Profesionales palentinos investigan sobre los ritmos biológicos

Esther Marín
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Además de estudiar enfermedades comunes y los factores que influyen en sus procesos, han medido el ritmo actividad-descanso en niños y adultos

Cronobiología: disciplina de la fisiología que estudia los ritmos biológicos, incidiendo tanto en su origen como en sus características y sus implicaciones. Tiene especial interés para la endocrinología, la neurociencia y la ciencia del sueño.

Hace más de dos décadas, el Grupo de Investigación Reconocido (GIR) de la Universidad de Valladolid dirigido por el catedrático de Pediatría Julio Ardura  Fernández comenzó a analizar los ritmos biológicos, con especial interés en recién nacidos y niños, a quienes luego se sumaron trabajos centrados en los adultos.

Desde aquellos primeros trabajos sobre cardiopatía pediátrica hasta hoy han sido muchos los trabajos, proyectos y análisis que el grupo ha realizado. Desde hace unos años se ha sumado la colaboración del Laboratorio de Procesado de Imagen de la Escuela Superior de Ingeniería de Telecomunicación, bajo la dirección del profesor Carlos Alberola López, catedrático de Teoría de la Señal.

En estos momentos el grupo está formado, entre otros, por los profesionales palentinos Susana Alberola López, Jesús María Andrés de Llano, José Ramón Garmendia Leiza, José Antonio López Villalobos y Juan B. López Messa.

Las investigaciones de estos profesionales han dado lugar a decenas de publicaciones sobre ritmos biológicos que son citadas y estudiadas por profesionales de numerosas partes del mundo, «lo que para nosotros es un orgullo al considerar que nuestro trabajo  es importante y que, además, puede beneficiar en determinados campos», explica Jesús María Andrés, que además es jefe de Pediatría del  Complejo Asistencial Universitario de Palencia.

«Nuestra permanencia en el mundo de la investigación ha sido razonablemente constante durante todos estos años y seguimos con muchos proyectos», añade.

«A través del estudio del ritmo biológico podemos analizar enfermedades comunes como la bronquitis o la diarrea y estar preparados para ver qué factores influyen sobre estos procesos y reproducir el patrón de la enfermedad», apunta Andrés.

Además se ha medido el ritmo actividad-descanso en la infancia y la edad adulta, tanto en personas sanas como en aquellas que tienen alguna patología y se han   analizado los ritmos en accidentes infantiles.

Este grupo de profesionales es autor de 17 proyectos de investigación, 12 tesis doctorales leídas y otras 5 que se leerán en breve, decenas de publicaciones científicas y numerosas comunicaciones nacionales e internacionales sobre el ritmo biológico.

Además de repercutir en el ámbito de la investigación, la sanidad o la docencia, toda esta labor sobre el ritmo biológico les ha reportado numerosos premios y reconocimientos.

El último de ellos ha sido el premio Jack Perkins Prize 2015 al mejor artículo científico concedido por el Institute of Physics and Engineering in Medicine del Reino Unido. El artículo, que lleva por título Automatic detection of wakefulness and rest intervals in actigraphic signal; a data-driven approach, ha sido redactado por el doctorando Diego Martín-Martínez y los profesores de la UVA Carlos Alberola López y Pablo Casaseca de la Higuera, además de los pediatras Susana Alberola López, Jesús María Andrés de Llano y el médico de Familia José Ramón Garmendia Leiza.

El artículo se basa en el diseño de un algoritmo que detecta de forma automática las señales de los momentos de vigilia y sueño de los pacientes, con objeto de buscar los parámetros que ayuden a diagnosticar si un niño padece o no el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

El artículo da a conocer una parte del trabajo de investigación  desarrollado en su tesis por Diego Martín-Martínez en el Departamento de Teoría de la Señal y Comunicaciones e Ingeniería Telemática de la UVa, cuyo objetivo es encontrar un sistema automático que diagnostique el TDAH, un déficit que afecta a un 6,66% de los niños de la Comunidad, según un estudio de José Antonio López Villalobos, psicólogo del Complejo Asistencial Universitario de Palencia.

Este profesional explica que lo que está haciendo el equipo de investigación es utilizar la actimetría en el campo del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. «Se coloca un actígrafo, un aparato con forma similar a un reloj, en la muñeca de los niños durante 24 horas, lo que permite medir el movimiento en los diferentes ejes del espacio y en diferentes periodos de tiempo como la vigilia y el sueño», argumenta.

