Braille: 200 años aliado con los que no ven

J. Benito Iglesias
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Jorge Antón y Silvia Pérez, junto a Inés Alameda, educadora de la ONCE, creen que la lectura táctil en relieve contribuye a convivir mejor con la ceguera y a derribar muchas barreras

Braille: 200 años aliado con los que no ven - Foto: Óscar Navarro

El día a día de las personas con discapacidad visual es mucho más fácil teniendo como aliado al braille, sistema de lectoescritura que revolucionó al conocimiento para las personas ciegas. Este mes ha cumplido 200 años desde que su inventor, Luis Braille, creara en 1825 un método con un punzón para marcar los puntos, crear las letras en relieve y hacerlas legibles con las manos. El progresivo aprovechamiento de la moderna tecnología que se utiliza en los computadoras, las impresoras y los teléfonos móviles ha hecho el resto. Así, permite que las personas con problemas de visión lleven dos siglos accediendo a la lectura y la escritura en igualdad de condiciones y derribando muchas barreras.

Silvia Pérez, de 49 años y con la visión muy limitada desde 2018, junto a Jorge Antón, de 21 años y con ceguera desde hace poco más de tres años, son un claro ejemplo de superación y de que, con apoyo de entidades sociales como la Organización Nacional de Ciegos (ONCE), su discapacidad puede compatibilizarse y superar limitaciones en la vida cotidiana. «El  braille está presente en cualquier aspecto que les afecta como el uso de medicamentos y alimentos, en sus desplazamientos diarios ayudados de bastón y otros elementos, el acceso al ocio y la cultura o, incluso, en el ámbito doméstico o su trabajo, apoyados en las líneas braille, lectores de pantalla o almacenamientos digitales», detalla Inés Alameda, de 30 años y  educadora de apoyo de personas ciegas en la ONCE.

Posee un máster de educación especial y su labor diaria está dedicada a la atención temprana en itinerancia, potenciando el trato personal en los centros educativos con niños y enseñando también a adultos a aplicar el braille para mejorar sus vidas. «Yo tengo que adaptar contenidos como, por ejemplo, un mapa con relieve, para que ellos accedan a la educación igual que los demás. Aprender este lenguaje no es complicado, pero lo que resulta realmente difícil para cualquier persona, ya sea ciega o no, es educar el tacto», argumenta.

Braille: 200 años aliado con los que no venBraille: 200 años aliado con los que no ven - Foto: Óscar Navarroel día a día. Silvia Pérez tuvo una vida normal hasta que una enfermedad hereditaria empezó a dejarla sin vista y distingue solo siluetas. «El alfabeto braille no es difícil de asimilar. Es una combinación de puntos con números y letras y lo complicado es leerlo. Para mí es una motivación también al tener algo que aprender. Al no poder leer en papel u otro soporte te estancas y, entonces, es una manera de motivarte en el día a día», detalla.

En cuanto a su discapacidad visual, alude a los avances para minimizar sus efectos, pero percibe que se puede hacer más. «Cuando te mueves por Palencia te das cuenta de que las alertas acústicas en semáforos no se perciben bien en muchos pasos peatonales o en las paradas de autobús, o simplemente no hay. Siguen existiendo barreras arquitectónicas y debe haber apoyo con monitores para el ocio y otras actividades en las que se pueda ayudar a las personas ciegas», expone.

Para Jorge Antón, con ceguera desde hace tres años, la adaptación a su nueva vida tampoco ha sido fácil y el sistema braille le ayuda a mejorarla. «Me cuesta leerlo y adaptar el tacto pero voy aprendiendo, junto al manejo del bastón o de las monedas. Al principio me costó y me dejé llevar, pero ahora, desde hace dos años, estoy centrado en la autonomía personal para conseguir ser totalmente independiente, lo que requiere mucho esfuerzo y apoyo. Cuando me quedé ciego no manejaba el teléfono y lo tenía apagado y ya me voy comunicado de todas las maneras. El braille me vino muy bien, la verdad», concreta.

Jorge reside en Guardo y habla de las dificultades añadidas en el día a día en un pueblo para una persona con ceguera. «Vivo en un barrio que se llama La Tejera, alejado de lo que es el centro y estoy aprendiendo a ir con el bastón, pero no me encuentro más que obstáculos y mucho mobiliario urbano y se debe empezar a señalizar todo un poco más. Y en Palencia, al usar el transporte público, en algunos casos hay megafonía y te indica qué parada es y dónde estás, pero en otros muchos te ves indefenso», sostiene.

La directora de la Agencia de la ONCE  en Palencia, Alejandra Rodríguez, se congratula de que el sistema braille forme parte de la vida de la discapacidad visual. «Tiene ya 200 años pero se le espera 200 años más. Abre muchas puertas sobre todo al ciego total y, obviamente, a los que tenemos dificultades y ya no podemos leer en tinta. Da acceso a la información, que es vital, y a la educación. En la vida personal influye para bien absolutamente en todo», asevera.