Parque Europa: Vivir Juntos

Patricia Fraile
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Los arquitectos proyectamos normalmente de dentro afuera, desde el lleno, desde la arquitectura, desde el volumen. A veces se nos olvida lo importante que es diseñar el espacio entre los edificios

Parque Europa: Vivir Juntos

El 1989, el estudio Ábalos & Herreros ganó el primer premio del concurso nacional Unidad Residencial Parque Europa, organizado por la Diputación Provincial de Palencia, para el diseño y construcción de 455 viviendas de protección oficial, así como locales comerciales y garajes en los terrenos próximos al Hospital San Telmo.

Iñaki Ábalos (San Sebastián, 1956) y Juan Herreros (San Lorenzo de El Escorial, 1958) fundaron Ábalos & Herreros en 1984, disolviéndose en 2008 para crear sus propios estudios: Ábalos+Sentkiewicz y Herreros Arquitectos. Su trayectoria se caracteriza por una coexistencia permanente entre la investigación teórica y una actividad profesional centrada en la funcionalidad, promoviendo una visión industrial de la arquitectura que se resuelve con los mínimos medios. Una arquitectura pragmática con el foco en cuestiones técnicas y no tanto estilísticas, que busca la simplificación de los sistemas constructivos, donde los arquitectos no hablan tanto de construir, sino de ensamblar módulos y piezas.

En Parque Europa, Ábalos & Herreros materializan algunas de estas ideas y proyectan un claro diagrama funcional a modo de mosaico formado por un entramado de calles, donde las edificaciones de vivienda en altura se disponen en el perímetro y las unifamiliares se organizan en el centro como tapices de casas-patio. El aparcamiento se resuelve en la planta sótano y los locales comerciales se ubican en la calle principal (avenida de San Telmo). Utilizan el collage como proceso de diseño para tapizar el suelo, generando esquemas de llenos y vacíos que articulan las construcciones con los espacios abiertos y jardines dando lugar a una completa redescripción del lugar. Los volúmenes, a su vez, evitan cualquier tipo de iconicidad y ostentación, sin afirmarse, sin ser demasiado prominentes, y emplean pocos y baratos materiales que puedan repetirse para simplificar su construcción.

Hay aspectos de este proyecto que funcionan muy bien y otros que no tanto. El hecho de que exista diversidad tipológica (vivienda unifamiliar y colectiva), así como unidades de distintos tipos (2, 3 y 4 dormitorios), favorece la diversidad de la población. Esto siempre es algo positivo. También, disponer los edificios en altura en el perímetro del conjunto ayuda a generar densidad alrededor y, si algo tenemos que promover los urbanistas, es vivir juntos (el chalet como modelo de dispersión es el enemigo de lo eco) y mezclados.

Sin embargo, la tipología de casas-patio de muros cerrados no ayuda a crear espacios públicos de calidad, y es que el diseño de las viviendas influye enormemente en el uso del espacio público. De haber dotado a estas casas de porches y jardines frontales -lo cual era perfectamente viable aprovechando el aparcamiento en planta sótano -, habría más actividad en la calle y una mayor interacción vecinal. Esto sí ocurre en el barrio de María Cristina, donde muchas tardes de verano se puede ver a los vecinos cuidando de sus jardines y descansando al atardecer (cuestiones de privacidad aparte).

Los arquitectos proyectamos normalmente de dentro afuera, desde el lleno, desde la arquitectura, desde el volumen. A veces se nos olvida lo importante que es proyectar desde el vacío y diseñar el espacio entre los edificios, pensando en cómo las personas van a hacer uso de ellos y generando las condiciones para una buena vida social urbana.

* Patricia Fraile es arquitecta.

Instagram: @patriciafrailegarrido