«Lo que hemos venido observando es que, a través del actígrafo, podemos detectar cerca del 90%  de los casos de TDAH. No hay ninguna prueba dentro del campo biológico o psicológico que alcance esos niveles de sensibilidad», añade, López Villalobos.

otros campos. El diagnóstico del TDAH es clínico, por lo que depende del profesional y de la subjetividad de los informantes -normalmente padres y profesores- pero el actímetro es más objetivo.

Este profesional añade que, en ocasiones, el TDAH puede confundirse con otros trastornos como la ansiedad, la depresión, trastornos de la conducta o del aprendizaje, así como discapacidad intelectual. «Estamos estudiando si la actimetría, además de diferenciar entre niños sanos y con el TDAH, permite también diferenciarlo de otros trastornos, así como si niños que viven en entornos desorganizados y caóticos pueden presentar síntomas de exceso  de inquietud e inatención que pueden simular un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad», explica.

Por todo ello, «la actimetría podría ayudar en el diagnóstico del TDAH combinado y evitar diagnósticos erróneos, que pudieran asociarse a medidas terapéuticas farmacológicas inadecuadas».

Pero este grupo de investigación emplea la actimetría en otros ámbitos, como en el trabajo realizado por José Ramón Garmendia con adultos y personas mayores, al objeto de analizar las posibles alteraciones del sueño que pudieran aparecer y los ciclos de actividad-descanso.

Según índica este profesional, «el actímetro permite registrar algo objetivo y poder compararlo con los datos de uno mismo y con otros casos». De esta manera se puede analizar, por ejemplo, si las personas mayores que viven solas tienen los mimos patrones de actividad-descanso que quienes están institucionalizados en una residencia de ancianos.

Así, la actimetría es una variable más que ayuda a clasificar distintas enfermedades. «Es una herramienta que ayuda mediante complejos cálculos a clasificar a determinados grupos de personas», añade Jesús Andrés de Llano.

«La dificultad radica en llevar a la práctica clínica una investigación y generalizar los resultados, ya que se tienen sobre una muestra. La complicación es llevarlas a la población en general», concluye Garmendia, quien añade que la actigrafía es un apoyo objetivo que complementa a la experiencia en un diagnóstico.

«El mayor gasto médico de pediatría en Primaria  es en TDAH»

El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) se inicia en la infancia y se caracteriza por dificultades para mantener la atención, exceso de movimiento e impulsividad o dificultades en el control de los impulsos.

Según el DSM-IV-TR (2000) - Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría-, la prevalencia del trastorno se sitúa entre el 3 y el 7% en niños en edad escolar. Los datos sobre la adolescencia y la edad adulta son muy imprecisos, se habla de una prevalencia del 4%.

¿Existe el sobrediagnóstico en el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)? «Hemos observado, con investigaciones previas, que utilizando un cuestionario aislado de TDAH y diciendo que cumple unos síntomas, el 25% de la población sería hiperactiva. Con ese criterio podría existir un sobrediagnóstico, pero yo pienso que hay casos que están diagnosticados que no lo son y otros que no se han diagnosticado. Lo que es un problema es tratar como un TDAH a alguien que no lo es, porque se le está tratando con recursos que no precisa», argumenta el psicólogo José Antonio López Villalobos.

En un diagnóstico clínico y profesional «el margen de error es escaso», siempre teniendo en cuenta que hay una parte de subjetividad, porque «el profesional no puede ver cómo actúa el niño, sino que tiene las referencias de lo que le indican». Es ahí donde la actimetría juega un papel importante.

Por ello, a la hora de prescribir un tratamiento el mejor es el multidimensional, que combina el farmacológico, el psicológico y el psicopedagógico. «Si nos equivocamos en el diagnóstico, todo esto no tiene sentido», añade López Villalobos.

No obstante, Jesús Andrés de Llano recuerda que «hay enfermedades que son fáciles de diagnosticar, pero hay un grupo de ellas que no tienen sistemas tan perfectos para su clasificación, como es el caso del TDAH».

«No hay una prueba definitiva. El caso claro lo es para cualquiera, pero hay otros que no lo son», añade. «No se nos escapa que en el mundo del TDAHexiste también la influencia de la industria farmacéutica. Pero también hay que apuntar que el mayor gasto médico en las consultas de Pediatría de Atención Primaria es la medicación para el TDAH», apunta Andrés de Llano.

En teoría solo existe un 6,6% de pacientes. «Por supuesto que tiene que haber pacientes que estén mal clasificados. Hay algunos diagnosticados que no lo serán y otros que, siéndolo, no se han podido diagnosticar», señala el pediatra. Los «casos límite son difíciles de establecer», concluye.