El Aguilar Film Festival (AFF), que se aproxima a la cuarentena y llega al ecuador de la programación, crece con buena masa y un éxito consolidado, lo que le confiere un reconocimiento a nacional -y poco a poco internacional-, fruto del trabajo bien hecho en el pueblo de las galletas. No son los Javis televisivos, pero sus nombres empiezan por J, son Jorge Sanz y Jorge Rivero, los Jorges, director técnico y director artístico del Aguilar Film Festival, que desgranan en una entrevista las diez claves de un festival que lleva 35 años poniendo el foco sobre grandes historias en formato corto.
En esta edición el AFF ha programado 200 cortometrajes nacionales e internacionales, del 1 al 9 de diciembre, además de numerosas actividades paralelas dirigidas a la industria y al público. Y entregará su máximo galardón, el Águila de Oro, a María Barranco y Cristina Plazas, el Águila de Oro Internacional al cineasta francés Eugène Green y el Águila de Oro Castilla y León al director Arturo Dueñas y a la actriz, Ana Garcés. Las claves para que un festival «de pueblo» se sitúe como el certamen de cortos mejor valorado de España por el Ministerio de Cultura pueden resumirse en diez:
Cine desde hace 101 años
En Aguilar ha habido dos salas de cine abiertas desde hace 101 años, proyectando cine ininterrumpidamente. «Los habitantes de Aguilar siempre han tenido una ventana abierta al cine, además de varios cine club que proyectaban cine más independiente y eso ha creado una cultura cinematográfica muy potente», explica a EFE Jorge Sanz, creador y director técnico del festival. Esa cultura cinematográfica tan potente fue la base sobre la que se gestó el festival, hace ahora 35 años. Primero como un maratón de películas, después como una semana de cine español y, finalmente, como un festival especializado en cortometrajes con las ideas muy claras y una mirada ambiciosa que quería colocar a Aguilar, el pueblo de las galletas, en el mapa del cine internacional.
Un festival cercano
Las 10 claves del éxito de los cortos con sabor a galleta - Foto: Almudena ÁlvarezAl celebrarse en una población pequeña, el público ha podido conectar con un evento cinematográfico donde «la cercanía» se escribe con mayúsculas. «Eso lo notan todos los actores que han pasado por aquí», señala Sanz. La familia Bardem, Charo López, Pedro Almodóvar, Concha Velasco, Gracia Querejeta, Icíar Bollaín, Álex de la Iglesia, Santiago Segura, Maribel Verdú, Alfredo Landa, Emma Suárez, Ernesto Alterio, Elena Anaya, Antonio Resines, Imanol Arias o Eduardo Noriega, y otros muchos.
Respeto al artista
Desde sus inicios el AFF ha cultivado un enorme respeto hacia todos los artistas, «ya sea un famoso o un cortometrajista desconocido», afirma el director técnico, algo que los profesionales siempre agradecen.
Puede decirse que el de Aguilar es un festival «de calidad y calidez» porque aunque se celebre en una tierra fría, su gente tiene mucho corazón y eso «ha servido de acicate para que la gente se sienta a gusto y el artista respetado», continúa Sanz.
Un certamen de máximos
Asegura Jorge Sanz que desde el inicio tuvieron claro que había que «envolver bien el festival» para que llegara a todo tipo de público y que no se quedara en un festival para intelectuales. Por eso además de buenos cortometrajes había que contar con caras famosas. Al principio eso costaba mucho, pero con el tiempo han conseguido que los profesionales «no vengan a Aguilar a hacerse una foto, sino a apoyar un evento en un pueblo pequeño» que además huele a galletas.
Especializado en cortos
Ya en la cuarta edición sus organizadores decidieron que había que reconducir el festival para ofrecer algo diferente. «Decidimos especializar el festival en cortometrajes para apoyar la carrera de jóvenes profesionales. Queríamos estar apoyando los inicios, los comienzos», afirma Sanz. Aquella fue una apuesta arriesgada que al principio no llenaba la sala pero que con el tiempo ha demostrado su acierto. Por ser un festival de cortometrajes, el público y los profesionales que asisten han podido ver los primeros trabajos de directores y actores consagrados.
Vivo, fresco y singular
Desde hace siete años Rivero es el director artístico y el encargado de que el festival no se acomode, y con su llegada se reestructuró la parte competitiva, dando más peso al cine internacional y fusionándolo con los trabajos nacionales en diferentes secciones, algunas nuevas, como De Campo para reflexionar sobre el territorio y reivindicar lo rural, o el MiniAguilar para atraer a los más pequeños. Se extendió en el tiempo pasando de tres o cuatro días de programación a una semana completa, se cambió el nombre por Aguilar Film Festival y se trabajó para darle mayor proyección internacional.
Punto de encuentro
Aguilar se ha convertido en un punto de encuentro entre proyectos, productores, directores, distribuidores y festivales. Aquí se han cerrado contratos, se han rodado cortometrajes y sobre todo se han hecho muchos contactos. Como señala Jorge Rivero, Aguilar «es un sitio pequeño, cómodo y manejable que favorece el contacto entre los profesionales en un tiempo en que el networking es fundamental».
Administración y empresas
La colaboración público-privada ha sostenido el festival durante 35 años. «Teníamos claro que el festival no podía crecer solo a costa de las arcas públicas y que había que implicar a las empresas», explica Jorge Sanz. Gracias al esfuerzo del comercio y la hostelería, de pequeñas empresas y de las grandes, como Galletas Gullón que ha patrocinado el festival desde sus primeros años, el AFF ha podido mantenerse en el tiempo, contar con caras famosas y salvar numerosos tropiezos.
Un gran equipo
Más de 50 personas trabajan para que el festival funcione como una máquina bien engrasada. La fuerza del equipo es tan grande y la idea de lo que es el festival está tan asentada que cuando se produce un relevo los veteranos educan a los nuevos en esa filosofía. «El equipo pone un cariño enorme al festival y eso se traslada a todos los que vienen», afirma Rivero.
Público implicado
No hay duda de que la parte más importante de un festival es su público y el de Aguilar de Campoo se entrega en cada edición con un cariño especial y la implicación en todas aquellas actividades paralelas relacionados con él. «Tener un público que quiere al festival, que lo siente como algo suyo y como algo muy importante para la identidad del municipio es otra de las claves del festival», afirma Rivero. Por eso este año el cartel del festival lo ilustran los rostros de nueve vecinos de Aguilar.