No es buena noticia para Pedro Sánchez el triunfo de Trump. Si Biden demostró desinterés hacia el presidente español al inicio de su mandato, que luego mejoró discretamente cuando alguien sopló al oído del presidente "Rota, Rota", con Donald Trump es más difícil que pueda producirse la menor simpatía.
Han coincidido en alguna reunión del G-20 y de la OTAN y han intercambiado saludos de cortesía sin excesivo entusiasmo; Trump, por ejemplo, nunca invitó a Sánchez a la Casa Blanca el año y pico que coincidieron como gobernantes. No está especialmente interesado en España excepto por la relevancia de las bases de Morán y Rota, sobre todo la segunda de ellas con un papel fundamental en los conflictos internacionales, sobre todo en el área mediterránea. Pero pueden cambiar las cosas a peor porque uno de los proyectos del que será presidente de Estados Unidos a partir de enero, es la creación de una base militar americana en territorio marroquí.
Marruecos es país de gran importancia estratégica, y Trump pretende convertirlo en el gran aliado de su país en el área mediterránea. Si no lo hace y Rota pierde la relevancia actual, las relaciones bilaterales cambiarán sensiblemente. Y además, el nuevo papel de Marruecos como socio prioritario para Trump, cambiará también las relaciones entre España y el país norafricano. Con el que España comparte intereses de máxima importancia, como el control de la inmigración ilegal, la colaboración policial en la lucha contra el terrorismo, la estabilidad de Ceuta y Melilla, y un importante intercambio comercial. Por no mencionar el Sahara, aunque Sánchez ha aceptado ya su absorción por Marruecos.
Tampoco Trump, ve con buenos ojos el "gobierno de izquierda progresista" del que presume Sánchez, sino que considera que se trata de un gobierno comunista radical con el que no se debe tener excesivo trato. Le ha molestado gravemente la defensa que ha hecho Sánchez de la creación de un Estado palestino, y que uno de los partidos del gobierno, Sumar, defienda una posición tan contraria a Israel en la guerra contra Hamás. Tampoco ve con buenos ojos a la UE, excepto a los países con gobiernos de extrema derecha con los que tiene buenas relaciones, capitaneados por el húngaro Viktor Orbán.
En el plano económico, Trump lleva tiempo pidiendo una vuelta de tuerca en el comercio con Europa, y defiende unos aranceles que pueden ser letales para sectores industriales, agrícolas y alimentarios españoles. El triunfo de Trump tiene consecuencias desastrosas para un gran número de empresas de nuestro país.
¿Importa? Sí, importa mucho. Estados Unidos sigue siendo país potente en el escenario mundial y con Trump tendrá aún mayor protagonismo. Se viven guerras en Gaza y en Oriente Medio en las que Trump defiende posiciones distintas a las españolas y, aunque pertenecemos a la misma organización, la OTAN, un presidente con la prepotencia de Trump, que desprecia a quienes no piensan como él, es un problema para España. Más todavía cuando gobierna un Pedro Sánchez que vive el momento más difícil de su mandato, con tantos frentes abiertos y un serio conflicto institucional.