José Mª Fernández Nieto, Premio Castilla y León de las Letras 2011

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El Jurado acuerda por unanimidad concederle este galardón por la dimensión de su obra poética, que concilia el intimismo de los temas con la amplitud de su mirada creadora. También destaca su actitud generosa hacia la obra de sus coetáneos

José María Fernández Nieto ayer en su casa. - Foto: EVA GARRIDO

José María Fernández Nieto ha obtenido el Premio Castilla y León de las Letras, en su edición correspondiente a 2011. Para el poeta palentino este reconocimiento, que recogerá con «satisfacción» el próximo 20 de abril, es «superior»  a otros. Y  es que se concede «a toda una  obra, a una labor larga, no a un poema o trabajo». Así, hay que hablar de un centenar de premios y accésit en distintos certámenes poéticos a los que se presentaba, mientras que en esta ocasión se le otorga tras su presentación como candidato, extremo que valora.

El Jurado ha acordado, por unanimidad, concederle este galardón por la dimensión de su obra poética, que concilia el intimismo de los temas con la amplitud de su mirada creadora. El Jurado también ha destacado su actitud generosa hacia la obra de sus contemporáneos, que se traduce en la puesta en marcha y sostenimiento de aventuras literarias como la revista y colección poética Rocamador.

Nacido en Mazariegos  en 1920, José María Fernández Nieto es el decano de los poetas de Castilla y León y su trayectoria de autor y promotor de revistas resume la historia de la poesía palentina contemporánea. Como poeta, es autor de una veintena de libros, entre los que destacan Aunque es de noche (1947), La muerte aprendida (1949), La trébede (1961), con la que inaugura una nueva etapa en su obra, atenta a la visión de lo cotidiano, de la costumbre rural en el ámbito castellano; Un hombre llamado José (1961), La claridad compartida (1972) y su obra más importante, La nieve (1974, Premio González de Lama).

«No me he prodigado apenas fuera de la poesía, salvo en artículos de prensa y otras colaboraciones» afirmó a Ical, al tiempo que explicó que mientras otras personas dedican su tiempo libre a aficiones de otro tipo a él le ha gustado siempre escribir. «Lo hago con gusto y eso es un privilegio cuando además te reconocen por ello», significó. Hay que recordar que durante años colaboró con Diario Palentino.

Con algún pequeño «lapsus de memoria», según confiesa, y recién llegado de su misa diaria, afirma que tiene el privilegio de poder contar aún «una larga vida» en cierto modo marcada por la tragedia a temprana edad. «Mi primer contacto con la poesía parte de un soneto que dediqué a mi padre que murió por una bala perdida en la guerra cuando yo tenía 15 años. Un amigo de la familia que lo leyó le dijo a mi madre que lo llevara a Diario Palentino y lo publicaron», recordó con nostalgia.

Autores como Víctor García de la Concha destacan de Fernández Nieto que la gama de sus temas es muy amplia y va desde el intimismo de la contemplación amorosa y de la muerte hasta el sesgo social, siempre tamizado por una mirada que no se deja vencer por el desasosiego existencial. También es frecuente la urdimbre religiosa, que en sus versos más sentidos no renuncia a la trascendencia y la meditación sobre Castilla y León, tema siempre presente en el dilatado recorrido de su obra.

Como promotor de empresas poéticas, Fernández Nieto participó activamente en la revista Nubis (nombre romano del río Carrión), que se publicó entre 1945 y 1955. Posteriormente, entre 1956 y 1968, formó parte de la revista Rocamador, que editó 45 números. Fernández Nieto sufragó íntegramente la revista a partir de su segunda etapa, que se inicia en 1959 con el número 14. También asumió todos los costes de la colección de poesía del mismo nombre, que publicó 87 títulos. Después de una primera etapa más local, entre 1959 (número 14) y 1963 (número 32), la revista Rocamador entra en una segunda etapa en la que refleja las mareas de la poesía nacional, incorporándose de lleno a su debate. En ese escenario, Rocamador busca la equidistancia y sus páginas acogen a todas las figuras importantes de la lírica nacional, tanto de orientación social (Celaya, Crémer, Ángela Figuera, Gloria Fuertes, José Agustín Goytisolo), como más formalistas. Su figura de referencia en esta travesía fue Vicente Aleixandre. Se dedica un número de homenaje a Antonio Machado y se incorporan voces nuevas, como Ullán o Gimferrer. En la tercera etapa (1964-1968), la revista otorga mayor relevancia a la crítica de poesía y se incorpora en páginas centrales la sección Esta es Castilla, dedicada a poetas de la tierra. También se dedican números monográficos a Vicente Aleixandre, a Rafael Melero y al escultor Victorio Macho.

El Jurado del Premio Castilla y León de las Letras ha estado presidido por Elena Santiago, Premio Castilla y León de las Letras 2002, y compuesto por Nicolás Miñambres, catedrático de Literatura y crítico literario, Ernesto Escapa, escritor y periodista; Eduardo Álvarez, director general de RTCyL y Luis Benéitez como secretario del Jurado.