Editorial

Los menores, cuanto más lejos de las máquinas recreativas, mejor

DP
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Palencia registra una disminución significativa en el número de máquinas recreativas activas en los últimos cinco años, con un descenso del 16,27% desde 2019

Palencia registra una disminución significativa en el número de máquinas recreativas activas en los últimos cinco años, con un descenso del 16,27% desde 2019. El paso de 1.020 aparatos registrados a 854 en 2023 no solo refleja un cambio en las dinámicas del sector del ocio y la hostelería, sino también una transformación en los hábitos de consumo de los palentinos, marcada en gran medida por la pandemia.

Este fenómeno, reconocido por los empresarios del sector y los hosteleros, ha sido progresivo, salvo por un leve aumento en 2022 que apenas rompió la tendencia a la baja. Según datos de la Junta de Castilla y León, el número de máquinas disminuyó en 2020 a 983, en 2021 a 931, y el año pasado a 854, lo que evidencia un cambio estructural que va más allá de la coyuntura. Aunque esta reducción podría interpretarse como una señal positiva en la lucha contra la ludopatía, desde la Asociación de Jugadores en Recuperación El Azar de Palencia alertan de que las máquinas siguen siendo fácilmente accesibles en bares y cafeterías. Su ubicación en espacios de ocio cotidiano, donde no hay controles de acceso comparables a los de bingos o casinos, continúa representando un riesgo latente, especialmente para los sectores más vulnerables de la población. La ludopatía, como bien señala Begoña Pérez, psicóloga de El Azar, no solo afecta a quienes la padecen, sino también a sus familias y entornos cercanos. Aunque haya menos máquinas, la presencia de estos dispositivos en lugares habituales sigue alimentando un problema que, más que disminuir, podría estar diversificándose hacia otras formas de juego, como las apuestas en línea o las aplicaciones móviles.

La pandemia y sus consecuencias económicas parecen haber jugado un papel clave en esta caída de máquinas recreativas, tanto por la disminución del consumo en locales hosteleros como por los nuevos hábitos de entretenimiento digital. Sin embargo, el descenso en las cifras no debe ser motivo de complacencia. Las autoridades deben redoblar sus esfuerzos para establecer controles más estrictos sobre el acceso a estos juegos, incluso en los bares, y aumentar las campañas de sensibilización para prevenir el desarrollo de adicciones. Por otro lado, la responsabilidad no recae únicamente en las administraciones. Los hosteleros, como actores clave en este ecosistema, tienen la oportunidad de colaborar activamente en la construcción de espacios más seguros y responsables, promoviendo alternativas de ocio que no dependan del juego. La caída del número de máquinas recreativas puede ser un indicio de cambio, pero no debemos confundirlo con una solución definitiva al problema del juego patológico.