Desde hace más de 30 años, las obras de Banksy están cargadas de sarcasmo, conciencia y crítica. Sus trabajos, expresados en las paredes de medio mundo, hablan de los males que afectan al planeta, aluden al consumismo, a la guerra y se ríen sarcásticamente de la hipocresía y del estilo de vida egoísta de las sociedades occidentales.
Uno de los cientos de ejemplos de su estilo es el que plasmó en 2011 en una de las zonas más pudientes de Londres, en el barrio de Mayfair -donde se concentran el mayor número de tiendas de lujo de la city-. Allí, el grafitero dejó su impronta con Falling Shopper o Comprar hasta morir como se ha traducido al español, en donde se ve cómo una mujer cae desde el cielo mientras trata de sostenerse de un carrito de supermercado.
Pero hay muchas más ridiculizaciones o inteligentes reproches, como el que realizó en 2015 en un muro de Calais (Francia), en donde muestra al cofundador de Apple Steve Jobs como un refugiado más huyendo con una bolsa al hombro y un ordenador Macintosh en la mano. El autor británico hace alusión así al origen sirio del padre biológico del empresario y se lo recuerda al mundo desde la Jungla francesa.
Las ratas son una constante en la obra de Banksy.El mensaje en contra de la guerra es otra de las constantes de este misterioso autor. Banksy mezcla a la perfección el enfrentamiento, la libertad y la moralidad para hacer reflexionar al espectador y plantearle ciertas dudas éticas. Uno de sus temas habituales es el conflicto palestino-israelí, en donde aúna a la perfección la libertad y la sensación de cautiverio, desde el mural de la niña de coletas que cachea al soldado hasta la paloma con una rama de olivo en el pico y chaleco antibalas con las diana de un francotirador amenazándola.
Pero no solo en las calles se pueden apreciar sus obras, el autor también ha llevado sus trabajos de manera clandestina a los museos más famosos del mundo, como ocurrió en el de Historia Natural de Londres o en el mismísimo MOMA de Nueva York.
Incluso, en estos días, el enigmático y provocador artista reluce en una exposición en Miami tras pasar por distintas ciudades, El arte de Banksy: sin límites. En la muestra, el grafitero combina la experiencia inmersiva junto con obras originales, reproducciones y sorpresas como una estación de metro por donde no pasan trenes sino piezas de videoarte.
Un reo baja por un muro de la cárcel de Reading hacia una máquina de escribir.Pero la mayor revolución de Banksy tiene lugar en las subastas, allí es cuando sus grafitis alcanzan precios estratosféricos o incluso son triturados, literalmente, por una máquina destroza papeles. Como sucedió en 2018 cuando una obra del autor, Girl with balloon, que acababa de ser vendida por 1,2 millones de euros, se autodestruyó ante la mirada atónita de los asistentes en la sala de subastas Sotheby's. Lejos de perder valor, los restos del cuadro se volvieron a vender por 21,25 millones.
Su majestad, la rata
Si hay un animal infecto que muchas personas no soportan y no pueden ni siquiera ver, esa es la rata. Pues resulta que ese pequeño mamífero es uno de los preferidos de Banksy y, además, uno de los más retratados por el autor.
Según algunos estudiosos de la obra del artista británico, este roedor trata de simbolizar la calle y los millones de personas desposeídas en el mundo, solo así, sus majestades las ratas se convierten en los auténticos reyes del grafiti con el objeto de mover conciencias y provocar el pensamiento crítico sobre aquellos aspectos esenciales de la vida cotidiana.
Paloma de la paz blindada, en Belén.Sin embargo, hay otros investigadores que consideran que Banksy compara a estos roedores con la especie humana, ya que ambos tienen la capacidad de multiplicarse fácilmente y de asentarse por todo el globo. Quizás, la representación más icónica de estos animales sea la de los ratones anarquistas que pueblan muchas de sus creaciones.
Sea como fuere, lo cierto es que Banksy ha pintado decenas de estos animalitos alrededor el mundo. Están por todas partes, en paredes y techos, donde se puede observar a una rata con un pincel junto a un corazón que gotea pintura o debajo una estatua alada salpicada de manchas de color rosa.
También hay roedores en el interior de un baño sucio, sin luz y destartalado y en las esquinas de las paredes de decenas de ciudades.
La influencia pacifista se refleja en sus impresiones. Una muestra de estos ejemplos son los llamados Ratones tóxicos, como el que fue realizado en Camden, Londres, donde aparecen junto a sustancias viscosas y verdes.
Además de roedores, el artista suele pintar también monos. Precisamente uno de sus cuadros más icónicos es Devolved Parliament, un lienzo de 2,5 por 4,2 metros, que resalta por su tamaño, muy diferente al del resto de sus trabajos, y también por la técnica, alejada de su habitual grafiti o stencil -planillos- que suele utilizar en los muros.
De hecho, es considerado el salto definitivo de la calle a la galería en la trayectoria de Banksy. El cuadro, realizado en 2009, fue adquirido por un coleccionista privado y en 2019 subastado en Sotheby's por 9,9 millones de libras (equivalente a unos 10,7 millones de euros). Así se convirtió con cierta polémica, y a pesar de la persistente imagen antisistema cultivada por el propio artista, en una pieza de mercado igual que cualquier otra obra de arte moderno.
El óleo, en el que no deja títere con cabeza, representa una sesión de debate en la Cámara de los Comunes del Reino Unido. La broma es que los políticos han sido sustituidos por chimpancés y, en lugar de intercambiar ideas, se disponen a arrojarse plátanos los unos a los otros. Aunque la asamblea parece transcurrir con cierta compostura, las poses agazapadas de los monos y el juego de miradas entrecruzadas genera una elevada tensión en el ambiente.
Bien podrían resumirse estas tres décadas de arte callejero con dos frases: El arte debe consolar a los perturbados y perturbar a los cómodos y Una pared es un arma potente. Son las dos leyendas que pueden leerse en la muestra El arte de Banksy: sin límites que tiene lugar en Miami, una exposición que ya ha recorrido tres continentes y que ha sido visitada por cerca de millón y medio de personas.