La codorniz, símbolo de los cielos y campos españoles, está en el centro de un ambicioso proyecto que combina ciencia, sostenibilidad y colaboración. El proyecto Coturnix, impulsado por Mutuasport, la Fundación Artemisan y la Real Federación Española de Caza, se ha convertido en una herramienta pionera para monitorizar y gestionar de manera sostenible esta emblemática especie. Con su foco puesto en el conocimiento científico y la acción responsable, este programa marca un antes y un después en la conservación de la codorniz en España.
Los resultados de los primeros cuatro años del proyecto son alentadores: cerca de 50.000 ejemplares han sido analizados a nivel nacional, con casi 2.000 muestras recogidas solo en Palencia. Este esfuerzo no solo representa cifras, sino el compromiso de cazadores, investigadores y comunidades locales en la preservación de una especie cuya población ha sido objeto de preocupación en los últimos años.
La provincia de Palencia ha demostrado ser un eje clave en este esfuerzo nacional, con la participación activa de cinco censadores que, recorriendo más de 865 kilómetros, han registrado valiosos datos sobre la presencia y movimientos de las aves migratorias. A través de herramientas como el Observatorio Cinegético, se ha conseguido no solo recoger información en tiempo real, sino también establecer tendencias poblacionales que ayudarán a tomar decisiones fundamentadas para el manejo sostenible de la especie. El trabajo conjunto entre el sector cinegético y la comunidad científica debe ser aplaudido, pues demuestra que la caza responsable puede convertirse en un aliado de la conservación. Lejos de los prejuicios que enfrentan estos colectivos, iniciativas como Coturnix ponen de manifiesto que la coexistencia entre tradición y modernidad es posible cuando se trabaja con rigor y voluntad. De la labor de la caza en la monitorización de las especies dan cuenta los datos del Observatorio Cinegético de la Fundación Artemisam, una iniciativa que registra los ejemplares censados por los propios cazadores. Aquellos voluntarios que colaboran con el Observatorio recogen en una aplicación denominada CensData la información referente a los estados poblacionales de las especies cinegéticas. Ahora, el reto es claro: convertir este conocimiento en políticas efectivas que garanticen la supervivencia de la codorniz.
La sostenibilidad debe ser el pilar de la gestión cinegética, y proyectos como este nos recuerdan que proteger nuestro entorno no solo es una responsabilidad ética, sino también una inversión en el futuro de nuestra biodiversidad. España, con Palencia como ejemplo, tiene en Coturnix una hoja de ruta que merece ser replicada. La ciencia ha hablado; ahora toca escucharla y actuar.