Bermudo III, esa es la cuestión. El último rey asturleonés es hoy, casi mil años después de su muerte, objeto de polémica. De varias polémicas. Por un lado, dos lugares distintos reclaman para sí la titularidad de su última morada: León y Nájera andan a la gresca disputándose la autenticidad de su tumba toda vez que a nombre de este monarca existen sendos panteones, uno en cada ciudad. Por otro, dos emplazamientos diferentes se arrogan el lugar en el que este rey falleció en una histórica batalla: la localidad palentina de Támara y la burgalesa de Tamarón, si bien parece que los últimos estudios de los historiadores inclinan la balanza hacia el lado burgalés pese a que, durante varios siglos, fue al revés.
Bermudo III fue coronado rey de León en el año 1028.Contaba sólo once años de edad. Rivalizaba su Reino con el pujante Condado de Castilla, y la hegemonía habría de dirimirse en 1037, cuando se enfrentaron a campo abierto las huetes leonesas de Bermudo con las catellanas del conde Fernando, a la sazón cuñado del monarca. Algunas crónicas achacan a la rapidez de su cabalgadura (un corcel llamado ‘Pelayuelo’) que se encontrara Bermudo casi solo frente al enemigo, habiendo quedado sus huestes algo retrasadas, y que el rey fue alanceado hasta la muerte antes de que éstas llegaran en su apoyo.
981 años después de este episodio, un informe forense ha confirmado que, en efecto, el último monarca asturleonés murió por heridas de lanza. Por varias.Una le entró por el ojo derecho, reventándole la órbita ocular y arrancándole el maxilar superior; al menos otras diez le asaetearon el resto del cuerpo. Bermudo III falleció en el acto, de eso no hay duda alguna. Las principales dudas radican en dónde descansan realmente sus restos y dónde se produjo la batalla. Josetxo Mínguez, miembro de la Asociación Cultural Tamarón y una de las personas que ha estudiado en profundidad este episodio, no tiene ninguna duda: sucedió en este pueblo burgalés de la comarca del Odra-Pisuerga, que desde hace una década, todos los veranos, acoge una representación teatral en honor a ella.
Su aseveración está sostenida por argumentos sólidos, a los que dan aún más fortaleza los historiadores, que de un tiempo a esta parte han remarcado sin dudas que la batalla se celebró en tierras burgalesas, que no palentinas. La fuente más próxima en el tiempo (apenas ochenta años después) y por ello fiable se encuentra en la Crónica Silense, que cita como lugar de la contienda el ‘Valle de Tamarón’. En ningún caso se dice Támara; otrosí, la localidad palentina es llana, mientras que la burgalesa, con un terreno más ondulado, parece encontrarse en un valle; la Crónica Najerense, escrita unos 120 años después de la batalla, sigue casi literalmente lo que recoge la anterior, señalando que la muerte de Bermudo III se registró enTamarón.El embrollo, parece ser, comenzó unos 200 años después del enfrentamiento, cuando Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, lía la madeja apuntando que el acontecimiento se produjo cerca del río Carrión. Por desgracia, el bueno de Alfonso X se valió de este último relato para su Primera Crónica General, confeccionada cuando habían transcurrido dos siglos y medio, de ahí que la confusión se perpetuara casi secularmente porque fue tomada al pie de la letra para escribir la historia de España.
Sin embargo, como han demostrado posteriormente varios autores, entre ellos Gonzalo Martínez Díez, de la RealAcademia de la Historia, ninguna fuente histórica situó nunca la batalla en la localidad palentina de Támara de Campos; que fueron historiadores aficionados o eruditos locales los que la ubicaron negligentemente en esta localidad palentina, que incluso se valió de tal acontecimiento para que su conjunto histórico fuera reconocido como Bien de Interés Cultural. Martínez Díez llegó a emitir en su día un riguroso y contundente informe desmontando esa tesis, llegando a citar incluso al mejor historiador palentino, el medievalista Julio González González, quien en su Historia de Palencia señala que Bermudo III se batió en la localidad de Tamarón.
Como recuerdan desde la Asociación Cultural Tamarón, el citado informe de Martínez Díez fue enviado a la Dirección General de Patrimonio y, como cosecuencia de esta actuación, se volvió a declarar BIC el conjunto histórico de Támata de Campos sin que aparezca, entre las razones de esta declaración, la de que allí se desarrollara la batalla de marras. Con todo, en Támara de Campos pervive un monolito que recuerda un hecho que jamás sucedió allí.Desde la villa de Tamarón reivindican el derecho a ese reconocimiento por parte la administración regional. Más recientemente, José María Mínguez, catedrático de la Universidad de Salamanca y eminente medievalista, subrayó la cuestión por si existía alguna duda: «Tamarón es indudablemente el lugar de la batalla. Nadie puede arrebatar a este pueblo haber sido el escenario de un acontecimiento trascendental para la historia de Castilla y León y de España».