Cincuenta pendones tiñen de color el cielo de Poza de la Vega

Pablo Torres
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La popular pendonada de la localidad reunió ayer a representantes de las provincias de León y Burgos, amén de la palentina, en una jornada que hace las funciones de «hermanamiento»

Un momento del desfile de pendones, ayer en Poza de la Vega - Foto: Ángel M.

Medio centenar de pueblos se dieron ayer cita en Poza de la Vega con motivo de la popular pendonada que celebra la localidad. A la amplia representación palentina, conformada por una treintena de municipios, se sumaron también poblaciones de las colindantes provincias de Burgos y León. 

Las banderas representativas de cada municipio, impregnadas de historia y folklore, fueron la tónica de una jornada que comenzó a las 11 horas. Tras la misa del mediodía y el sentido recuerdo a los difuntos (que se realiza en esta misma fecha desde la pandemia de la covid-19), comenzó el desfile de los pendones por el casco urbano y los alrededores del pueblo. 

Así, los 50 estandartes participantes engalanaron el cielo de La Vega con sus colores y formas, una estampa que quedará grabada en la memoria de los allí presentes. «Esta fecha siempre es bien acogida», aseguró a Diario Palentino el alcalde de la localidad, Roberto Alonso. 

Los portadores mostraron su orgullo ante la mirada de los congregados, pues lo que sostenían sobre sus cabezas eran símbolos de su propia tierra. 

No en vano, en el municipio perciben esta celebración como un acto de «hermanamiento» con las provincias limítrofes. «Mostramos hospitalidad con los pueblos que vienen aquí a visitarnos», añadió el primer edil. 

Las banderas no fueron el único símbolo folklórico de la jornada, pues finalizado el desfile dieron comienzo los tradicionales bailes regionales a los pies de la iglesia de San Andrés. Como no podía ser de otra manera, los dulzaineros se encargaron de poner el ritmo a una tarde llena de historia y arraigo. 

Como colofón a la jornada, se celebró la comida pendonera, en la que vecinos y visitantes repusieron fuerzas tras cargar unos estandartes que, en algunos casos, rondaban los cinco metros de altura.