El testamento que amenazó con cambiar la historia

SPC
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Calvo Poyato firma una novela sobre la regencia de Fernando el Católico y una intriga: ¿Reconoció Enrique IV en su lecho de muerte a Juana 'la Beltraneja' como heredera de Castilla o ratificó a Isabel?

Cubierta del libro ‘El rey regente’ (HarperCollins Ibérica).

Los años transcurridos entre la muerte de Isabel, noviembre de 1504, y la de Fernando, enero de 1516, están preñados de grandes acontecimientos: se confirmó que Colón no había llegado a las Indias; se consolidó el dominio español en Nápoles y se produjo la expansión por el norte de África; se buscó un paso para llegar al mar del Sur y abrir una ruta hasta la Especiería, se ampliaron los dominios de Ultramar... Fue una época de luchas, intrigas, traiciones, lealtades y también de tensiones con Portugal por controlar las rutas marítimas. En Castilla, donde Fernando el Católico ejercía como regente, gran parte de la nobleza apoyaba las ambiciones de su yerno Felipe de Habsburgo, que buscaba desplazar del poder a su suegro. Por ello, Fernando reaccionó firmando una alianza con Francia y contrayendo matrimonio con Germana de Foix, lo que amenazó con poner en peligro la unidad dinástica de Castilla y Aragón.

Como telón de fondo al acontecer histórico, un misterio a día de hoy sin resolver: un presunto testamento de Enrique IV el Impotente -que ya angustió a su hermanastra, Isabel la Católica, durante sus últimos años de vida- que amagaba con convulsionar el reino. El temor a que saliese a la luz una última voluntad del que fuera monarca de Castilla y, por tanto, invalidase la sucesión al Trono de Juana la Loca obligó a su padre a tratar de hacerse con esa prueba que nadie había visto pese a que muchos hablaban de él y encargara al cardenal Cisneros buscarlo.

José Calvo Poyato, con su habitual rigor histórico y maestría literaria, hace desfilar en El rey regente (HarperCollins Ibérica) por palacios y castillos, calles, plazas, mesones y caminos a Fernando el Católico, a Felipe el Hermoso, al Gran Capitán, Nebrija, Cisneros o Juana I de Castilla. También a frailes, pintores y secretarios o gentes del pueblo llano como mesoneros, arrieros o mujeres de la vida, todo en una novela que sumergirá al lector en la cotidianidad del Madrid, Toledo, Sevilla, Valladolid, Burgos o Segovia de la época. 

¿Otorgó Enrique IV testamento? ¿Reconoció en sus momentos postreros a la princesa Juana la Beltraneja como la legítima heredera del trono de Castilla o ratificó a Isabel? Son interrogantes que han marcado Historia y a los que el autor convierte en protagonistas de su obra.

«No sabemos si Enrique IV hizo testamento. Algún cronista dice que sí, otros sostienen que no. En cualquier caso, nuestra Historia está muy marcada por el reinado de Isabel la Católica durante el que ocurrieron grandes acontecimientos y se ponen los cimientos de lo que será el grandioso siglo XVI», remarca el novelista.

Un reinado al que le sigue un tiempo apasionante en el que «se cimienta mucho de lo que ocurrirá en las décadas siguientes». Y es precisamente esa época a la que da voz Calvo Poyato, quien pone el foco en los 12 años posteriores a la muerte de Isabel y especialmente en su marido, a veces eclipsado en las crónicas por la figura de la monarca. Pero Fernando el Católico es «uno de los políticos más hábiles que ha tenido España», según subraya el historiador, quien subraya que «el novelista ha de ser fiel a la Historia, al menos como la conocemos».

Doctor en Historia Moderna, comenzó a cultivar la novela histórica con El hechizo del rey; y después vinieron, entre otras, La dama del dragón y El sueño de Hipatia. Todas ellas tuvieron una excelente acogida, consagrándolo como uno de los más importantes autores del género en España.