«En un tiempo amenazado por el cambio en el régimen climático, los retos ecológicos o el horizonte de un posible fin del mundo, la arquitectura se revela como un marco crucial no (solo) para encontrar soluciones, sino para, desde el deseo, explorar, experimentar y ensayar otras fantásticas potencias de vida». Así comenzaba la tesis doctoral del arquitecto Uriel Fogué (Elii-oficina de arquitectura) y nos parece un buen punto de partida para abrir el debate de por qué tiene interés la nueva central térmica de DH Eco Energías en Palencia. La central, diseñada por el estudio madrileño FRPO, liderado por Fernando Rodríguez y Pablo Oriol, recibió el mes pasado el 66º Premio FAD de Arquitectura y Urbanismo, al proponer un edificio alejado de los parámetros tradicionales de la arquitectura industrial, con un diseño basado en la transparencia y la iconicidad.
El edificio cuenta con un basamento de hormigón sobre el que descansa la estructura metálica que soporta la envolvente, dando lugar a una volumetría ligera y diáfana que hace un guiño a los ábsides de la catedral palentina. Esta estructura se cubre con una piel de policarbonato translúcido curvo que enfatiza la idea de transparencia y eficiencia energética. Por último, una chimenea de extracción de aire limpio remata el conjunto.
La infraestructura de District Heating que propone DH Eco Energías consiste en una gran caldera comunitaria, ubicada en la central que se alimenta con biomasa, transformando residuos de madera y otros materiales orgánicos en energía térmica. Esta se utiliza para calentar agua que luego se distribuye a través de una red de tuberías subterráneas a los edificios conectados en la ciudad.
La central tiene también una voluntad pedagógica y divulgativa. Así, en el interior, la maquinaria reside en la planta baja y en la planta superior se cuenta con una pasarela perimetral a modo de deambulatorio (otra referencia del imaginario religioso) con el fin de acoger visitas guiadas donde el público pueda aprender cómo funciona esta energía renovable sin interferir con el espacio directamente industrial. Además, por la noche la linterna de policarbonato se ilumina, convirtiéndose en un hito visual que subraya la transición hacia una energía más sostenible.
El proyecto de FRPO (primero de varios que se sucederán en otras ciudades españolas) destaca por la búsqueda de un lenguaje arquitectónico que asume lo tecnológico no solo como algo funcional, sino como algo bello y representativo, desde la sencillez, la austeridad material y el refinamiento constructivo, dentro de un contexto geográfico que en muchos casos carece de estos valores.
El edificio promueve también la visibilidad de las infraestructuras urbanas, desafiando la tradicional «caja negra» que oculta los sistemas energéticos y metabólicos de la ciudad. Su dimensión material y pedagógica facilitan la comprensión del origen y funcionamiento de la energía que consumimos, fomentando una mayor conciencia ecológica y la responsabilidad en el uso de recursos naturales.
El fenómeno de «apertura de la caja negra» (volviendo a Uriel Fogué) permite hacer visibles las infraestructuras urbanas que posibilitan y sustentan la ciudad y, en este sentido, la central representa un caso de éxito de cómo la arquitectura puede sensibilizarnos hacia un futuro más sostenible.
* Patricia Fraile es arquitecta.
Perfil de Instagram: @patriciafrailegarrido