"Los periodistas tienen que examinar la realidad"

SPC
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Libro de memorias. El exdirector de 'The Washington Post' y uno de los periodistas más reconocibles del mundo publica un testimonio personal sobre la política y la democracia en EEUU, con un retrato de algunos de los protagonistas de la actualidad

"Los periodistas tienen que examinar la realidad"

Hablar con Martin Baron es hablar con un director de medios de información con mayúsculas, que ha tenido el privilegio de estar al frente de dos de los diarios más influyentes de Estados Unidos, The Boston Globe y The Washington Post, que han revelado algunos escándalos sin precedentes gracias a una labor investigadora referente en todo el mundo.

Retirado en 2021 de la primera línea del periodismo, presenta ahora Frente al poder. Trump, Bezos y el Washington Post, editado por La Esfera de los Libros, un libro de memorias que ofrece un retrato inspirador acerca del papel de la prensa, el deterioro de la democracia y que desvela algunos casos mediáticos.

 

«La misión más trascendental de los periodistas es poner al descubierto las irregularidades y vilezas de los poderosos». ¿Quiénes son esos poderosos?

Los personajes públicos son los poderosos: los presidentes, los políticos, los funcionarios del Gobierno y otros en situaciones de autoridad, como empresarios, líderes religiosos, altos cargos de organizaciones sin ánimo de lucro... Son los que toman las decisiones que afectan a nuestras vidas. 

La palabra clave es «examinar». Significa que los periodistas no son taquígrafos, sino que tienen que entrar en la trastienda y mirar bajo la superficie. Saber quién hizo qué y por qué, a quién afectará, quién influyó en las decisiones y con qué intención. Nosotros, los periodistas, debemos darlo a conocer.

Puede haber conductas indebidas que permanecen ocultas o inadvertidas durante décadas (...) y es frecuente que la voz de las víctimas se ignore, se calle o no se escuche. Por eso, los periodistas debemos obligar a rendir cuentas a los poderosos, independientemente de su posición.

 

Recuerda aquella definición que hizo Thomas Macaulay de los medios como «cuarto poder». ¿Hasta qué punto el periodismo actual ejerce ese poder?

Los periodistas, hoy en día, se enfrentan a muchas presiones (...) Hay muchas razones que empujan a los periodistas a no cumplir con su misión de insistir a los poderosos para rendir cuentas. Sin embargo, en muchos países, como en EEUU, hay mucho periodismo de investigación que logra gran impacto en los lectores y en la sociedad. Estoy muy orgulloso de que los periódicos que he dirigido hayan ejercido un riguroso periodismo de investigación y que haya dado buenos resultados. 

¿Es más sencillo ejercer ese poder desde diarios tan poderosos?

Obviamente, los diarios más grandes son los que cuentan con más recursos y los periodistas tienen más tiempo para indagar en los hechos. Sin embargo, medios más pequeños pueden hacer también investigaciones de gran impacto. En su ciudad, en su región, en su país. Incluso con repercusión mundial (...) Aquí, en EEUU, he visto muchos medios jóvenes ganar premios Pulitzer por hacer periodismo de investigación.

 

De todos los casos que ha desvelado, ¿cuál considera que es el más importante? ¿Quizá la que inspiró la película Spotlight?

Cuando llegué al Boston Globe en 2001, estábamos con problemas financieros y decidimos reinventarnos y empezar a trabajar en el periodismo de investigación. Por ejemplo, empezamos investigando a una de las instituciones más poderosas del mundo, como es la Iglesia católica, y descubrimos una política de encubrimiento de abusos sexuales realizados por parte del clero. El primer artículo sobre el tema se publicó a principios de 2002 y esa investigación aún hoy en día sigue teniendo repercusiones en todo el planeta. 

La investigación del diario y la película de 2015 ayudaron a concienciar sobre ese periodismo de investigación. Puso de manifiesto la dificultad de practicar ese tipo de periodismo y cómo puede hacerse bien.

 

Y de los poderosos a los que se ha enfrentado, ¿cuál es el más peligroso o al que es más difícil hacer frente?

El más peligroso es el presidente de EEUU, la persona más poderosa del mundo. Puede hacer mucho daño y tiene la capacidad de abusar del poder sin rendir cuentas, como hemos visto. Y, aunque sean acusados o juzgados, sus seguidores les siguen incondicionalmente y hacen la vista gorda. Hablo, obviamente, de Donald Trump. No podemos prever el resultado de las elecciones, pero ha dejado claras sus intenciones de aprovechar el poder presidencial para aumentar la presión sobre la prensa si vuelve a la Casa Blanca. Habla abiertamente de la posibilidad de suspender la Constitución, de usar el Gobierno como arma para vengarse de sus enemigos políticos y de su deseo de encarcelar a periodistas cuando publiquen información filtrada, que él califica como «traición». Quiere obstruir el acceso a la información gubernamental, y todo esto es una forma de hacer política peligrosamente autoritaria.

¿Por qué la democracia norteamericana está en un claro declive?

En mi opinión, hay un alto porcentaje de ciudadanos que considera que la democracia no ha dado sus resultados, no ha mejorado sus vidas. Y que los políticos, las élites, incluso la prensa, no han prestado la atención necesaria a sus luchas y han despreciado a sus valores tradicionales. Y ahora están buscando a un hombre fuerte, a su modo de pensar, que pueda arreglar las cosas y estar dispuesto a machacar a sus supuestos enemigos. Hay muchas semejanzas a una dictadura, me temo. Trump es un aspirante a autócrata y admira a hombres fuertes de países como Turquía, Rusia y Corea del Norte. 

Los periodistas no debemos caer en las trampas que nos tienden los políticos y sus secuaces. Vivimos tiempos peligrosos para la prensa libre e independiente, incluso para las reglas fundamentales de la participación cívica.