México, donde se quiere a España... a pesar de Sheinbaum

Pilar Cernuda
-

La polémica decisión de no invitar a Felipe VI a su toma de posesión pone en evidencia que la líder no conoce bien la historia de su país

La nueva presidenta del Ejecutivo centroamericano acusa al rey de agraviar a los pueblos indígenas por no excusarse. - Foto: EFE

En 1978 se produjo la primera visita oficial de los reyes a México, país de acogimiento de más de 20.000 españoles que perdieron la guerra civil, republicanos que prefirieron el exilio antes que la dictadura de Franco donde, además, no tenían garantizada su supervivencia. Se fueron Alberti, Giral, Bergamín, María Zambrano y León Felipe, entre otros muchos intelectuales. Y también en este país centroamericano vivió la viuda de Azaña, doña Lola, hasta su muerte. El político, que logró entrar en Francia en el final de la guerra, pero al que no permitieron viajar al país azteca, murió en suelo galo envuelto en la bandera de México porque sabía lo que debía a ese Estado. Mientras, doña Lola se instaló allí tras el fallecimiento de su marido.

El viaje de los reyes fue la apoteosis de la reconciliación de los españoles del exilio con el nuevo jefe de Estado. Durante décadas, no hubo relaciones diplomáticas entre las dos naciones, pero cuando los monarcas llegaron a la embajada para presidir una recepción a la comunidad nacional que vivía en ese país, la cola para entrar daba vuelta a varias manzanas. La mayoría no estaban invitados, pero pasaron porque tenían que entrar y nadie puso ningún problema. 

El jardín estaba atiborrado, todos querían hablar con don Juan Carlos y doña Sofía. El soberano rompió todo el protocolo, también la agenda prevista, y subió hasta un balcón desde el que pronunció unas palabras a los allí congregados. Habló del exilio y les agradeció su compromiso con España, adonde ya empezaban a regresar muchos de ellos. Antes de la recepción, se había reunido con doña Lola para hablar de su marido, el último presidente de la República, y de su vida en esta nación. En los años siguientes, cada vez que el soberano viajaba a México, le enviaba un ramo de rosas.

Conviene recordar estos hechos cuando una presidente electa, sin duda cumpliendo instrucciones del mandatario Andrés Manuel López Obrador (AMLO), su mentor e impulsor de su carrera política, decidió no invitar a Felipe VI a su toma de posesión por no haber pedido perdón por el trato de España a los indígenas en la época colonial. 

Lo que no cuenta

Han transcurrido más de 500 años desde que Hernán Cortés venció a Moctezuma y conquistó México, pero López Obrador y su pupila -lo es mientras no demuestre que tiene proyecto propio- consideran que el populismo de izquierdas gana votos con ese tipo de decisiones polémicas. En la propia nación, los medios independientes han cuestionado el gesto de los dirigentes del partido Morena que lidera Sheinbaun, y algunos de ellos han recordado a los presidentes Lázaro Cárdenas y Carlos Salinas de Gortari como excelentes ejemplos de los lazos históricos, culturales, políticos y sociales entre los dos países. 

Cárdenas abrió sus puertas a los exiliados españoles y promovió su integración en la sociedad mexicana, que se enriqueció con ellos y su nivel intelectual, como los desterrados se enriquecieron del nivel intelectual y profesional de los mexicanos. El segundo, Salinas de Gortari, apoyó como el que más la idea de crear unas cumbres Iberoamericanas con asistencia de los jefes de Estado y de gobierno de los países latinoamericanos, más España y Portugal. Reuniones que han perdido peso con el transcurso de los años aunque se siguen celebrando. A lo largo del tiempo, -la primera se conmemoró precisamente en México, en Guadalajara, en 1991- promovió importantes acuerdos culturales, energéticos, económicos, educativos y relacionados con la preservación del medio ambiente.

La nueva mandataria, y López Obrador, no han demostrado mucho conocimiento de la historia al explicar su decisión. En primer lugar, México nunca fue una colonia española, sino que antes de que llegara Hernán Cortes era un imperio en el que mandaba el azteca Moctezuma. Una vez conquistado, fue un virreinato de España, hasta que alcanzó su independencia a principios del siglo XIX. 

Visto con la perspectiva de hoy, es cierto que las tropas de Hernán Cortes no escatimaron la brutalidad para lograr sus objetivos de colonizar el país para la Corona de España, pero también Moctezuma utilizó métodos absolutamente inhumanos para ganar a las fuerzas militares cuyas tropas no eran solo españolas. México vivía una especie de guerra civil porque el emperador Moctezuma no era aceptado por todas las tribus indígenas, y cuando llegaron los españoles con Hernán Cortés en 1519, varias de ellas se aliaron con España para deshacerse de él. 

Moctezuma fue apresado por los españoles, y aunque no hay una versión exacta sobre cómo murió y el día concreto, nadie duda de que se trató de una muerte violenta.

AMLO y el indigenismo

El partido fundado por Obrador, Morena, cuenta la historia de México según le conviene, con el objetivo de presentar a los pueblos indígenas como víctimas de genocidios históricos sucesivos, con especial protagonismo para los conquistadores españoles. Sin embargo, no solo la historia, sino la actualidad, resta credibilidad a su intento de presentarse como la figura que da prioridad al indigenismo.

Un porcentaje alto de indígenas sigue viviendo en la miseria más absoluta. AMLO, que ganó sus primeras elecciones con la bandera de la lucha contra la corrupción, se ha rodeado de personas sin límites morales, incluidos algunos cuadros indígenas que incorporó a su Gobierno. Lo que demuestra que este problema no es solo cuestión de raza, religión o color de piel.

Por otra parte, presenta a España como el adversario de México, pero hay coincidencia absoluta en que el principal enemigo del país azteca y del pueblo mexicano es el narcotráfico, que lo abarca todo y se ha incrustado a todos los niveles, incluidos altos argos políticos, judiciales, empresariales y sociales. 

Obrador sí ha luchado contra esa lacra, aunque sin éxito, tiene a su favor que varios presidentes anteriores sí han caído en las redes de los cárteles, que son los que están hundiendo el país. Existe gran expectación respecto a cómo actuará Claudia Sheinbaum para intentar acabar con el imperio de la droga.

 La decisión de la presidenta electa la ha criticado el propio Pedro Sánchez, pero tampoco ha sido bien recibida en México, donde son millones las personas, incluso de etnia indígena, que conocen sobradamente la historia de su país y el papel de España, por no mencionar el papel importante de varias empresas españolas en el desarrollo económico de México. 

Muchos españoles consideran a México un país hermano, e infinidad de sus ciudadanos consideran que España no es una nación más, sino que, además, comparten historia, lengua y cultura.