El comportamiento natural de los osos pardos, cuya hibernación marca un ciclo esencial de su existencia, está siendo alterado por los efectos del cambio climático. La Fundación Oso Pardo (FOP) ha señalado que a estas alturas del año muchos osos deberían encontrarse hibernando en cuevas del norte de la provincia, pero un número significativo sigue activo, desafiando las previsiones tradicionales. Este fenómeno, ligado a un invierno cada vez menos frío y más irregular, plantea nuevos retos para la conservación de la especie y la gestión de su hábitat.
Para entender y mitigar estos cambios, la FOP colabora con las universidades de León, Santiago de Compostela y Oviedo en un estudio sobre cómo el cambio climático está afectando a las especies vegetales que sirven de alimento a los osos. Este proyecto incluye la plantación de frutales, cuya disponibilidad es crucial para garantizar una dieta adecuada en las estaciones de actividad. Las alteraciones climáticas no solo influyen en la conducta de los osos, sino también en el equilibrio de los ecosistemas donde habitan, lo que obliga a replantear estrategias de conservación y manejo de recursos.
La labor de la FOP no se limita al ámbito científico. Mediante técnicas de rastreo basadas en huellas, excrementos y pelos, se lleva un seguimiento detallado de los ejemplares, lo que permite evaluar su salud, sus desplazamientos y sus necesidades. Además, la protección de los osos es un esfuerzo continuo, con equipos dedicados a garantizar su seguridad las 24 horas del día. Este compromiso ha dado frutos significativos: el último censo, realizado en 2020, contabilizó cerca de 370 osos pardos en la Cordillera Cantábrica, un notable incremento que pone de manifiesto la efectividad de los programas de conservación. Sin embargo, este éxito no debe ocultar los retos que el cambio climático plantea. La alteración de los patrones de hibernación puede afectar a la salud y supervivencia de los osos, ya que el periodo de descanso metabólico es crucial para su bienestar. Además, un mayor tiempo de actividad implica una mayor necesidad de alimento en un momento en que los recursos naturales pueden ser escasos, lo que podría derivar en conflictos con las comunidades humanas cercanas.
El camino hacia la sostenibilidad no es fácil, pero el aumento de la población de osos demuestra que los esfuerzos conjuntos pueden marcar la diferencia. La lucha contra el cambio climático y la protección de los osos pardos son dos caras de la misma moneda: ambas requieren compromiso, innovación y una visión a largo plazo. Es un desafío que no podemos ignorar, porque proteger a los osos es también preservar nuestro propio legado natural.