La lluvia dio una tregua en la madrugada del Miércoles al Jueves Santo y, pese al viento que levantó las capas de los cofrades y enfrió el ambiente hasta recordar los días de invierno, la procesión de la Quinta Angustia pudo salir por las calles de Palencia, al contrario que las dos que la precedían en el ciclo de la Semana Santa capitalino.
Organizada por la cofradía del Santo Sepulcro, arrancó a medianoche con una promesa del silencio en a puertas de la sede de la entidad (calle Lope de Vega) e incluyó un homenaje a los mayores en la calle Ignacio Martínez de Azcoitia, a la altura de la residencia de ancianos SanFrancisco, donde se entregó a sus responsables una vela que simboliza la luz de la Virgen de laQuinta Angustia y un ramo que representa la pureza.
A continuación, las nubes amagaron con arruinar la procesión, en la que desfilaban dos pasos, la Quinta Angustia (Antonio de Amusco, 1607) y el Santísimo Cristo del Perdón (Miguel Ángel Rojo, 2003), pero las previsiones meteorológicas se cumplieron y las escasas gotas que cayeron fueron, simplemente, una anécdota que no impidieron que se desarrollara como estaba previsto por el centro de la ciudad.
El acto central tuvo lugar en una plaza de SanFrancisco a oscuras. Con las farolas apagadas, las dos tallas fueron colocadas una frente a la otra y se procedió a la lectura de un pequeño discurso y dos poemas. Además, se recordó a los cofrades fallecidos.
Cumpliendo el horario previsto, la procesión concluyó en torno a las 2,30 horas con el rezo de la Salve mientras la imagen de Antonio de Amusco entraba en la cofradía.