Un gran bastión carlista

Marta Redondo Moreno
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El norte de la provincia tuvo una gran importancia durante las Guerras Carlistas. En el número ocho de la 'Colección de Historia Montaña Palentina', Javier de la Cruz Macho narra los acontecimientos que se desarrollaron en algunas localidades como Ag

Dibujo de las tropas de 'Isabel II'. - Foto: DP

La especial orografía de la Montaña Palentina ha llevado a que durante siglos sus asentamientos sean casi inexpugnables. Desde la antigüedad con las Guerras Cántabras y hasta la Guerra Civil, las montañas del norte de la provincia se convirtieron en una barrera natural clave en muchas batallas y conflictos. Sus habitantes han sido grandes luchadores que querían impedir que su territorio no fuese conquistado. Sin embargo, hasta ahora muy poco se sabía de la importancia que tuvo la comarca norteña durante el siglo XIX y más concretamente en un conflicto tan importante como las Guerras Carlistas. No sólo se trataba de que la sucesora de Fernando VII,  Isabel II, accediese y mantuviese el trono de España, en contra de los partidarios de su tío Carlos María Isidro de Borbón, sino que se quería acabar con el Absolutismo del Antiguo Régimen y evolucionar  hacía un país de corte más Liberal.

Una época sobre la que ha arrojado más luz un estudio realizado por el Doctor en Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid, diplomado en Ciencias Religiosas por la Universidad de Comillas y profesor de Enseñanza Secundaria en el área de Ciencias Sociales, Javier de la Cruz Macho. Un artículo de investigación publicado en el número 8 de la Colección de Historia Montaña Palentina de Aruz Ediciones, en el que  se ofrece un amplio estudio sobre los combates librados en la provincia, y en los que participaron personajes históricos tan destacados como el general Espartero o el Cura Merino.

A pesar de que hasta el momento apenas había algo escrito sobre las Guerras Carlistas en Palencia, estos conflictos afectaron de forma muy notable a la provincia, sobre todo a la comarca norte y a las vecinas de La Ojeda y La Valdavia.

primera contienda. De especial importancia fue la primera de las contiendas, desarrollada entre 1833 y 1839. Durante esa guerra pasaron por la Montaña Palentina dirigentes militares tan destacados como el general Baldomero Espartero, quien en 1836 recorrió la zona al frente de las tropas del Gobierno en persecución de una columna carlista, además pernoctó en Salinas y al día siguiente en Resoba. Poco después estuvo también en Prádanos de Ojeda.  

También recorrió la geografía norteña Jerónimo Merino, más conocido como el Cura Merino, histórico dirigente carlista que pasó en 1938 por Herrera y Aguilar en busca de hombres y armas para los frentes de Vizcaya. Además, estuvieron en la zona los generales carlistas Miguel Gómez, que atravesó con una expedición de 3.000 hombres la provincia en 1936 de norte a sur;  e Ignacio de Negri, que no logró conquistar la plaza de Aguilar de Campoo.

A nivel local, los principales cabecillas de las partidas carlistas fueron Santiago Villalobos, Modesto de Celis y Agustín Rey, a los que persiguieron sin descanso figuras como los coroneles Saturnino Albuín o Benito Losada. A las órdenes de unos y otros, miles de hombres participaron en decenas de enfrentamientos de distinta entidad que se extendieron a casi todos los rincones de la comarca.

 «Había muy pocos estudios sobre la importancia que tuvo Palencia y más concretamente la Montaña Palentina en las Guerras Carlistas, hay un libro de Antonio Pirala en el que hacía alguna referencia a Palencia. Luego cuando comencé con la investigación me llevé una sorpresa por la importancia que tuvo la comarca y los acontecimientos ocurridos», señala Javier de la Cruz.

Además, añade que «la gente piensa que Palencia es un lugar donde no pasa ni ha pasado nada y sin embargo es una provincia que vive con gran intensidad los acontecimientos que ocurren a nivel nacional, como es el caso de las Guerras Carlistas».

poblaciones. Precisamente explica la importancia que algunas poblaciones del norte tuvieron en la contienda. «La zona norte estuvo a punto de convertirse en un frente estable igual que Cataluña o el País Vasco, faltó muy poco. Había mucha gente movilizada en lugares como Aguilar de Campoo y Cervera de Pisuerga.  La gente apoyaba a los carlistas facilitándoles información, comida, etc., e incluso ayudándoles a huir», concreta el autor.

La amenaza de los ataques carlistas llegó a ser tan considerable que las autoridades liberales ordenaron construir sendos fuertes en Cervera de Pisuerga y Aguilar de Campoo, en ambos casos en torno a las principales iglesias de cada una de las localidades. De igual modo, la población de Prádanos de Ojeda fue otra de las más frecuentadas por los carlistas.

Años más tarde, durante la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), el norte de la provincia volvería a registrar nuevos encuentros armados, aunque esta vez no alcanzarían la dimensión de los vividos en el anterior conflicto.  

Pese a contar con un gran apoyo ciudadano en toda la Montaña Palentina, finalmente al igual que en otras contiendas ocurridas anteriormente y posteriormente, no consiguieron dominarla convirtiendo  una vez más al territorio norteño en un gran bastión.