Ilia Galán

Ilia Galán


Deslumbrar de violines

28/08/2023

Celebrando San Antolín en la capital, Palencia, sonaron con estrépito y movimiento incesante los desgarrados movimientos de Ara Malikian, un libanés que viste como un representante duro y underground del rock, alguien fuera de las convenciones y que dicen deslumbró a los presentes. Piezas clásicas o del folclore fueron interpretadas a su modo en mil maneras, mientras saltos, danzas, acompañantes de impulsos vitales casi feroces, hacían de ese momento único un estruendo de voces que tejen la música y el milagro tejen. Lo más importante de las artes sonoras no es la técnica que de un modo preciso recoge todas las notas escritas por el genio o por los compositores sino que transmitan el alma, la esencia, la vida..., que nos transformen, de modo convulso a veces, que nos remuevan por dentro. En lenguaje técnico se denomina «sublime.» La belleza es, en cambio, una contemplación tranquila. A ello se une otro concepto, lo «pintoresco», y es que todo se dio en el escenario de este personaje peculiar que rompe los moldes. Quienes amamos la interpretación meticulosa de un texto o una partitura solemos desconfiar de semejantes personajes... Pero el arte, la vida, da hueco a muchas sensibilidades y no son pocos los que se acercan a lo mejor de las creaciones humanas gracias a «heréticas» interpretaciones... Como también comenzaron a leer buena literatura algunos comenzando por libros comerciales, simples... Quedarse en lo fácil es algo común, una tendencia cómoda, pero cuando el alma despierta pueden saltar chispas por donde uno menos se lo espera.
Las fiestas populares en torno a nuestros santos, grandes custodios y modelos del Espíritu, hoy bastante olvidados, propician muchos encuentros artísticos en forma de bailes y conciertos. No nos engañemos, la mayoría va a divertirse, la devoción quedó disminuida hasta quedar casi irreconocible, las artes suelen entenderse como entretenimiento, no como perfección interior y moral de la existencia a través del conocimiento de la sensibilidad de unos y otros. Pero mejor es que suene la música a que reine no un silencio pleno, sino el del vacío, el del yermo.