Arcones repletos de todo tipo de alimentos, la ropa de abrigo bien a la vista en el armario, las carboneras llenas hasta los topes y leña más que suficiente para afrontar sin mayor inconveniente los meses más crudos del año. Los vecinos de la Montaña Palentina estaban más que preparados en 2015 para afrontar un invierno más y hacer frente a sus rigores. A fin de cuentas, nevar, siempre nieva. Y helar, también. Lo que nadie sabía es que lo que estaba por venir era la «mayor nevada del siglo» en el norte de la provincia, donde se llegó a acumular en tan solo una semana larga de precipitaciones «la misma cantidad de nieve que en los siguientes diez años».
Así lo ponen de manifiesto los montañeses y lo evidencian los datos de los que dispone la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), con «espesores puntuales por encima de los dos metros de nieve, favorecidos también por la inestabilidad y las rachas de viento fuerte», explica su delegado en Castilla y León, Manuel Mora. Las precipitaciones, además, se acompañaron de heladas generalizadas con los termómetros por los suelos, como los -14,9 ºC que se registraron en Aguilar de Campoo el 10 de febrero.
Y es que aquella fue una situación excepcional y extraordinaria, pues las precipitaciones en forma de nieve se prolongaron durante varios días, desde que comenzara a hacerse visible el 30 de enero hasta que atemorizó a todo un territorio a partir del 3 de febrero. Capa sobre capa, centímetro sobre centímetro, la situación se hacía más insostenible a medida que pasaban las horas y la nieve seguía ganando altura. Carreteras cortadas, pueblos incomunicados, vecinos aislados sin sus medicinas y ganado sin alimento urgían una respuesta a la altura de los acontecimientos, que se tradujo en una inversión que rondó los dos millones de euros desde la administración.
«La nieve obliga a cortar varias carreteras del norte de la provincia» titulaba en portada Diario Palentino el 1 de febrero de 2015. Nadie sabía por aquel entonces que lo peor estaba aún por venir, ni siquiera los habitantes de una comarca como la Montaña Palentina, acostumbrados a lidiar con el blanco elemento un invierno sí y otro también. Diez años después, en la zona nadie ha olvidado aquella gran nevada, que vino a demostrar el espíritu de resiliencia que caracteriza a los ciudadanos de este rincón de la geografía provincial. Especialmente en La Pernía, donde la carretera de acceso a Piedrasluengas permaneció cortada durante dos interminables semanas, hasta que se consiguió abrir primero un carril el 18 de febrero y el acceso completo el día 27 de ese mismo mes.
DIPUTACIÓN
La Diputación se volcó y demostró sobre el terreno que atender a los pueblos y las personas que en ellos habitan forma parte de su ADN. La institución movilizó más de un millón de euros y contó con todos los medios que tuvo a su alcance «costaran lo que costaran». Solo en sufragar los gastos derivados del temporal de nieve y viento, invirtió 739.000 euros, dando así respuesta a las necesidades de ayuntamientos y vecinos de las 143 localidades afectadas, a las que ayudó en la limpieza de la red viaria y de calles, garantizando así el acceso a viviendas, negocios y explotaciones agroganaderas.
Su vicepresidente segundo, Urbano Alonso, vivió aquellos días en primera persona. Diez años después, se muestra orgulloso de que la institución no escatimara en esfuerzos (económicos, medios y personal), «contratando desde el minuto cero todas las excavadoras y manitous disponibles en la provincia, incluso de Burgos y Huesca» con el reto de «abrir el camino a las naves, llevar forraje a los animales y medicamentos a los vecinos, en colaboración con otras administraciones». «Lo de menos era el coste, buscábamos la mejor prestación posible y ser ágiles en la resolución de problemas», subraya el también diputado de Acción Territorial, quien rememora aquellos días como «la situación más excepcional» en sus más de 30 años en la vida política. «Nunca lo olvidaré, y uno siempre se pregunta si se pudo hacer más», apunta.
El operativo extraordinario dividió a la provincia en tres zonas de actuación con despachos habilitados en Guardo, Cervera de Pisuerga y Aguilar de Campoo, a cuyos mandos se encontraban los diputados Gonzalo Pérez, Urbano Alonso y Ana Asenjo, respectivamente. En total, trabajaron en el marco del mismo 52 personas, incluidas las seis que formaban parte del Centro de Coordinación instalado en el palacio provincial.
