El 23 de abril de 1948 (mañana se cumplen 76 años) el veterinario Fernando Guada Marcos, natural de Mansilla de las Mulas (León), fue nombrado inspector municipal veterinario del partido mancomunado de Piña de Esgueva y Villanueva de los Infantes, en el Cerrato vallisoltano, nombramiento derivado de la resolución de un recurso de alzada presentado ante la Dirección General de Ganadería.
Sería el inicio de una pesadilla.
Justo un mes después, el 23 de mayo, una Orden del Ministerio de Agricultura sobre clasificación de partidos veterinarios en la provincia de Valladolid establecía que Esguevillas de Esgueva se agrupara con Piña, al considerar que el escaso censo ganadero de Esguevillas le impedía reunir suficientes medios económicos para sostener decorosamente la vida de un profesional.
Conflicto veterinario territorialAl mancomunarse, Esguevillas con Piña, Villanueva de los Infantes se desgajaba para integrarse en un nuevo partido con Olmos de Esgueva y Villarmentero de Esgueva. Sin embargo, esta integración no pudo llevarse a cabo ya que ambas localidades estaban hasta entonces agregadas a Castronuevo de Esgueva (agrupado ahora con Renedo de Esgueva) y el inspector municipal veterinario con plaza en propiedad de este municipio se negó a ceder los derechos adquiridos y, por tanto, no cesó en sus funciones.
Por tanto, Fernando Guada tuvo que seguir haciéndose cargo también de Villanueva de los Infantes.
La Orden Ministerial indicaba que cuando una localidad tuviera un veterinario interino (era el caso de Esguevillas) y se integrase en un partido mancomunado con veterinario propietario, éste pasaría a serlo de todos los municipios agrupados que forman el partido, y la normativa le obligaba a residir en un punto esencial o céntrico de los municipios que conforman el partido. Por ello, para poder atender los tres municipios, estableció su residencia en Piña, punto céntrico de la agrupación.
El 17 de junio, el Ayuntamiento de Esguevillas le dio plena posesión jurídica de su titularidad de veterinario, pero no gustó que residiera en Piña. Se le insistió que debía residir en Esguevillas, llegando a reclamarlo sin éxito ante el gobernador civil.
La insistencia prolongada en el tiempo hizo que él mismo se dirigiera al gobernador civil, en una carta fechada el 13 de mayo de 1951, solicitándole que le permitiera continuar residiendo en Piña, desde donde podía atender suficientemente y sin perjuicios los tres municipios (Esguevillas, Piña y Villanueva).
Además, en su escrito argumentaba que Piña contaba con mayor censo ganadero que Esguevillas. Y que Esguevillas carecía de vivienda para el veterinario o si alguna había no reunía decorosas condiciones y espacio necesario para establecer la clínica de un profesional.
También refería que los servicios higiénico-sanitarios dependientes de la Inspección Municipal Veterinaria que él representaba era debidamente atendidos, cumpliéndose fielmente y con la máxima diligencia los servicios particulares contratados y las obligaciones contraías con los clientes, desplazándose varias veces diarias a Esguevillas cuando las circunstancias lo requerían, atendiendo los servicios oficiales y particulares a su cargo con la mayor prontitud y celo que si la residencia recayese en Esguevillas.
También afirmaba que creía haber ejercido siempre su profesión con honradez, moralidad, decoro, y absoluta equidad y conciencia profesionales, sirviendo los intereses ganaderos con solicitud y molestias personales exentas a su cargo, proporcionándoles o llevándoles de la farmacia los medicamentos necesarios al objeto de atender con la mayor prontitud a la salvación de los animales y evitar a los clientes las molestias de repetidos viajes desde Esguevillas a Piña, donde se encontraba la farmacia más cercana.
Alegaba igualmente que cuando algún servicio higiénico-sanitario en Esguevillas no se podía cumplimentar con la regularidad, ordenación y esmero que requería (por ejemplo los servicios de reconocimiento de carnes y pescados) se debía a la negligencia y falta de celo de la corporación municipal, que veía impasible derruirse día a día el pequeño pero adecuado matadero municipal, sin proceder a su arreglo desde hacía varios años, originando que los sacrificios de las reses tuvieran que efectuarse en un cuarto propiedad del tablajero de la localidad, de condiciones inmundas e insalubres, enclavado en el centro de la localidad. Reiteradas veces se había dirigido a la Alcaldía personalmente y por oficios sin tener contestación, y que en la última reunión que se celebró un año antes, en 1950, por la Junta Municipal de Sanidad se abordo dicha cuestión ante la denuncia elevada por el cabo comandante del puesto de la Guardia Civil, pasando el acuerdo de dicha reunión a la corporación para que procediese con urgencia a su arreglo y habilitación, sin que hasta entonces hubiera efectuado dicha reparación.
A su vez, daba cuenta de que un ganadero de Esguevillas solicitó determinado cupo de ganado lanar para el aprovechamiento de pastos, solicitud que tramitó la Junta Local de Fomento Pecuario de Esguevillas, suscitándose intereses personales en varios miembros de la Junta y de la Corporación, «pretendiendo en su egolatría imponer sus miras egoístas por encima de disposiciones y leyes, viéndose obligada esta Inspección Municipal, en su cargo de asesoría técnica de dicha Junta, a eximirse de los obligados informes en estos casos, redactados con absoluta probidad y justicia, ocasionando esta rectitud de proceder se desatase la ira y en encono de los citados componentes contra el funcionario que en el cumplimiento de su obligación considera primordial deber la veracidad y equidad de todos sus actos».
Por último, recordaba que por todo lo anterior «las alegaciones del municipio de Esguevillas carecen de base para obligar, y también porque ciertos poderosos elementos de la localidad llevados por la animadversión a todos los profesionales que a través de los años han ejercido su misión en la localidad, arrastran con su poder y engaños a la masa de población, que sin desearlo y estando muy contentos de sus servicios, les hacen partícipes de sus burdas y rencorosas maniobras caciquiles».