El 15 de diciembre de 1919 se celebró en el Teatro Principal de Palencia una velada en la que Los amigos de Nino representaron una comedida en tres actos y un cuadro titulada Jimmy Sansón y el juguete cómico Los Asistentes. La función tenía un carácter benéfico, pues se pretendía recaudar fondos para que Nino pudiese asistir a la Exposición de Humoristas que se iba a celebrar en París del 27 de marzo al 5 de mayo de 1920.
Y no es que Nino fuese un humorista, sino que era pintor, y una de sus aficiones, muy de moda en ese momento, eran las caricaturas. De hecho, en el intermedio de las dos obras que se iban a representar se proyectaron una serie de caricaturas bajo el nombre de Estampas Palentinas, que son las que ilustran este artículo.
Estas caricaturas han sido conservadas por M.ª Josefa Walfida Pérez Martín, quien, amablemente, me facilitó una copia hace ya más de diez años. Desde entonces han dormido en una carpeta del ordenador, esperando a ser desvelada su autoría, hasta que por fin fue posible.
Nino es, en realidad, Saturnino Pacheco Díez. Hijo del afamado pintor Ricardo Pacheco y de Carmen Díez Nieto. Nació el 1 de agosto de 1896, en Santander, aunque, desde bien pequeño residió en Palencia. Su padre, Ricardo, era profesor de la Escuela Municipal de Dibujo de Palencia y catedrático del instituto de Secundaria.
Saturnino inició sus estudios en el instituto de secundaria palentino, en el curso de 1907-1908, con once años y, nada más terminar, con apenas 16 años, es nombrado el 28 de marzo de 1913 suplente de la asignatura de dibujo del instituto de secundaria de Palencia.
En mayo de 1917 fallece su padre, Ricardo Pacheco. Saturnino solicitó al Ayuntamiento ocupar la plaza de profesor de la Escuela Municipal de Dibujo, que quedaba vacante al fallecer su padre. El Ayuntamiento decidió concedérsela por unanimidad, enalteciendo «las condiciones del señor Pacheco como pintor»
A pesar de su juventud, era ya un artista con cierto reconocimiento. No es por ello de extrañar que, en los próximos años, participase en algunas exposiciones colectivas, sobre todo en Cantabria. Allí presentó, algunas de sus obras, en una exposición de arte montañés, a finales de 1918, celebrada en los locales de El Alcázar e inaugurada por los Reyes de España, y otra en Bellas Artes, en agosto de 1919. En ambas recibió buenas críticas.
En Palencia estaba plenamente integrado, no sólo por su trabajo, sino por participar en diferentes iniciativas. Desde 1917 fue miembro fundador de la Sociedad cómico-dramática literaria Benavente. En la junta directiva, de la que formaba parte, aparecen personas como Manuel Diaz-Caneja, Carlos M. de Azcoitia, Tomás del Mazo, Ambrosio Garrachón Bengoa, Albino R. Alonso, etc. También era aficionado al ciclismo, muy popular entre la burguesía y la clase media de la época, formando parte de la Peña Sportiva.
Pero para Nino, y su crecimiento como artista, Palencia no le ofrecía los estímulos suficientes. Deseaba salir a conocer otros estilos y otras corrientes, en unos años de gran efervescencia artística en Europa. Por ello decide irse a París. La ocasión la propicia una nueva convocatoria del Salón de humoristas que, desde 1904, se celebra en París, al que decide acudir. Para ello, sus amigos, deciden hacer la obra de teatro con la que empezamos este artículo. La recaudación fue suficiente, permitiendo a Nino emprender ese viaje. Pero, aprovechará la coyuntura para quedarse un par de años en París, solicitando la pertinente licencia, para que el Ayuntamiento le reservase la plaza de profesor de la Escuela Municipal de Dibujo. Permaneció en París hasta 1921, donde siguió pintando e incluso recibió algún premio.
Al regresar se tuvo que incorporar a la legión, desplazándose a Marruecos. De aquel período es la imagen que conservamos de él, que publicó El Pueblo Cántabro. Aparece con el número III, a la izquierda de la imagen, sentado en el suelo.
Licenciado del ejército a finales de 1922, regresó a Palencia, donde continuó el ejercicio docente. Pero todo hace pensar que quería cambiar de aires, ir a un lugar donde pudiese desarrollarse como artista. Por ello intenta presentarse a las oposiciones de Dibujo de diferentes institutos, a la vez que sigue pintando y exponiendo.
En 1929 abandona Palencia y se instala en Madrid, afiliándose al PSOE, donde le sorprenderá la Guerra Civil. Aunque estuvo a punto de morir antes al caerse de un tranvía en marcha lo que tuvo en estado grave un tiempo.
Fruto de su militancia en el PSOE, tuvo que exiliarse ante el avance de las tropas franquistas, huyendo a Francia en 1939, donde se reunió con alguno de sus muchos hermanos.
En Francia sufrió las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial emigrando a Méjico, como muchos otras artistas españoles, en los inicios de los años 40. Se instaló en Acapulco, a donde había ido parte de su familia. Antes habían llegado su mujer, Consuelo Pérez Encabo, y su hija, tras pasar primero por la República Dominicana, para asentarse después en Méjico. Allí continuó su labor artística.