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Valdellán vuelve a Campos Góticos. Un regreso esperado, deseado y solicitado, como ha manifestado el propio empresario de la Plaza, Carlos Rodríguez. Los aficionados más toristas de Palencia habían insistido a la gerencia del coso en la necesidad de la presencia del hierro leonés propiedad del palentino Fernando Álvarez Sobrado. Y la petición ha sido concedida.
«Es algo que nos halaga», reconoce el ganadero guardense, que ya sabe lo que es salir triunfante de Campos Góticos. No en vano, la novillada que echó al ruedo en la feria de 2010 le hizo merecedor del premio a la mejor ganadería. Y es que los suyos son animales que o se tratan con mimo o pasan por encima del espada. «Creo que aquella novillada nos procuró, si se puede decir así, un halo de leyenda», reconoce abrumado. No en vano, esos seis novillos son, por ahora, lo único que de la Finca de Valdellán se ha visto en los alberos palentinos, aunque es complicado encontrar una mala crítica general de uno de sus encierros allá donde ha lidiado.
El sábado toca acudir con la artillería. Presentar el producto terminado: los toros cuajados. Valdellán participa en un festejo con tintes novedosos en Palencia: el enfrentamiento ganadero en el que se medirá a los astados de Adolfo Martín. Sin embargo, Álvarez niega que esa competencia directa con una ganadería tan veterana le produzca vértigo. Es más, se alegra de poder protagonizar «un duelo con Adolfo, a quien conozco y con quien se puede hablar y hacer cosas conjuntas».
A unos días de embarcar su ganado hacia Palencia este, ante todo, aficionado taurino es muy perfeccionista con sus toros. «No sé, ha costado llevarles a cuajar completamente. El calor de este verano les ha impedido comer tanto como debieran». O al menos, no tanto como le gustaría al ganadero, declarado enamorado del encaste de su finca, el de Santa Coloma, a pesar de todas las pegas y problemas para su cría y colocación en los festejos. En cualquier caso, juzguen a dos de los ejemplares que estarán en la Plaza palentina el sábado, si no se cornean entre ellos.
«Estamos ahora mismo un poco como de puntillas. Mirando que no se peleen entre ellos. Es lo complicado de este encaste». ¿Un poco camorrista? «Quizá se pueda decir así». Por eso, y en previsión de lo que pudiera ocurrir en los corrales de la Plaza, embarcará desde Sahagún cinco astados, para presentar sobre el albero sólo tres.
La del sábado será la sexta corrida que Valdellán lidia en toda su historia. «Tenemos camadas cortas. Además, es una pena que cuando has preparado una planificación completa para criar toros, a veces tengas que sacarlos como novillos para evitar que se hagan daño entre ellos».
Sobre la procedencia de los enemigos para Rafaelillo, Escribano y Carlos Doyague, el ganadero palentino reconoce que han nacido, criado y tentado en Valdellán, aunque a través de una línea (padre y madre) que ya no existe en la finca. «Tenemos muchas esperanzas en esta corrida, pero nunca sabes cómo puede salir. Son toros muy encastados, altos, con cara… pero lo que den en el coso… nunca lo sabes».
En cualquier caso afirma que más que tenso está ilusionado con su presencia en Palencia. «No es la misma que la preocupación que tuve en Vic-Fezensac (Francia) donde hace unos días lidiamos una novillada que sí era totalmente Valdellán, con la línea actual. La verdad es que fue todo un éxito (tres ovaciones y una petición de vuelta), y en una plaza de Primera. Aquí, a Palencia, además vengo ilusionado», concluye.
«Mi lugar no está en el callejón, sino con el público»
A buen seguro, la corrida del sábado no será la primera que Fernando Álvarez vea este año en Campos Góticos. Aficionado y abonado desde hace años, afirma que no estará en el callejón como podría, el día en el que sus Santacolomas salgan de los toriles.
«¿Abajo? No, no me gusta, casi nunca estoy, salvo por fuerza mayor, como el otro día en Francia, donde como estaba todo vendido, por fortuna allí se llenan las plazas, tuve que ir al callejón». ¿Será miedo? «Un poco, sí», ríe el ganadero que se apresura a justificar que su sitio está entre el público, «para saber lo que comenta, qué le parecen los animales». «Es importante ese contacto, sobre todo en nuestro caso, ya que entramos en los carteles en las plazas en las que los aficionados tienen peso, porque son ellos los que piden y solicitan que estemos», afirma el ganadero guardense.