El gran combate de Le Pen

A. Torres del Cerro (EFE)
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La líder extremista francesa afronta una inhabilitación de cinco años que hace tambalear sus ambiciones de conquistar el Elíseo en 2027, fiándolo todo a una pronta y favorable decisión

El gran combate de Le Pen - Foto: Thomas Samson

La líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, conoce los combates y obstáculos políticos casi mejor que nadie en Francia, pero ninguno de la envergadura del que experimentó el pasado lunes, cuando un tribunal de París hizo que se tambalearan sus ambiciones de conquistar el Elíseo en 2027 por una condena por desvío de fondos públicos del Parlamento Europeo.

La hija de Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional (en la actualidad denominado Agrupación Nacional, AN), se encuentra ante una gran encrucijada: esperar una decisión favorable en el recurso a su condena -Apelación ha previsto resolverlo antes de 2026-, que incluye una inhabilitación inmediata de cinco años, o pasar el testigo a su delfín Jordan Bardella.

La artífice de haber suavizado la imagen del partido galo -asociado desde hace décadas a la xenofobia, el racismo y el antisemitismo- aún no ha dado pistas de qué hará. Su Portavocía adelantó que sigue «combativa», aunque, sea el camino que sea, el panorama es muy incierto para la dirigente.

Pese a la previsión de Apelación, el recurso podría llegar demasiado tarde para preparar en condiciones las presidenciales de 2027, en las que Le Pen partía como favorita. Y proyectar como candidato a Bardella, todavía muy joven, no crea consenso ni en su propia formación.

El desafío para la líder de AN, condenada también a cuatro años de prisión -dos de ellos firmes que puede cumplir con brazalete electrónico, pese a que este quedaría automáticamente anulado en caso de recurrir la sentencia- y 100.000 euros de multa, es inédito en su turbulenta carrera.

Traiciones familiares

A sus 56 años, la cara más visible de la extrema derecha francesa se ha empeñado en hacer de la tenacidad y la combatividad su imagen de marca desde que comenzó en política, hace ya más de tres décadas.

Se dice que Le Pen, criada en un barrio de clase acomodada de la capital gala, estaba predestinada a entrar en política después de haber sobrevivido en 1976, con solo ocho años, a un misterioso atentado contra su padre.

Traumatizada por este suceso y después de ejercer como abogada entre 1992 y 1998, la hija pequeña de la familia Le Pen ayudó a que su padre llegase a la segunda vuelta de las presidenciales de 2002 -dejando en la cuneta al socialista Lionel Jospin- para medirse a Jacques Chirac, a la postre dirigente de la República hasta 2007.

Desde entonces, la exletrada encadenó cargos públicos hasta que tomó las riendas del Frente Nacional en 2011 de la mano del patriarca. Esa fecha marcó un antes y un después en la imagen de un partido que hasta entonces había asumido su vocación antisistema y había verbalizado un profundo racismo y antisemitismo.

Marine Le Pen decidió cortar lazos políticos e incluso sentimentales con su propio padre, al que expulsó de la formación en 2015 por invectivas contra el colectivo judío. El golpe fue tan duro que, a la muerte de Jean-Marie, el pasado 7 de enero, la mandataria lamentó haberle tratado de aquella forma.

Roto el cordón umbilical con su progenitor, la líder conquistó, poco a poco, a las clases populares -desde hace años es el primer partido entre los obreros- y suavizó la imagen ultra y viril de su grupo político.

Victoria moral

Esa llamada desdiabolización del partido made in Marine, rebautizado en 2018 como Agrupación Nacional, la llevó a alcanzar en dos ocasiones la segunda vuelta de las presidenciales (2017 y 2022).

Perdió ambas citas ante el actual dirigente galo, Emmanuel Macron, pero fueron una victoria simbólica e ideológica para su nacionalpopulismo al sumar más de 10 millones de votos y lograr que temas como la inmigración se situasen como una prioridad de los franceses.

Para su buen resultado de 2022, Le Pen no lo tuvo nada fácil. Primero superó las críticas por sus afinidades con el jefe del Kremlin, Vlamidir Putin. Poco después, su sobrina y exdiputada de su formación, Marion Maréchal, se fue al movimiento ultra rival de Éric Zemmour. Tras aquella traición familiar, se reivindicó con el mejor resultado electoral en unas presidenciales para la ultraderecha gala, un 41,5 por ciento de los votos.

El techo de AN siguió creciendo en los años posteriores. Fue, por un amplio margen, el partido más respaldado en las europeas de junio de 2024, lo que llevó a Macron a convocar comicios anticipados en el país.

En esa cita con las urnas, Agrupación Nacional logró 10,5 millones de sufragios y se confirmó como la primera fuerza de la nación en número de apoyos, aunque no en escaños por el particular sistema electoral francés a doble vuelta.