A modo de ejemplo, dentro del operativo de vialidad invernal que afectó a 326,5 kilómetros de los más de mil de la Red Provincial de Carreteras, se llegaron a emplear de manera simultánea diez cuñas quitanieves, cuatro equipos en turbofresadoras y 26 palas excavadoras y cargadoras. En total, las máquinas realizaron 14.500 kilómetros y el personal actuó durante 4.610 horas (1.770 de medios propios, 960 de la empresa de conservación y 1.880 de activos extraordinarios contratados para la campaña) repartidos en seis días de diciembre, 13 en enero y casi todo febrero (21 días). El consumo cálcico fue de 610 toneladas, mientras que el de cloruro sódico (sal) se elevó hasta las 2.740 toneladas.
Por otro lado, se destinaron ayudas por valor de 423.000 euros al plan operativo extraordinario de apoyo a los ayuntamientos y juntas vecinales, se invirtieron 275.000 euros en sufragar los costes derivados de la apertura de la red viaria y la asistencia al sector ganadero -trabajos que se ejecutaron por parte de veintidós empresas de la provincia- y se hizo frente a los gastos de personal con una aportación de 40.800 euros.
JUNTA
La Junta de Castilla y León no descansó ni un segundo hasta que la situación se normalizó. Como punto de partida, la Delegación Territorial activó el nivel 1 del Plancal, el operativo en caso de nevadas del Ejecutivo autonómico. Fue concretamente el 4 de febrero, a las 19,40 horas, y en la práctica suponía que el delegado, Luis Domingo González, asumiera el mando del operativo. ¿El motivo? Había caído la noche y había que buscar acomodo a un centenar de personas embolsadas en Aguilar y Osorno al permanecer el puerto cortado al tráfico. Así, en el municipio aguilarense comenzaron a habilitarse alojamientos y se movilizó la Unidad de Apoyo Logístico del Gobierno regional con el apoyo de Cruz Roja.
Además de los propios trabajos sobre el terreno para paliar los efectos de la nieve, a las personas con enfermedades crónicas o necesidades de diálisis que permanecían en los pueblos a los que aún no se podía llegar por vía terrestre (Lores, por ejemplo), se les realizó un control y seguimiento desde el propio hospital Río Carrión.
En cuanto a los medios, contó con maquinaria a mayores de la propia, como cuatro quitanieves traídas desde otras provincias para dar servicio a la comarca norteña, hasta sumar un total de 50 de diferentes administraciones, aunque el grueso del trabajo lo llevaron las fresadoras. En lo referente a las ayudas, la hemeroteca habla de 278.675 euros con destino a La Pernía (126.491 euros), Cervera (102.729), Velilla (34.270) y Polentinos (15.185), que se emplearon en la reparación de cierres ganaderos, caminos y pistas.
«Fue la experiencia más dura de los más de ocho años como delegado, pero también la más enriquecedora y humana con diferencia. Un hecho que marca una vida y se hace presente siempre», reconoce diez años después González, actual director general de Innovación y Formación del Profesorado. «Tuvimos que tomar decisiones muy, muy difíciles; y en momentos tan emotivos e impactantes como la pérdida de un compañero que tanto nos enseñó, José María [presidente de la Diputación]», apunta.
ESTADO
Hasta el Gobierno central llegaron 168 expedientes solicitando 647.582 euros en ayudas, según los datos facilitados en su momento por la Subdelegación del Gobierno. Tras su análisis y valoración, se resolvieron los que cumplían con los requisitos y, un año después, ya se habían concedido subvenciones por valor de 534.973 euros. Entre los municipios que recibieron un mayor montante económico se encuentran Guardo (99.695 euros), Aguilar (79.117) y La Pernía (23.377). Asimismo, se atendieron peticiones realizadas por la Diputación que suponían 270.954 euros. La mayor parte fueron destinados a viviendas, explotaciones ganaderas, comunidades de propietarios y comercios.
Más allá de lo puramente económico, el Estado movilizó a la Unidad Militar de Emergencias (UME) por segunda vez en su historia (la primera fue el gran incendio de Santervás de la Vega de 2012, en el que se calcinaron 750 hectáreas de terreno). En concreto, se desplazaron hasta la Montaña Palentina 70 militares provistos con 22 vehículos tales como León (1), Aníbal (4) o Vamtac (4), entre otros. A modo de ejemplo, el Estado empleó durante el temporal la misma cantidad de fundente que en dos años en las carreteras estatales, 3.127 toneladas en total frente a las 1.069 de la campaña 2013/2014. La Diputación, por su parte, consumió en mes y medio la mitad que en una temporada completa.
«Fueron días muy intensos, con mucha nieve y mucho trabajo. Las administraciones hicimos todo lo que estaba en nuestra mano para atender a los pueblos que se habían quedado aislados», subraya Luis Miguel Cárcel, actual director de la Escuela de Ingenierías Agrarias y por aquel entonces subdelegado del Gobierno. «La respuesta fue muy buena y por eso pudimos salir adelante. En lo emocional, lo más duro fue el fallecimiento de José María Hernández», concluye.