Las razones saltan a la vista: la administración pública, en sus distintos niveles y con su grado competencial específico, está para servir al ciudadano. Las gestiones que atiende son de toda índole, pero van encaminadas en todo momento, o así debiera ser, a garantizar derechos y prestaciones y a exigir el cumplimiento de las obligaciones, que también. Si hay fondos, líneas de subvenciones e incentivos tiene que procurar que los posibles beneficiarios lo conozcan y facilitarles su solicitud y complementación. Si lo que corresponde es propiciar la externalización para que la producción española vaya cobrando cada vez mayor peso específico en otros países, tiene que favorecer su tramitación para que al empresario, y más en el caso de los pequeños y medianos, no le resulte tan gravoso que desista sin haber logrado su propósito. Y si de lo que se trata es de destacar el papel que la innovación, la investigación y las patentes juegan en el tejido empresarial patrio, la administración tiene que acompañar y proteger esos procesos.
La competitividad no mana del cielo y todo el esfuerzo que hacen las mercantiles en inversión para modernizarse, estar al día y convertirse en punteras dentro de su sector, no puede ni debe caer en saco roto. Merecen el empujón que las sitúa donde corresponde y el acompañamiento que las fortalezca y asegure que no están solas en ese camino.
Y todo esto, que parece de una lógica aplastante y que participa del espíritu de equipo que se le presupone al estado del bienestar en su objetivo final de mejorar la vida del conjunto del país, no se produce todos los días. Por eso, lo que demandan empresas centenarias como la palentina Remolques Rodríguez, radicada en Villaherreros aunque con una amplia exposición de su producción en el polígono industrial de la capital, es mayor sensibilidad y un apoyo más decidido. Insisten sus responsables en que la administración tiene que darse cuenta de que un exceso de celo y de burocracia puede dar al traste con las ideas novedosas y con los proyectos de ampliación, además de echar para atrás a quienes tienen en sus manos un proyecto de emprendimiento y se topan con demasiadas trabas.
Pese a ello, esta firma reconocida por la calidad de su trabajo y por la capacidad de adaptación a las demandas cambiantes de los clientes, lleva un siglo cubriendo la demanda, no solo de los agricultores, sino de todos los sectores y de numerosos particulares. Ya va por la cuarta generación y lleva el nombre con la frente muy alta, consciente de que lo que empezó como un pequeño negocio familiar, ocupa ahora un lugar preeminente en su ámbito fabril, mantiene una plantilla fiel al nombre y exporta el quince por ciento de la producción. Es esencial tenerlos en cuenta.