Buena parte de su vida la ha llenado el trabajo. Por necesidad, pero también por gusto, que nuestro protagonista no sabe estar mano sobre mano. Santiago Juanes Berzosa tuvo que acostumbrarse de niño a cambiar de residencia, ya que su padre trabajaba en Montajes Nervión y se movía allí donde sus servicios eran necesarios. Fue precisamente la ocupación de su progenitor lo que le trajo a Venta de Baños cuando tenía diez años y fue en la localidad ferroviaria donde se asentó. «La empresa en la que estaba mi padre se dedicaba a los montajes industriales y trabajaba mucho para las azucareras; su último destino fue la de Venta de Baños», explica.
Él había nacido en San Sebastián en 1954, pero en realidad los primeros recuerdos grabados en su memoria infantil son los de los juegos con su cuadrilla, la peña con los amiguetes donde hacían películas con diapositivas y las salidas al campo, a coger fruta y a protagonizar aquellas aventuras rurales propias de la edad y de la época, ya en la localidad palentina. A Santiago Juanes le gustaba el colegio, sobre todo la asignatura de Dibujo, pero lo que más le llamaba la atención era la electricidad. «A los 15 o 16 años ya tenía mi pequeño taller en casa y reparaba lo que podía; tenía una afición enorme, leía todos los libros que podía sobre el tema y ponía en práctica lo que iba aprendiendo y también me interesaba la actividad comercial», rememora.
Y fue con esos mimbres con los que fabricó el cesto del que iba a ser su futuro laboral. Estudió Formación Profesional por la rama de electricidad en la antigua Escuela de Maestría Industrial y lo cierto es que aquello le gustó, aunque apunta que el centro sufría carencias significativas. «Allí faltaba de todo, de tal manera que yo tenía más en mi propio taller», apostilla.
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