Ejercicio y buena compañía

Carlos H. Sanz
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Las clases de la Receta de Actividad Físico-Deportiva y Social se planifican al detalle como una herramienta de salud. Cada ejercicio se adapta a las necesidades de cada persona

EJERCICIO Y BUENA COMPAÑÍA

Son las once de la mañana y en una sala del pabellón municipal empieza el trajín. Colchonetas, balones medicinales y gomas elásticas listas, y saludos cruzados entre quienes ya comparten rutina, charla y esfuerzo. «¡Buenos días!», saluda Paula Sánchez, la educadora físico-deportiva que dirige con energía la sesión de ejercicio, a la media docena de hombres y mujeres de la clase de los martes, que forma parte del programa municipal de Receta de Actividad Físico-Deportiva y Social.

Aquí el ejercicio no es una moda, sino una herramienta de salud, y se adapta a las necesidades de cada persona. «Yo vine por la espalda», cuenta Javier Rodríguez, de 74 años, mientras se acomoda en su puesto. «El médico me aconsejó algo suave, que no me forzara. Al principio acababa cansado, pero ahora ya noto que voy cogiendo fuerza», reconoce.

Paula dicta los movimientos y los guía con paciencia. Repite las instrucciones y corrige posturas. Esa cercanía no pasa desapercibida para quienes llevan tiempo en la clase. «Es que se dedica totalmente a ti», señala Isabel, que lleva varios meses en el grupo. «En otros sitios no pasa. Esto es otra cosa», ensalza.

EJERCICIO Y BUENA COMPAÑÍAEJERCICIO Y BUENA COMPAÑÍA - Foto: Juan MelladoEste grupo es variado, pero el ambiente es de confianza. «Yo vine porque unos amigos me lo dijeron», comenta Antonio, de 78 años, mientras hace unos ejercicios de fuerza. «Lo que más me gusta es que esto te obliga a moverte, y además conoces a gente nueva. Nos llevamos bien», apunta.

A unos metros, Jesús Gutiérrez, de 67, tira de las gomas elásticas mientras comenta que llevaba una vida muy sedentaria y necesitaba moverse. «Me informaron de esto y me animé. Me gusta, aunque hay ejercicios que cuestan más que otros», comenta.

«me encuentro mejor». La sesión avanza entre indicaciones, risas y algún resoplido. Para Urbana, de 75 años, no siempre es fácil recordar los movimientos, pero no se rinde. «Esto me está viniendo bien. Me cuesta a veces, pero me encuentro mejor», asegura. El esfuerzo se nota más en algunos que en otros. Mercedes, de 72 años, llegó tras una operación. «Me quedé muy floja y necesitaba recuperarme. Ahora subo y bajo escaleras sin tener que agarrarme. Me siento más fuerte y más segura», dice, con una sonrisa.

Acaba la clase y la sentencia es unánime. «Es una pena que no se haya publicitado más porque nos enteramos de casualidad», lamenta Isabel, que destaca que «es un programa magnífico». «No solo nos beneficia a nosotros, también al conjunto de la sociedad. Cuanto mejor estemos los mayores, menos gasto generamos. Pero, sobre todo, ganamos en calidad de vida», sentencia.

Mientras el grupo de las 12 h se despide, Carmen y Teófilo se preparan para comenzar la clase, que, por los materiales preparados, se vislumbra que será totalmente diferente. «Todas comienzan con un calentamiento, con movilidad articular, y la parte principal son los ejercicios enfocados a la fuerza, coordinación y equilibrio, ya sea por circuitos o por otros métodos. Y, para finalizar, hacemos estiramientos», explica Paula, que se encarga de regular «el volumen, la intensidad y las repeticiones» para cada participante del programa.

«Intento que las sesiones sean dinámicas y entretenidas. Conocer bien a cada persona es clave para poder incluir ejercicios que les gusten o que les motiven, ya sea a través de juegos, estímulos externos u otras formas de dinamizar la clase. Además, entre ellos se animan mucho y han creado un ambiente muy positivo de grupo», explica la educadora físico-deportiva, que termina confesando que está «encantada con todos».

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