de la cinta para quitar el velo negro a María y descubran así su rostro. En ese momento, las manolas cambian su mantilla negra por otra blanca, y las mujeres cofrades se quitan el capillo y cambian sus guantes por unos blancos. Juntos, hermandades, fieles y espectadores regresarán con alegría a la plaza de San Pablo, donde concluirá la Semana Santa con una eucaristía y el canto final de la Salve.