Encuentro de titanes políticos en el Foro de Cooperación Económica Asía Pacífico (APEC) que tiene lugar en Lima (Perú) bajo la atenta mirada de los nuevos anuncios proteccionistas que ya ha adelantado el próximo líder de Estados Unidos, Donald Trump. Pero hasta que llegue ese momento a mediados de enero, ayer fue el turno del todavía presidente de EEUU, Joe Biden, que pisó esta cumbre internacional con un perfil desdibujado antes de ceder las llaves de la Casa Blanca al republicano, y del mandatario chino, Xi Jinping, que escenificó la fuerte influencia de Pekín en el país latinoamericano tras inaugurar su país el mayor puerto de la región en la ciudad de Chancay.
Biden, que tiene previsto reunirse con Xi hoy por tercera y última vez en su mandato, llega para participar en un foro que representa a más de la mitad del comercio mundial y reúne a jefes de Estado y Gobierno de países con intereses tan dispares como los de EEUU, China, Australia, Japón, Vietnam, Indonesia o Chile.
La cumbre de Lima será una oportunidad para que Biden se reúna de manera trilateral con el nuevo primer ministro nipón, Shuigeru Ishiba y con el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, un formato que Washington quiere «institucionalizar» para que ese diálogo, considerado como contrapunto a la competencia global china, se mantenga con la llegada de Trump.
No obstante, esta APEC pone en relevancia la «intensa competencia» global entre China y Estados Unidos, como la caracterizó desde el Air Force One el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan.
«Estados Unidos no ha relegado su influencia en la zona frente a China, sino que China ha perseguido una nueva relación comercial y de inversión con más vigor y consistencia durante 20 años», indicó Christopher Hernández-Roy, subdirector del programa de las Américas del Centro de Estudios Estratégicos.
Por su parte, Xi podría aprovechar esta cita para aumentar aún más su protagonismo y presentar a China, el mayor exportador global, como defensor del libre mercado.
Como añadido, esta visita a Lima se da en un momento de transición en la Casa Blanca y con un Trump que ha prometido medidas proteccionistas para tomar represalias contra China y otros socios para proteger industrias estratégicas y la manufactura nacional.