La aguja y el dedal cayeron en manos de Fely Campo como una decisión de su madre. Un oficio impuesto cuando tenía 13 años por sus malas notas, a una niña a la que en esos momentos no le gustaba coser ni nada de lo relacionado con el mundo de la confección. Sin embargo, el oficio marcó su vida, descubriendo un camino en el que ahora celebra sus 50 años en el mundo de la moda. Una vida entera, donde lo profesional y lo personal se mezclaban, en la que los cambios políticos y sociales también afectaban a su trabajo y a la vida de las mujeres, pero en la que siempre se ha mantenido entre telas.
Con 14 años, Campo recuerda cómo con trozos de las telas que sobraban en el taller se hizo un vestido, "en la época en las que se llevaban las faldas súper cortas", y se percató de un aspecto clave: "mi imagen alejaba a la gente". "Yo era la rara, y vi el poder que podía ejercer en la sociedad que yo me vistiera a mí misma de una forma diferente. Era como cuando alguien se toma un par de vinos para tener más libertad, hablar mejor o desinhibirse. A mí me daba eso", recuerda en una entrevista en su atelier de Salamanca con la Agencia Ical.
La vida de la diseñadora ha estado marcada por grandes hitos. Comenzando por el de montar su primer taller a los 15 años en su habitación, donde quitó su cama para poder instalar una máquina de coser Refrey semiautomática, y poder empezar "a trabajar para muchísima gente que ya quería vestir un poco como yo". "Lo quería aprender todo y muy rápido para marcharme del taller", reconoce, y, tras lograrlo, montó su academia de corte y confección, logrando poner una placa en la puerta con su nombre, pero que cerró a mediados de los años 90 debido a que comprendió que era "un error enorme" porque "en este país se decía que todo el mundo quería un carnet de diseñador".
"Para mí esto es un oficio muy importante en el cual puedes vivir toda tu vida de él", señala convincente, en una idea en la que se mantiene medio siglo después. "Puedes nacer con cierta inquietud, cierta creatividad, pero la creatividad se potencia con el conocimiento. En cualquier ámbito de la vida, en cualquier campo", confiesa la diseñadora, que a lo largo de su carrera también ha dejado atrás secciones como la sastrería o la ropa de hombre para dedicarse de lleno a la mujer.
Los diseños de Fely Campo dieron el salto internacional hace ahora 20 años. "Quería salir de Salamanca y hacer colecciones de verdad", recuerda, y las puertas se abrieron en París, donde llegó con una maleta con 15 vestidos con una convicción: "para mí en la vida, dar un paso es un éxito, independiente del resultado". Y el éxito llegó, las puertas en la capital de la moda se abrieron y llevaron a otras, como Barcelona, Londres o Milán, donde en 2015 realizó la que considera como su mejor colección hasta ahora. "La hice justo después de morir mi madre, se la dediqué a ella, los colores, los estampados y las flores", explica.
En la actualidad, la diseñadora cuenta con tiendas en Italia, Reino Unido, Escocia, Irlanda, Francia, Suiza, Austria y hasta con un comercio online en Estados Unidos. Además, el pasado mes de junio presentó su colección otoño-invierno en un nuevo mercado, China, país que puso los ojos en ella y donde se abre una nueva oportunidad para crear colecciones prêt-à-porter. La celebración de sus 50 años comenzó en febrero en Madrid con su última colección, basada en su color fetiche, el negro, y en la inspiración que le da su tierra, la Sierra de Francia. El ciclo lo cerrará el próximo 14 de diciembre en el teatro Campoamor de Oviedo, ciudad donde también cuenta con una tienda.
La importancia de la moda en la vida de la mujer
Recordando una vida entera dedicada a la moda, Fely Campo ha comenzado a grabar sus memorias y anécdotas relacionadas con la transición política y social, sobre todo de la mujer, a lo largo de este medio siglo. Entre ellos, la importancia que ha tenido la moda en las mujeres a lo largo de la historia, y cómo acontecimientos especiales como una boda podían marcar tanto a las personas. "Yo tenía 20 años y trabajaba para mujeres de entre 40 y 70, que era como si su vida se acortarse cuando sus hijos ya eran mayores y la mayoría, no trabajaba", relata, rememorando una frase que escuchaba mucho, y de la que estaba en contra: "no hay nada peor que una boda".
Cuando Campo realizaba vestidos para madrinas, pensaba que el resto de la sociedad no se ponía en la piel de una mujer de esa edad. "Su mundo era muy pequeño, entonces llegaba una boda y de repente empezaban a hacer deporte, hablar más, cuidarse la piel o mirarse en el espejo", continúa. En definitiva, pensar en y por ellas mismas. La diseñadora reconoce haber defendido esta postura, algo que ella consideraba un "antes y un después en su vida".
El encuentro con las modistas, continúa, servía de confesionario para muchas mujeres, donde hablaban, y las profesionales lograban tener "un conocimiento muy grande de sus preocupaciones". "Ese amor que yo he tenido por esta profesión y por los cambios de la mujer, que los he vivido, es tan interesante y tan importante que lo estoy grabando para que no se me olvide", señala.
Diseño para la mujer actual
Fely Campo, quien realiza sus colecciones pensando en los cambios de la mujer a lo largo de la historia, quiere continuar teniendo ese contacto con las mujeres que vayan a ponerse sus prendas. Por ello, su atelier en Madrid es fundamental, y reserva un día a la semana para tener entrevistas con sus clientas. Unas dos o tres citas a la semana, "que no es nada en realidad, pero estoy en contacto con la necesidad de la calle". Además, en cuanto a las novias, reserva 16 trajes al año, "para ver cómo van los gustos a esa edad de mujeres".
"Ahora hay más libertad en el cuerpo, pero por otro lado hay una dependencia grande de la estética", prosigue. Ante las tendencias marcadas, en muchos casos, por las redes sociales, Fely Campo reivindica la personalidad de cada una y el quererse en el espejo. "Ahora hay falta de eso, de mirarte al espejo y decir, me gusto como soy, porque soy única e irrepetible", manifiesta.
Frente a una época de tendencias, "donde vale todo lo que te pongas", la diseñadora apuesta por aprovechar la libertad. Ahora, ha comenzado una nueva etapa con el prêt-à-porter, y está realizando cambios en su empresa, formando a un equipo de personas para en dos o tres años poder garantizar una continuidad. Para que el trabajo de toda una vida no termine aquí, después de 50 años dedicados a un oficio creativo, de conocimiento y de amor por su profesión.